Post frontera. (XIX)

País de llegada: los mil oficios. Niñera.(I)
Cuidar niños ajenos es uno de los trabajos más delicados que he realizado en mi vida. Cuando llegué a Estados Unidos ya tenía experiencia trabajando con niños, porque cuando ejercí el magisterio lo hice en el área de preprimaria, tuve 905 alumnos por año y a todos les sabía el nombre y les puse apodo, cuando pasaba lista antes de iniciar la clase los llamaba por el apodo en lugar del nombre. Lo que me complicó las cosas fue no saber el idioma, eso me limitó en sobremanera y claro está, no tener los documentos que es algo vital.
Limpiar baños, sacudir muebles y aspirar alfombras no requiere mayor ciencia pero, trabajar con niños es una labor titánica cuando se tiene la conciencia de que hay enorme responsabilidad de ser aporte en la formación integral de un ser humano. No todas las niñeras merecen tener el privilegio de estar a cargo de esas criaturitas que son como esponjas imprimiendo todo lo que ven y escuchan, recordemos que ellas aprenden por imitación.
Y ni hablar de los papás, qué error tan grande creer que porque se puede parir también se puede ser mamá o papá, hay miles que solo paren para desgraciarle la vida a sus hijos, para volverlos seres ineptos, dependientes, arrogantes, abusadores, sumisos, rechazados, apáticos, totalmente inconscientes y aprovechados. Ser padre y madre no debería ser tan común y exiguo porque hay personas que no merecen ese privilegio. Qué triste pensar que hay que parir para llenar vacíos existenciales, darle vida a un matrimonio, sentirse completo, callar el qué dirán, quedar bien con la familia, dejar un heredero, tener quién le lleve un vaso de agua cuando le llegue el tiempo de los padecimientos de la edad, para tener quién lo mantenga, para postergar el apellido y la sangre…
Qué triste comprobar que esas razones son las que hacen parir a miles de personas, ni noción tienen del nivel de responsabilidad que implica traer una criatura a este mundo, o adoptarla. He sigo testigo del trato desleal y segregado que dan algunos padres a los hijos adoptivos. Como también lo hacen entre los que comparten los mismos genes. Pocos son los que entienden la grandeza de ser padres, no por gusto este mundo está de cabeza.
Cuando hay grandes cantidades de dinero en las cuentas bancarias y todo lo material es un desperdicio los padres creen que con darles regalos a los hijos les están demostrando cuánto los quieren, sé que no sucede solamente en este país, es en toda sociedad donde las clases dominantes cuentan con los recursos económicos que derrochan en cada excentricismo: viajes vacacionales perennes, membresías de clubs de alcurnia, automóviles, yates, casas de descanso de fin de semana en diferentes Estados y países, sexo, alcohol y drogas. El dinero en malas manos compra voluntades, entorpece y encarcela.
Pero el asunto de los hijos, del tiempo que se les dedica, del esfuerzo y el amor, arremete en todas las clases sociales porque el rico no los atiende por estar ocupado llenando sus cuentas bancarias y el pobre por estar trabajando a deshoras para lograr llevar por lo menos para la cena. Esa tribulación de soledad y de carencia afectiva la tienen compartida los hijos de los empleadores y los empleados, la gran diferencia es que el hijo del empleador se consuela en las cosas materiales que lo vuelven egoísta e individualista con cierto recelo, y el hijo del empleador que aprende a compartir con sus hermanos o amigos, cada juguete o pedazo de pan, entonces al final el que está en la miseria emocional y afectiva que son las más importantes, es el hijo del padre adinerado, una enorme ventaja le lleva el hijo el obrero…
En la soledad de la pobreza y la falta de oportunidad se descarrila el hijo del campesino, del obrero, del proletario, y en la soledad del dinero, la extravagancia y el desperdicio se descarrila el hijo del adinerado. Siempre, siempre, en toda clase social los más afectados son los hijos, ausencia de los padres es tan hiriente, es un vacío del que jamás nadie se recupera, por más que lo disfrace o intente asumir que esto es así, que es cosa de la vida.
