Mayo, agosto de líderes migrantes.

El año pasado asistí a la marcha del Primero de Mayo. Agarré mi cámara fotográfica, mi libreta y un lapicero y me fui. Quería hacer un foto reportaje, de hecho lo hice las tomas están en mi bitácora de fotografía. Preguntando llegué al Monumento de Los Mártires de Chicago.
Llegué temprano no había nadie pero encontré claveles rojos, lozanos, colocados con cuidado en los pies de los mártires. Momentos después llegó un joven europeo miembro del Partido Socialista nuestras playeras rojas se saludaron. Estaba lejos del punto de concentración nos fuimos en su automóvil del años 70, banderas rojas ondeando en los espejos retrovisores. Él se fue a la reunión de su partido previo a la marcha y yo me quedé en el parque, ya estaban los vendedores ambulantes y muchos jornaleros que pidieron permiso en el trabajo para faltar sin derecho a pago, ellos iban a marchar para pedir una reforma migratoria.
Bajo la sombra de un arce encontré a un muchacho muy particular, me presenté me dijo que su nombre era Francisco, originario de Oaxaca; su piel curtida por el sol, andaba en tenis, pantalón de lona camisa a cuadros y una cachucha con el logo de su equipo de fútbol favorito. Lo saludé y conversamos, yo aún no sacaba mi cámara de mi morralito.
¿Usted también viene a la marcha? Le pregunté con un sonrisa me contestó con otra y dijo que sí, iba como la mayoría de indocumentados a pedir por una reforma migratoria. Hablando de trabajos resultamos ser los dos proletarios -¿qué más puede ser un emigrante indocumentado?- él laborando en una fábrica de tortillas, empacando y cargando las cajas en su espalda para ubicarlas en los camiones, yo limpiadora de casas y niñera.
Un poco arisco y tímido dijo que dejó a su esposa y a cuatro hijos en su pueblo natal, doce años trabajando en los mil oficios y apenas tenía cuatro mudas de ropa porque su prioridad era enviar dinero para la comida y la educación de sus hijos, soñaba con verlos graduados de la universidad. En su natal Oaxaca era ayudante de albañil, no terminó la primaria.
Todo esto me lo dijo cuando pregunté ¿usted también viene a la marcha? Conversamos sentados bajo la sombra del árbol como una media hora, mientras veíamos cómo empezaba a poblarse el parque con las distintas organizaciones, grupo de sindicatos y emigrantes rasos que iban por su cuenta a caminar los kilómetros que fueran para pedir documentos legales. Era el tercer año en que participaba.
Fueron llegando los reporteros de las estaciones televisivas, radiales, los de los periódicos y los técnicos comenzaron a colocar cables, a encender micrófonos y cámaras, a anotar en libretas y a grabar en grabadoras de voz. Organizaciones comenzaron a llegar con sus diferentes colores y pancartas. Grupos estudiantiles de colegios y universidades. Grupos religiosos. Los infaltables Anonymous.
Grupos apoyando el movimiento desde su identidad sexual. Estudiantes de escuelas secundarias.
Se armó en minutos un pequeño escenario donde subieron a hablar los líderes de los diferentes organizaciones pro migrantes y sindicales. Los reporteros y camarógrafos estaban atentos para grabar y entrevistar, pero no a jornaleros, no a amas de casa, no a obreros, no a indocumentados rasos.
Ellos buscaban a los líderes de cada grupo, todo en armonía cuando entrevistaban a líderes sindicales, asociación de estudiantes, líderes religiosos porque todos y todas eran líderes, una dinámica que llamó mi atención. En cambio cuando llegó el turno de los líderes de emigrantes indocumentados se pelearon la batuta los mismos que salen en televisión todo el tiempo, son quienes tienen documentos, negocios en su mayoría y una solvencia económica debido a su ardua labor como líderes de una masa amorfa que aun no sabe que tiene voz, ¡de trueno!
Pero tampoco los reporteros quisieron entrevistar a emigrantes rasos que pedían la palabra, ellos no querían escuchar lo que tenían que decir los jornaleros, obreros ni proletarios que no respondían a la guía de ningún pseudo líder. Nadie quería entrevistar gente con dientes picados ni con zapatos rotos y menos con rostros quemados por el sol, eso era mala imagen para la comunidad latina.
Decían que la comunidad latina debe presentarse limpia –no con sudor de trabajo honrado y digno- elegante, para no dar lástima y hablando un inglés sin acento.
El líder tenía presentación porque la noche anterior había ido por el corte de pelo y el masaje facial. Una aparición en una manifestación de esas deja buen dinero por lo tanto el esfuerzo vale la pena, el hueso que viene en camino tiene buen tuétano.
Son quienes no caminan en la manifestación solo llegan para el inicio, se suben en sus carros y esperan a que llegue la masa amorfa al punto de encuentro, las esperan sobre las tarimas del gran escenario, con sombrillas para cubrirse del sol. Sacos de corte italiano, buen par de zapatos y los contactos de siempre. Los oradores que dan falsa voz a millones que no saben que la tienen. Cabecillas de sangre fría y buena labia.
