Trastornos.

Te buscan imprecisas no las puedo atar, corren a tu encuentro que es niebla de temporal allá por mi Comapa en el agosto invernal. Salen de mis poros en tropel, se asoman a los umbrales de las nostalgias de mi ayer. Son lozanas y ariscas que en tu ser se vuelven miel, parecieras ser la bruja que hechizara tanta hiel.
No las puedo sosegar, son rebeldes y convergen en las lunas sin dormir, en las noches desveladas, en las auroras encantadas y los guindos de un peñón, tu nombre pronuncian evocando redención. Vos las liberaste y son adeptas a tu amor.
No las culpo sos lindeza de zacate en el filón, en los cerros y en los campos de mi silvestre corazón.
Humildes y adeptas se emocionan con facilidad y saltan sobre las banquetas de hilaridad. Son cipotas andrajosas que se tiñen en mi piel de barro arrabalero y de aldea en el poblado, donde el sol nace temprano y tarde pernocta, entre casitas de milpa seca y luciérnagas en festival, cuando cantan junto a los grillos y a las chicharras en el zarzal.
Qué puedo hacer yo: una aislada inmunda, si ellas son incondicionales a tu imperturbable calidez, de día soleado cuando pasa de las diez.
Ningún poema ingrato puede enumerar los instantes desolados de mi impasividad, un confín todo azareado que tu alma albergó, en la penumbra solitaria de mi agonía que un día se marchó.
Cuánto amor y cuánto encanto en la sensación de imaginarte un gladiolo floreciendo en mi balcón. Vos Quinqué de melodías que cantan en mi albedrío, el que conociste agónico piedra seca junto al río.
Ninguna oda acomedida logra recitar, qué libertad, la de quererte tanto sin perturbación, sos el aire que da vida, la cornisa en el volcán, la lluvia que fecunda a la milpa hace florear.
Sos el mar que nunca duerme, la arista en el peñascal, sos candil en la oscurana que siempre ha de alumbrar, a las inquilinas en desarraigo . Sos la parra enraizada que embellece el pastizal. Sos la alborada y el rocío que a la quebrada embellece cuando llega el invierno y sus corrientes crecen.
Aguaje de La Pilona, sombra del Amatón, talpetate en el Caminón. Adobe de caserío en el barrio El Clavel, añoranza de mi Comapa que un día me vio nacer.
Bulevar de mi arrabal, arboleda de la aldea, flor de algodón, montaña verde botella. Caminos de migración que recorre la vagabunda, una triste y arisca que convertiste en letra fecunda.
En poesía de rebeldía que en tus ojos se apaciguó, y en tu abrigo encontró refugio cuando su alma se redimió junto a los vientos indomables que tu voz soberana, cautivó. Los trastornos que conociste son los que te escriben hoy.
Ilka Oliva Corado.
Febrero 17 de 2014.
Estados Unidos.

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