Y es error garrafal el resignarse que como así crecimos así mismo vamos a educar a nuestros hijos. Así es la vida y hay que conformarse, he escuchado que lo dicen miles. En realidad la vida no es así y no tenemos por qué conformarnos y mucho menos ser tan desgraciados para obligar a otro ser humano a vivir lo mismo.
Como cuando yo era pequeño mi papá no estuvo porque se la pasaba jugando golf con los amigos, yo hoy tengo un hijo y que se quede con la niñera que mis juegos de golf son más importantes, no hay nada de malo así crecí y él también tiene que crecer así. El obrero que no tiene de otra que salir a trabajar hasta tres turnos al día para lograr sacar para la comida y la renta, no hay cachas que si quiera comparta el domingo con su hijo, qué soledad tan terrible.
Los adinerados les pagan las mejores escuelas para que sus hijos se relaciones con personas de su clase social, los inscriben en campamentos de verano a donde solo asisten los niños bien, les compran ropa de marca para que se distingan, les exigen buenos modales en público, aparentar siempre estar bien, a hablar con cierta finura y sobre todo con hipocresía, pero no les enseñan a pensar por sí mismos, a decir lo que sienten a no callar, a manifestarse ante la injusticia porque ellos no conocen de injusticia lo tienen todo, todo lo que aparentemente es la felicidad, los enseñan a competir por el dinero, el glamour y a buscar el mejor partido para el matrimonio que tiene que ser: adinerado, de buena familia, de su misma clase social, si es mujer, tiene calzar en los estándares y estereotipos: flaca, alta, rubia, sumisa.
Se les enseña a los hijos que para pasar el tiempo están las latinas que son las exóticas, las buenas en la cama y que hacen realidad cualquier fantasía, ahí no importa si es indocumentada, si limpia baños o trabaja en una fábrica empacando verduras. El encuentro es nocturno. Es por esa razón que somos tan codiciadas cuando asistimos a una discoteca porque es el lugar idóneo para desatar cualquier infierno en el que gusten quemarse durante una noche, al amanecer los puebla la amnesia y van a desayunar con sus novias rubias y educadas.
El hijo del obrero tiene la consigna de salir de la pobreza y mejorar la raza, buscar una mujer con documentos, mejor si no es de la misma herencia milenaria que sus padres, es entonces que se mira a cada hijo de emigrante latino en busca de niñas bien, se despedazan buscando a una mujer rubia, de ojos claros, muy bien educada y fina. Pero sucede que la mayoría de anglosajonas también quieren a los latinos para una noche de rumba y sexo.
El tema de los hijos y los patrones de crianza es muy complejo, la eterna diferencia de clases, la educación y el color de piel. Los inmigrantes latinos en su mayoría tratan a toda costa de no heredar el idioma materno a sus hijos porque los avergüenza, es por esa razón que hay cada chicano hablando spanglish que aprenden en la calle y hay quienes se niegan rotundamente a hablar una sola palabra en el idioma de sus padres. Cuerpo, color y rostro latinoamericano que no pueden ocultar aunque quieran pero se niegan a hablar español. Cosa muy distinta sucede con los hijos de lo padres de pueblos originarios, ellos primero es su idioma y después el español y por último el inglés.
Hay enorme diferencia entre la cultura latinoamericana y las otras, claro que hay inmigrantes de otras culturas que también responden a los mismos males pero son muy pocos, los asiáticos son muy estrictos con sus costumbres, tradiciones y la inagotable identidad, lo mismo sucede con los africanos, los europeos son más relajados pero aun así lo primero es lo primero y el idioma y la cultura se mantiene. Los latinos entrando al país decidimos lanzarla de vuelta al otro lado de la frontera para que no nos delate, somos lo mejor de lo mejor para la imitación.