El grupo de masa amorfa es excelente para llenar el recuadro en una toma, enfrente el líder y atrás los sin voz.
Antes de iniciar la manifestación seguían los líderes hablando en sus cinco minutos de tiempo autorizado, llegó el turno a los líderes de LGBT –Lesbianas, gays, bisexuales y transexuales- entonces nuevamente apagaron sus cámaras los camarógrafos y los reporteros voltearon la cara hacia otro lugar, esperando a otro líder que no fuera anormal. Miradas despectivas y murmuraciones cuando se acercaba alguien portando una bandera de colores arcoíris.
Las invisibles de los invisibles también se hicieron presentes y eran las mujeres víctimas de violencia doméstica que exigían que se creyera en sus testimonios, exigían respeto de las autoridades Estatales, denunciaban intimidación por medio de policías e investigadores por ser indocumentadas, estaban ahí para denunciar y para apoyar la reforma migratoria que les daría los anhelados beneficios laborales.
Ninguna cámara se encendió, ninguna de ellas fue entrevistada. Le escuché decir a un prestigioso periodista de una cadena muy conocida que: esas indocumentadas violadas siempre arruinan las marchas dan mal aspecto al movimiento migrante. Lo dijo en inglés a su camarógrafo otra señora y yo escuchamos y ella inmediatamente lo encaró, él se disculpó. El famoso y galardonado periodista latino, tan emigrado como todos los que estábamos ahí.
A ellas se les dio la mitad de tiempo porque se dedujo que por ser violadas e indocumentadas no tenían nada importante qué decir para un Primero de Mayo.
En el recorrido de la marcha pude notar la acumulación de líderes que buscaban el momento preciso de la foto, el video del canal más prestigioso, la camisa sin arrugar. Tan distintos a la masa amorfa, a los miles y miles. Hablo exclusivamente de los líderes de los emigrantes indocumentados, porque los de sindicatos y religiosos, universitarios y escolares, independientes, son otro paisaje. Ahí todos y todas tienen voz y no existe ninguna batuta. Lo digo porque lo vi. Y porque vi también digo que ese lastre nuestro de jalar agua para nuestro molino es una vergüenza que nos hunde cada día más. Aprovecharse de la necesidad de otros para escalar en posiciones, devengar mayor salario, más salidas al extranjero, de aguardiente pasar a Whisky. Del español al inglés formal.
Vi a muchos pseudo lideres del movimiento migrante, que se fotografiaban con grupos de emocionados manifestantes, ellos en el centro rodeados de la voz que aun no sabe que existe, fotografías planeadas para enviar a los distintos medios informativos dentro y fuera del país, en sus países de origen los reciben como los grandes y respetados líderes migrantes, aquí son un lastre, veneno puro, manipuladores. Saben muy bien utilizar de plataforma el dolor de millones.
Escribo eso hoy porque ya están circulando las invitaciones para unirse a la marcha del Primero del Mayo en pro del movimiento migrante indocumentado, el primer en que se convocó a los indocumentados para esta fecha, asistieron miles y miles porque creían en los líderes que salían en televisión y con lágrimas en los ojos, con el tiempo ha disminuido porque creo que la mayoría ha visto lo que yo vi y perder un día de trabajo para ir servir de recuadro o de masa amorfa para el beneficio de unos cuantos colmilludos es más que perder el tiempo, desajustar para pagar el alquiler del apartamento y la remesa. Utilizar el frustrado sueño de una reforma migratoria para aventajarse y vanagloriarse. Hacerse de un nombre y de un prestigio.
Me atrevo a decir que han sido esos líderes los que han hecho tanto daño a la realidad del migrante sin documentos. No somos una masa amorfa, tenemos una voz, un pulso que el día en que lo encontremos este país temblará. Son millones en silencio y con miedo viviendo en las sombras de la clandestinidad. De eso se aprovechan las cuñas del mismo palo.
Nadie quiere escuchar lo que tiene que decir una persona sin documentos, un emigrante raso que apenas sabe leer y escribir. Pero nosotros rasos y analfabetas tenemos unas manos prósperas, la mirada honesta, el corazón robusto, la voz sin utilizar, ¿qué sucederá el día en que la despertemos? Obreras, proletarios y campesinas del mundo entero. Exigiendo equidad, visibilidad.
Es interesante asistir a una manifestación donde la gente no sabe que está siendo utilizada, van miles con la ilusión de hacer de la reforma migratoria una realidad. Por supuesto que siempre me toca aclarar que no todos los líderes latinoamericanos del movimiento migrante en Estados Unidos tienen doble juego. Los hay honestos pero por honestos las cámaras nunca se encienden cuando ellos alzan sus voces, son tan invisibles como la masa amorfa a la que pertenezco pero ahí dentro de la entraña de la exclusión son capaces de transformar, y tan humildes que caminan por la calle como cualquier mortal. Y no se autonombran y no se aplauden entre ellos y no se lanzan flores unos a otros y no piden el favor de ser entrevistados. De estos líderes necesitamos más en cualquier movimiento que se atreva a desobedecer la orden del conspirador.
Ilka Oliva Corado.
Febrero 25 de 2014.
Estados Unidos.

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