El origen de mi locura. (III)

No son fumadas, ni guareadas y mucho menos pegamenteadas es la mera realidad, en mi casa mis tías y mi mamá sesionaban tratando de encontrar el origen de mi locura, de metiches iban los esposos –todos zacapanecos- a tratar de ayudar a descifrar decían, pero yo les hallaba que iban más por soloquearse las tortillas recién tostadas a las que les agregaban culantro y tomate que cortaban en mi parcela. Mi Nanoj los mandaba a que a trataran de contarles las niguas a los coches.
Sucedía por las tardes; ponían a hervir café de tortilla, de máiz o de los granos que hamaqueaban los árboles en el sitio de mi abuela en nuestra natal Comapa. Atizaban el rescoldo en el polletón y le agregaban una cáscaras de encino rojo, ponían a tostar los pishtones y se sentaban a atipujárselos con aguacate, queso seco –zacapaneco-y manteca de costal –jutiapaneca-.
Si la reunión tocaba en las noches esperaban a escuchar en Radio Ranchera, el programa Leyendas de Guatemala con el que todos los primos nos orinábamos en el lugar deseando que por nada del mundo se nos fuera a aparecer la Llorona, La Siguanaba o El Sombrerón. Al Cadejo le dábamos entrada libre y hasta nos pelaba los dientes, con el montón de guarosos en la familia no nos dábamos abasto y el chucho nos hacía la pala para cuidarlos.
Como primer punto estaba mi dundera, ¿de dónde salió tan dunda esta cipota? Mi Tatoj como buen zacapaneco era el primero en abandonar el barco y decía que: a saber mi familia siempre ha sido selecta. Con el corvo desenvainado salía mi mamá, que si no mataba lo amellado lo hacía el oxido: mirá vos asoleado, tu familia es de deschavetados si la patoja salió así de soplada no es por la mía, fijáte para hablar oís, bocón.
Mi tío Carlos, siempre dijo que nací bien pero que a los meses perdí la razón debido a tanto que comí semilla de chiliguas – lantanas- se peguntaban cómo fue que no se me tapó el caño, yo digo que sí porque con el pretexto de los parásitos mi mamá nos zampaba con embudo a todos los primos por igual un desparasitante casero que era una revoltura de: aceite de oliva, bicarbonato, sal y limón. En minutos ya estábamos pidiendo perdón por habernos atipujado la ollada de frijoles con todo y candelas de mocos y mugre de uñas.
Pasaba ahorrando un mes para comprar el aceite de oliva en la farmacia del mercado, lo vendían en latas como las de atún. Después de habérnoslo tomado nos acostaba panza arriba y calentaba sus manos unos segundos en el rescoldo del polletón, se las untaba con aceite y nos sobaba la tamalera, era como si con eso le dijera a las amebas, ¡hijas del demonio abandonen este cuerpo! Porque salían disparadas en balas de cohetería navideña, la puerta del cubilete parecía un acordeón.
Mi mamá dice que fue por espanto o por vahído. Mi papá dice que todos los jutiapanecos somos así y más los de Comapa. A lo que me mamá responde: vaya, nosotros somos locos pero los zacapanecos, especialmente los de Teculután solo boca son y de ananados como ustedes solos. Eso me consta, dice mi tía Aidé, este marido que tengo solo para hartarse sirve. Momento, se defiende su esposo: no solo hartarme mirá que tenemos cuatro hijos. Pero es lo menos, le responde mi tía: de dicha que aunque sea eso hiciste de bueno, pecado fuera…
Ay, no muchá, dice mi abuela: dejen de estar chanceando con la cipota digan que se les logró, mejor busquen oficio. Mi mamá: cómo no se me iba a lograr semejante torona si fue las más grande de los cuatro al nacer y la que más pesó, yo no sé por qué putas se quedó enana, no parece mi hija. Mi papá: mía tampoco. Mi mamá: Ajá quien te oyera sos vara de bajar cocos. Si hasta lo prieto te sacó. Mi papa: Momento, que su familia es más negra que la mía, mire los hermanos de su papá todos son hasta azules. Mi mamá: azul te voy a dejar yo si seguís hablando de mi familia. Mi papá: pero si solo estoy diciendo la verdad. Mi mamá: para hablar el hasta el choreque pashteás, ¡jachudo! Miráte en un espejo primero. Mi papá: si ya me vi y no me queda duda por qué se enamoró de mí. Mi mamá: ¡por dunda! Por eso me enamoré de vos, bien estaba sola pero no, ella tenía que hacerle caso al baquetudo. Ahí estoy comiendo mierda. Mi papá: pero con su gusto y su gana. Mi mamá: eso sí. Mi abuela: ay, no muchá dejen de estar chanceando porque van a terminar peleando. Mi papá: si eso quiero porque las reconciliaciones con esta mujer con buenas. Mi mamá: quisieras vos pero hoy estás castigado, a pan y agua.
