¡Argentina, estamos en la final!

Escribir este artículo antes del juego que disputará Argentina contra Alemania en la final del Mundial 2014, puede sonar a ilusorio, queriendo que gane la tierra donde nacieron Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, Alejandra Pizarnik y María Elena Walsh, Eladia Blázquez, Ana María Pedroni, Jorge Cafrune, Diego Armando Maradona y el espectacular Sergio Germán Romero. Si se llevan la Copa, las felicitaciones lloverán, entonces dirán los medios: “nunca dejamos de confiar en Argentina, siempre supimos que iban a ganar el Mundial.” Entrevistas por aquí y por allá, saldrán a luz los testimonios de conocidos de los jugadores, los amigos de la infancia, sus maestros, compañeros de equipo. La familia completa será entrevistada. Pero, ¿y si pierde? La gloria siempre es para el primer lugar. Se la lleva quien levanta la Copa. ¿Y si pierde? Qué sucederá si Alemania se lleva la Copa al viejo continente.
Mi selección es Brasil y lo será hasta el día en que me muera. Amo su fútbol y lo admiro porque nace de las favelas, de los pies descalzos, de los oprimidos, de los marginados, de los sin voz que cuando los grandes clubes los descubren, brillan con luz propia y no hay emperifollado que por más zapatos que haya tenido y campos engramillados para entrenar, los alcanza en la carrera, logran dominar el balón con tal destreza y anotar los goles con una caricia que obediente entre en el marco contrario. Eso solo lo hace Brasil, la mejor selección del mundo.
Siendo Brasil la selección de mis amores, ¿por qué digo, Argentina, estamos en la final? Porque es la selección que representa al continente, a la Patria Grande, a Sur de mis Amores. Lo diría si hubiese llegado Uruguay, Costa Rica, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Chile, el propio Brasil. Me ha llamado la atención que hasta en el fútbol existen las rivalidades triviales y somos incapaces de hermanarnos. Como nuestra selección ya no está en el Mundial pues le vamos a los europeos. Con tal de que le den hasta por debajo de la lengua a los que se quedaron a representar el continente americano. A esos que les ganen, pero si estuviera nuestra selección a estas alturas no estuviéramos hablando pestes del Mundial. Antes resulta que la mafia de la FIFA les valía un comino, pero una vez quedó fuera el equipo nuestro, a volarle penca y a desacreditar a las selecciones que quedaron por: “vendidas, compradas, tranceras, mañosas” igual con el arbitraje. Los árbitros que dirigen las semifinales y finales de un torneo están ahí porque han sido los de mejor desenvolvimiento durante el mismo. Son también los mejores del mundo. No los desacreditemos antes de verlos trabajar, errores existen, un jugador falla un lanzamiento desde el punto penal, ¿por qué un arbitro no habría de equivocarse? ¿Acaso es un robot previamente ajustado?
Siempre he pensado que el problema con Argentina es que tiene demasiadas luminarias que juegan en el extranjero pero que a la hora de llegar a la selección no se complementan, no se saben coordinar, encontrarse en el campo, leerse las jugadas, los pensamientos y las intenciones. No se lució Argentina es este Mundial, pero llegó y ha permitido que su país sueñe y ahora que están en la final que el continente entero respire con ellos. Hay un punto clave en todo esto y es que ésta actual selección es la representa al pueblo raso, al de arrabal, el de los potreros y los pueblos olvidados, porque la mayoría de sus jugadores ha salido de ahí. No hay hijos de papi y mami con ese ego de tener el culo parado y el carro del año. De haber crecido con privilegios.
Hay que ver cómo se paran en el campo para saber que son decencia de arrabal.
El toque, la carrera, las fintas, el dominio de balón y la forma en que defienden es lo típico de una chamusca callejera. Es por eso que toda Argentina lloró con la atajadas del portero, es por eso que la gente de arrabal nacida en otras latitudes del continente también las celebró y lloró y gritó y saltó. Sergio Romero nos hizo soñar, nos encendió la sangre que de un solo fogarón explotó en los millones de corazones que lo aplaudimos. El fútbol también debería de hermanarnos.
El domingo pueda que pierda Argentina si eso sucede seguiremos admirando a la selección de arrabal que dejó todo en la cancha, que enalteció a la gente que nace en los potreros y que se le prohíbe soñar. Ellos nos representan, ellos son el lujo de los campos de tierra donde nace la pasión más hermosa del mundo: el balompié.
Estamos en la final, Argentina. Y los arrabales de La Patria Grande les agradecemos la entereza de representarnos con dignidad. Honradas las piernas del atleta que se hace en las polvaredas, nobles las miradas de quien intuye el gol antes de anotarlo, decente es la finta de quien la aprendió en los potreros, magnífica de defensa de quien corrió en calles del olvido. Sea pues Argentina la que represente a los niños del continente entero que sueñan desde la alcantarilla. Once jugadores que tendrán latiendo a millones de corazones de La Patria Grande.
El Mundial apesta, dicen los que ya no tienen a su selección en la competencia. Así de malos perdedores serán. Pero aquí lo único cierto es que Argentina está en la final, le pese a quien le pese. ¡Bravo por el país donde la luna es tucumana y el tamborcito, calchaquí!
Ilka Oliva Corado.
Julio 12 de 2014.
Estados Unidos.

Un comentario

  1. ¿Sabes una cosa? Respeto y comparto tu opinión, respeto porque viene de una autoridad en la materia y viene de alguién que lo vive y sabe desde el punto de vista social y de quienes lo gozan partiendose en alma en los potreros, en los barrios, en las calles y tambien, porque es un apoyo a nuestros hermanos argentinos. Sé que algunos depórtes a ese nivel responden a intereses comerciales o políticos, no así lo que se gesta y práctica en la calle y especialmete en los arrabales de nuestros pueblos. Te daras cuenta por lo que escribo, que el futbol no es santo de mi devoción y jamas lo he jugado, porque no satisfizo mis inquietudes ni de niño ni adolecente, mi barco enfilo a otros intereses. Ojala Argentina lo logre y tené por seguro, que al igual que millones de americános, gritare de alegría y por supuesto te pensare gritando y botando todo ese estress que se nos acumula día tras día. Un abrazo.

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