Alrevesada.

La prueba más fidedigna de que soy alrevesada es la de mi experiencia con el idioma inglés. Cinco años duré negándome a aprenderlo y hasta que un día decidí derrumbar esa barrera existente solo en mi maceta estudié las opciones a mi alcance. No podía ir a la escuela para adultos con la regularidad requerida porque mis horarios de trabajo se traslapaban –diría mi Nanoj- pero aun así fui a estudiar en horario nocturno pero solo a quedarme dormida sobre el pupitre iba, las clases para adultos eran demasiado lentas para mi inquietud y me aburría tan rápido que agregándole el cansancio del trabajo de cuaje me servía la escuela. Te enseñan lo básico que son utensilios de cocina, nombres de utensilios de limpieza, calles, direcciones, formas de saludar, de despedirse, son clases dirigidas a personas que trabajan en oficios, para estudiar otro tipo de inglés más avanzado te cuesta un ojo de la cara y el salario en mano de obra de una persona indocumentada no da para esos lujos.
Decidí atacar con mi herramienta principal: la lectura. Compré libros en inglés y me los fumé, comí, bebí y los hice mis agarres de día y noche. Al principio no entendía una sola palabra mucho menos la oración completa y no digamos la esencia de cada capítulo, pero mi cerebro estaba trabajando, conociendo las letras. Cuando empecé a hablarlo todo tamarindeado – y sigo así- lo hice al revés y fue adrede, tenía que buscarle grado de dificultad para que se me quedara, es uno de mis defectos más grandes el que no me gusten las cosas fáciles, me complico la vida por puro amor al masoquismo.
Lo leía de atrás para adelante y tomaba una hojita de papel y escribía la oración y la leía al revés, entonces andaba saludando a personas conocidas con mi inglés alrevesado. Mi jefa en aquel momento lloraba de la risa me decía que tenía que ser yo la de la invención. Andaba todo el día como que era trabalenguas.
En lugar de decir How are you?, decía you how are?, que en español lo pronunciaba yujaguar. Y así las palabras que leía en los libros solitas se armaban en piezas de rompecabezas en mi maceta. Escribirlo me cuesta y siempre lo hablo en tiempo presente, tengo dificultad para los verbos en tiempo pasado. En el inglés me fluye lo jutiapaneco, quien es de aquellos lares sabe que en La Cuna del Sol hablamos como metrallas, de un hilo y sin parar. Pues a mí me pasa así con el inglés, lo siento normal porque soy jutiapaneca pero la gente tiene que pararme el carro a cada tanto para que respire y vuelva a repetir lo que estaba diciendo.
Utilizar el recurso de ese grado de dificultad hizo enfocarme con seriedad en aprenderlo, de otra forma aun anduviera con mi diccionario en la mano y mi libreta para escribir y traducir las palabras. Por lo menos los quites me hago hoy en día.
Y así me pasa en todo, lo alrevesado es mi esencia -también lo de llamara de tuza-. Cuando estudiaba magisterio recuerdo que las cipotas que se juntaban en la parada de buses en la avenida Bolívar esperaban a que más de algún enamorado les apartara lugar o los pilotos o ayudantes, aquellas se arremangaban las faldas en la cintura para enseñar más pierna y a las carreras se echaban brillo en los labios.
Yo conocía a todos los pilotos y ayudantes habidos y por haber porque vendía helados en la parada de buses y me trepaba con mi hielera y me apeaba en La Cuchilla y de ahí de regreso en otro bus ajenando la venta hacia la parada. También porque fui ayudante de camioneta. Fijo mi lugar lo tenía apartado pero nunca acepté subirme de jampona al final de la cola y sentarme en el mejor sillón, mientras el resto de la gente cansada regresando del trabajo se partía el lomo tratando de encontrar lugar aunque fuera de pie. Cuando asomaba el bus corría atrás y me guindaba de la parrilla y entraba por la puerta trasera junto a la amontonazón o lo hacía por los costados cuando se estacionaba me lanzaba por una de las ventanas y caía de jeta en el sillón. Rara vez me fui sentada porque siempre había más de alguna embarazada o señora de la tercera edad que iba de pie y pecado capital es que una con toda la leche de la juventud se acomode en un sillón y a ellas las deje de pie. Cadena perpetua a quien hace eso.