Mi tía Aidé siempre mantuvo la hipótesis de: vos Lila la patoja es alrevesada por el cruce que hiciste con Guayo, vos debiste juntarte con un jutiapaneco no con un aguacate. Mi mamá: ajá, el comal le dijo a la olla. Mi tía Reyna: dejen a la patoja en paz ella es así y punto, lo que necesita es que vos le pongás más atención. Mi mamá: qué atención ni qué putas a nosotras nos criaron sin atención y ninguna es demente, ésta lo que pasa es que salió a su Tata, en qué hora me vine a fijar en un destornillado. Mi papá: Pero bien que se moría por mí, ahí decía que le gustaban mis piernas y que la anduviera en la bicicleta. Mi mamá: porque vos de necio ahí que no me dabas vida querías darte la grande luciendo que tenías mujer jutiapaneca.
Nía Juana: ay, muchá dejen de pelear pobrecita la niña ella no tiene la culpa lo que sucede es que la hicieron cuando había luna llena. Mi mamá: qué luna llena ni qué carajada, éste estaba bolo y por eso la patoja salió zurumba. Tío Lilo: yo les dije que las cosas se hacen con modo pero como no les importa la palabra de su Tata. Mi mamá: pues si con modo la hicimos si éste bolo no sirve para nada. Mi tía Aidé: ¿de verdad estabas bolo cuñado? Mi papá: jodás vos, puro bueno estaba lo que pasa es que esa tu hermana no quiere aceptar que parió una hija soplada, los hijos no todos son cuerdos y ni modo nos salió una loca hay que aceptar los designios de Dios.
Mi tío político, Ronald: yo veo a la muchacha, normal. De vez en cuando se le sale lo bipolar pero sucede muy esporádicamente además cuando se pelea con los patojos es porque ellos la cucan y lo que hace es defenderse. Mi mamá: pecado fuera que regresara pijeada a la casa, que sepa que el día que regrese despeltrada la termino de malmatar para que se avive, ¡la única que tiene derecho a sonarle en el pocillo soy yo! Lo que me preocupa es que habla sola. Mi tía Aidé: ahora hacéte si vos también hablás sola, no me fijaba pué que cuando ibas a aguar las vacas sola hablabas y hasta le dije a Mamita –mi bisabuela- que te tenían que llevar a Ahuachapán a donde el loquero porque hasta las vacas te huían. Si la Chiligua habla sola es porque vos se lo heredaste, ¡dunda!
Mi mamá: no hablaba sola, tabaleaba con las vacas. Mi tía Reyna: vaya y la patoja también habla con los animales y las plantas, aunque la quisieras negar es tuya.
Mi papá: todo el día anda riéndose sola. Tío Lilo: vaya, el que solo se ríe de sus picardías se acuerda. La patoja salió endemoniada como la Lila, ¿no te acordás vos cómo le ponía apodo a la gente del pueblo? Y ahí está que tanto que detestaba el nombre Vicente y vos te llamás así y encima la embrocaste porque le pusiste tu nombre al único hijo varón que tienen. No, si es para morirse. Mi tío Carlos: ¡o para agarrar farra! Tío Lilo: a vaya yerno, ya te habías tardado, mandá a comprar una botella…
Y así terminaban las largas reuniones familiares cuando las jutiapanecas y los zacapanecos de mi familia pastoreaban las horas tratando de encontrar el origen de mi locura. Para el final de la tercera botella, llegaba El Cadejo con sus once ovejas…
A la salú de los zacapanecos y las jutiapanecas de mi clan.
Ilka Oliva Corado.
Mayo 16 de 2014.
Estados Unidos.

3 comentarios

  1. Vicente Antonio Vásquez Bonilla

    Órale. yo me agacho, pues me llamo Vicente. Te felicito buen uso del lenguaje coloquial. Besos, Chentof.

  2. me gustas cuando no callas porque estas presente (al reves de un verso que no me acuerdo ni de quien es) me gusto este articulo saludos

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