El hijo de latino solo quiere jugar con niños rubios para sentirse parte de la sociedad y porque los padres lo llevan cortito, el niño rubio no quiere jugar con latinos porque sus padres son sus sirvientes. Claro está que ellos no tienen noción de estas diferencias pero al menor intento por jugar con un latino ahí está la niñera que tiene orden de alejarlo de esa comunidad, o los padres que con una señal le indican que juegue en otro sector o con otros niños. Y sí van creciendo en el mismo país y con tantas divisiones de clase, entre otras cosas. Así es como yo lo he visto y lo entiendo, pero es tan solo mi postura y es permitido que alguien más opine todo lo contrario. Las experiencias de cada quien son distintas y las razones también.
EL niño latino a intenta jugar con niños rubios anglosajones –o europeos que para los latinos es lo mismo- porque eso les dicen los papás, y los van alejando de su comunidad para sentirse más importantes y menos latinoamericanos, la mayoría se avergüenza de su herencia milenaria y de su idioma, pero no deja la cerveza de su país, ni la pachanga, los hombres no dejan de ser machistas, ni las mujeres de ser sumisas. Cambios reales e importantes que signifiquen un avance no se logran.
El nivel de independencia que tiene la mujer anglosajona es envidiable y ni siquiera por eso la mujer latina emigrada trata de imitarla y liberarse, lo bueno no lo imitamos. Todavía somos de las que queremos llegar puras y castas al matrimonio y si fornicamos antes de, sentimos culpa porque nos han enseñado –la religión y el patriarcado- que una mujer jugada ya no vale, y con esto nos quitan todo ímpetu de libertad y derecho con el cual nacemos, años luz nos llevan las anglosajonas que gozan su sexualidad con libertad y sin culpas, como debe ser. Ninguna fumada de esas es impedimento en esta cultura – y eso me encanta- que cualquier otra mojigata tachará de desatada.
En esto las europeas también son muy independientes, cosa muy distinta sucede con las asiáticas y africanas que la cuestión familiar y religiosa todavía las tiene atadas. ¡Solo se fue para Estados Unidos y se perdió! Esa frase es la popular y deberían decir, ¡solo se fue para Estados Unidos y se liberó! Porque sí hay quienes se liberan y salen del yugo de matrimonios opresivos de esos conyugues violentos y déspotas. Aquí hay un cambio crucial en la vida de los hijos, otra cultura, divorcio, asimilación de tanto en otro idioma y ambiente.
El hijo de inmigrante nacido en Estados Unidos crece con la cultura anglosajona obviamente y dentro del sistema, depende de los padres que él conozca algo del país del cual llegaron, me refiero a lo cultural y la identidad, una niña de 15 años nacida aquí no actúa igual que una niña de 15 años recién emigrada, y es el choque cultural y de asimilación el que hace que uno vea a tanto niño y adolescente sin saber hacia dónde ir, pierden la raíz y tampoco logran digerir la realidad que están viviendo, como los padres trabajan a tiempo completo son otros en la calle quienes se encargan de enseñarles todo.
Estos niños tratan de buscan aceptación en el grupo de su misma clase social o etnia, pero son rechazados, porque el nacido aquí se ve así mismo como anglosajón aunque su herencia sea de otro país o continente. Al principio no se relacionan con anglosajones rubios y de ojos claros, también son rechazados y agredidos por los grupos de afro descendientes que ven al latino como una escoria. El anglo lo ve como su trabajador, el afro, como un estorbo. El europeo y asiático anda en su mundo.
Y todas estas cosas uno las ve en la calle, no se necesita ser niñera para percibirlo, pero dentro de las escuelas, en los parques cuando está de tiempo completo cuidando a un niño es cosa del día a día. ¿Qué hace una niñera entonces con todo esto? ¿Se limita a cuidar que el niño no se raspe las rodillas? ¿O trata de ser un ente de cambio?
Continúa…
Ilka Oliva Corado.
Junio 04 de 2014.
Estados Unidos.

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