Detesto los compadrazgos por esa razón tengo muy pocas amistades, porque no acepto que se valgan del afecto para fines comerciales, personales, laborales. Los afectos no son escaleras ni cojines. Cada cosa en su lugar. Si usted quiere lograr algo en la vida hágalo por sí misma, que no le pongan una tablita y dos piedras para no mojarse los zapatos en el charco, atrévase a saltarlo y si se tiene que mojar los zapatos hágalo, si la suela está agujerada pues mejor aun porque se le mojará el calcetín o la calceta o las medias y así el recuerdo le durará más tiempo.
No se vale tomar el camino más corto solo porque ahí hay camaradas y contactos y será más fácil escalar hacia la cima. Es como si se pretende escalar un volcán y se toman los atajos cortos, con esto se pierde la vista del paisaje, las subidas empinadas, los resbalones, las caídas, las áreas de descanso, lo esencial se pierde por querer llegar pronto a la cumbre y sin mayor esfuerzo y es capaz que por la urgencia cuando se llega el cielo esté nublado y no se puede observar el panorama, toca esperar o regresar en otra ocasión.
Así es en la vida si se busca lo fácil, lo que brilla, lo que no asombra, lo que no se siente en el alma, lo que se puede comprar, sobornar, lo que se consigue por compadrazgo o afectos falsos y manipulados, no sirve de nada; uno mismo no sirve para nada si le falta el respeto a la vida de tal forma.
No suplique, no pida, no manipule, no soborne, que los afectos son dignos y merecen ser respetados.
Alrevesada, necia y testadura. Así soy yo. De dulce no tengo pero ni el envoltorio de aquellos de a dos por un len que eran de rapadura con ajonjolí. Arrecha para unas cosas y nigua para otras. Totalmente radical cuando se trata de pensar en las personas como “contactos” yo no tengo contactos, ni objetos manipulables y sobornables, tengo afectos que son del corazón que es algo muy distinto y los respecto.
No me gusta estar entre el montón, camino sola y saludo con abrazo, para sentir la otra piel y el regazo, hay calor ahí en este instante fugaz, hay sensibilidad. En cambio los besos en la mejía los siento protocolarios, burgueses, no saludo de beso en la mejía. Las mujeres se sientan de piernas cruzadas o juntas, me han dicho ya tantas veces tratando corregir mi forma de sentarme con las piernas de par en par, yo soy mujer y me gusta sentarme así, hay normas que no sigo porque no me siento cómoda. Eso me hace una persona alrevesada.
Se dice que la mujer cuando va a un baile tiene que esperar paciente a que la saquen a bailar, ni andar de ofrecida, ni de inquieta, hacerse la desentendida con las miradas coquetas porque de hacer lo contrario se desacredita como mujer pura y casta. Yo hago todo lo contrario, nunca he esperado a que me saquen a bailar, si la música me agrada saco a alguien sea hombre o mujer me da igual. No ando viendo apariencias, cuerpos, ropas, portes, una va a un baile a bailar y a pasarla bien. De lo contrario quédese en su casa rascándose la barriga. Si va a andar con escogedoras vaya al armario de su casa y pierda el tiempo escogiendo vestidos y colores y zapatos y lociones. A las personas no se les puede tratar como objetos porque no lo son. Otra cosa es que a usted no le agrade alguien y tiene todo el derecho de decidir no bailar con esa persona. Cosas muy distintas. Pensar y actuar así me convierte en alrevesada.
De mis defectos es que me enojo con facilidad y despotrico, la característica es que el enojo me dura un suspiro y en segundos se me pasó el enfado. Termino pidiendo disculpas si me equivoqué u ofendí entre el desparpajo. Entonces me dicen;
viste que sos alrevesada.
Tengo la capacidad de pedir disculpas cuando ofendo o aceptar cuando me he equivocado, es otro de mis defectos porque parezco dunda en este mundo en donde de pronto todo es desechable yo insisto en salvar amistades que valen la pena, en defender las causas perdidas y en creer en las personas que están en el culo del abismo, sé que son capaces de salir de ahí y ponerse de pie para enfrentar la vida con todo lo que ella significa. Mis amistades del alma son causas perdidas, entre padecimientos nos entendemos mejor.
Por ahí le huyo a la gente normal porque generalmente es la que utiliza en lugar de respetar, es la que te ve como objeto y no como alma etérea. Yo enloquezco por lo sublime y abstracto y es tan valioso como el aire y la esencia, por esa razón es tan difícil de encontrar. A las personas que quiero les tengo apodos, nunca las llamo por sus nombres, es mi forma de decirles que para mí no son apellidos, son únicas como los pétalos de flores en huerta de aldea. Ninguno es igual.
Todo lo hago al revés, cuando el invierno llega mi corazón se alegra y el de otros se entristece. En el verano el de ellos se alegra y el mío agoniza extrañando las chicharras de mi terruño.
Cuando es prudente guardar silencio yo parezco tarabilla. Cuando otros parecen tarabilla yo guardo silencio. Hablo solo cuando me nace no cuando esperan que lo haga. Entonces decepciono porque soy alrevesada, hago las cosas a mi manera.
No puedo escribir guiado, tampoco cuando me sugieren temas, mi poesía no es por encargo, puede ser no la más hermosa del mundo ni las más popular para la media, no tiene la pinta para ser comercial, pero es mía simplemente y es mi esencia.
Mi letra que es mi sentir y mi pensar en donde habita: mi desencanto, mi carácter voluble, mis contrariedad, mis idas y mis regresos, mis desequilibrios mentales, mi inmadurez, la intimidad de mi alma y las distintas tonalidades en la materia gris de mi cerebro. Mi letra no responde a contactos, ni a favores, ni a peticiones personales que sean manipuladas por los afectos, por los títulos o etiquetas.
Mis papás me nombraron al nacer: Ilka Ibonette Oliva Corado. Ésa es mi etiqueta para papelerías y trámites. Pero yo soy vendedora de mercado, respondo más como heladera que como Ilka. Soy mil usos y soy indocumentada. Nací, crecí y vivo en la invisibilidad. Nunca me llamaron por mi nombre, siempre fui la niña heladera y en el extranjero, la limpiadora de casas. Para mis amistades del alma no soy Ilka. Soy la Negra. Ni la niña heladera, ni la indocumentada ni la limpiadora de casas, mucho menos la escritora y poeta. Negra.
Resulta que de la noche a la mañana de pronto me han etiquetado como Ilka Oliva la escritora y la poeta. Resulta que ahora muchas personas que tienen el apellido Oliva o Corado dicen que Ilka Oliva Corado la escritora y la poeta, es su familiar. La bloguera que da vida a Crónicas de Una Inquilina. Nunca dijeron que Ilka Oliva Corado la niña heladera, la indocumentada, la limpiadora de casas, era su amiga, alumna, colega o familiar. Porque de verdad hay gente con la que no tengo ningún lazo sanguíneo y solo por tener el apellido dicen que soy su familiar. O sea, la mara se cuelga hasta de las causas perdidas. Nada les pide el cuerpo. Pero las causas perdidas somos alrevesadas por esa razón somos causas perdidas.
La etiqueta de escritora y poeta pareciera ser una especie de tablita sobre dos piedras en donde muchos quieren cruzar el charco sin mojarse los zapatos. No soy objeto, soy persona. Y a mí quien no me valoró como niña heladera, indocumentada y limpiadora de casas, que no trate de arrimarse a mi invisibilidad de “escritora y poeta”. Porque soy alrevesada y suelo ser letal cuando se me irrespeta. No utilizo y no soy utilizable. Mi poesía no responde a falsos halagos, aplausos mediocres. No necesito de luz ajena a la de mi propia esencia. Suficiente oscuridad tuve en mi vida y sirvió para generar mi propia luz. Mi letra solo responde a mi sentir y a mi pensar, al de nadie más.
Ni por mucho garbo, presencia, estuche, diplomado. Mi letra es causa perdida, escrita por una causa perdida que no responde a ningún nombre ni apellido, a ninguna etiqueta impuesta, simplemente es, como el aire que da vida a mi parcela.
Con altibajos pero, a mi ritmo, en mi tiempo, a mi estilo, en mi esencia, sino ¿De qué otra forma podría ser una alrevesada? Sería entonces tal vez una pelota de balompié que necesita de patadas para corresponder a su función de objeto.
Alrevesada y causa perdida y a mucha honra. -A mucha honra mía de mí dirían las Memorias de mi Infancia-.
Ilka Oliva Corado.
Febrero 19 de 2014.
Estados Unidos.

3 comentarios

  1. Vicente Antonio Vásquez Bonilla

    Ilka chulis: Se goza escribiendo, el idioma tiene magia y se presta para tantos malabarismos. Sigamos gozando de las letras y que se caiga el mundo. Chitos, Chentof

  2. Vos Ilka, como siempre me dejas babeando con tu lirica. Gracias por ser nuestra voz, mi voz q soy tan atravesada como vos.
    Imaginate q te quiero sin conocerte.
    Yo

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