Vender el cubilete.

Los patojos del salón con los que estudié los básicos se pasaban hablando acerca de las escenas de las películas pornográficas que miraban, era rezo de todos los días. Cuando jugaba naipes con ellos siempre andaban cartas de mujeres desnudas, yo llevaba el mío que era el normal y con ese jugábamos porque yo no quería tener en mis manos un puñado de clítoris de todos tamaños y colores.
A esa edad la mayoría de patojas del salón no habíamos visto una película pornográfica y ni idea de qué se trataba, dos compañeras me pidieron que hablara con mi mamá y le preguntara si podíamos ver una película de esas en mi casa, ciertamente mi mamá era la más mente abierta de todas las mamás de los patojos con quien estudié los básicos.
Llegué entonces con mis onces ovejas y le pregunté si un viernes en la noche podíamos ver una película en Cine Max, la fulana, la mengana y yo. Ese canal era por cable y según lo que contaban los patojos pasaban películas pornográficas. Mi mamá me dijo que estaba bien y que llevara a las patojas.
Aquella noche nos acostamos las tres en un pedazo de alfombra que había en la sala, mismo que le había regalado el jefe a mi papá porque en su casa cambiaron la alfombra, eran pedazos de hilos enredados y desteñidos que en el piso nos servía de petate.
Jalé una chamarra y mi almohada y nos acostamos las tres desde las nueve de la noche a esperar la mentaba película. Compramos Picarones, Nachos, Muelitas y frescos para darle el ambiente de una sala de cine pero, primero nos atravesamos todo y no salió la película. A las 3 de la madrugada decidimos apagar la tele porque de todas las películas que vimos ninguna tenía escenas pornográficas. Hasta ahí llegó nuestra emoción, nunca más volvimos a hablar del tema y cuando los patojos lo hacían no les prestábamos atención, a nuestra curiosidad la fulminó el cansancio del sueño y la espalda molida sobre el piso de granito.
Pasaron los años y sería después de cumplidos los veinte en que yo vería una película pornográfica, una fantasía de la industria porque las relaciones sexuales reales no son así. El nivel de degradación de la mujer es alarmante, la siempre sumisa y utilizada. La agredida, el objeto de placer para el hombre. Es ella la que gime todo el tiempo, como si en las relaciones reales fuera así, hombres y mujeres sabemos muy bien que eso es falso. Es él quien la coloca en la posición que se le antoje, quien la golpea, la cabalga y ella quien todo el tiempo está haciéndole sexo oral, quien se ahoga mientras lo practica, quien llora supuestamente de pasión, él quien le hace tragar el semen. Al final de todo el espectáculo quien queda satisfecho es él y ella y sus orgasmos simplemente no interesan. Por esa razón anda cada mequetrefe esperando que las mujeres hagamos punto por punto lo que hacen otras en las películas pornográficas.
Tengo un amigo que dice que su fantasía sexual es estar con dos mujeres homosexuales, quiere verlas tocándose y lamiéndose y chupándose cada rincón del cuerpo y luego ser él quien les dé las cabalgue. Los famosos tríos que se ven en las películas. Fantasía que estoy segura es del 99% de los hombres del planeta. En ese momento no importa si ellas son homosexuales, lo que interesa es que son objetos que pueden dar placer a un hombre. La sociedad de consumo lo aplaude pero es un sacrilegio pensar siquiera en que dos mujeres homosexuales se puedan casar, formar un hogar y tener hijos. Eso es un pecado capital, la sociedad de consumo y de doble moral lo cataloga como una aberración.
Por otro lado están las famosas orgías o el intercambio de parejas. En las películas de orgías siempre también es la mujer la que se pone en bandeja, la que recibe las nalgas, a la que sujetan del cabello y cabalgan simulando un galope de carrera de caballos. Ahí están ellas con la nuca echada hacia atrás y gimiendo y gritando supuestamente de placer.
Cualquiera de doble moral se persigna al escuchar la sola palabra: pornográfica. Pero estoy segura que atrás de la puerta no se quedan con la curiosidad aunque afuera aparenten ser las santas y ellos los pulcros. O ser ellos los garañones que hablen a boca de jarro con la libertad que les da ser hombres y ellas las siempre santas que no tocan el tema, conversación nada más para mujeres de la vida.
Entonces se rechaza lo de las películas pornográficas pero ni se inmutan con las telenovelas que ven todos días y ahí están como zombis pegadas al televisor. El grado en que se denigra a una mujer en una telenovela es mayor de lo que lo puede hacer la industria de la pornografía. Porque en una telenovela se manipula de tal manera que la doble moral, la sumisión, el machismo, el patriarcado se sorben con la taza de café y se mastica como los frijoles con tortilla en la cena.
De las telenovelas no nos quejamos y no nos alarman. Pero ahí hay venenos mismo, hay esclavitud y hay sobre todo una escuela de patriarcado en la que todas y todos salimos graduados con honores.
En cada trama nunca falta el sacerdote que aconseja a la mujer: hija no dejes a tu esposo porque dice la santa biblia que te casaste con él para vivir juntos el resto de tu vida, pase lo que pase. No importa si te agrede, física y emocionalmente.
La típica mamá que le busca un novio rico y le aconseja casarse por dinero aunque su verdadero amor sea un pobretón, la muchacha se casa y va la casualidad que en el camino se enamora del rico y son felices para toda la vida, curiosamente se dio cuenta que por le pobretón solo sentía un confusión.
La mujer de la vida nunca falta, es la que mete cizaña en la doble moral de la trama, es la que le pide que siga sus instintos, que luche por su libertad y que haga lo que quiera y nazca y no lo que otros desean. Entonces aparece la amiga pura, que es la que le dice que la mujer de la mala amiga no es su amiga, que la quiere ver mal igual que ella, que piense en que es una mujer pulcra y casta y que perdería todo si decide hacerle caso a la depravada. A la depravada por lo regular la matan en un pelea callejera y al final todos terminan diciendo que era el fin que se esperaba a tan mala forma de vivir. La mujer de la mala vida por lo general en la telenovela representa el pecado y la perdición, en la doble moral de sociedad pero en realidad es la emancipación de la mujer. Porque así debería de ser, amarnos a nosotras mismas, vestirnos como queramos para nosotras no para otros, ver el sexo no como un tabú y dejar de ser el objeto de placer de los hombres.
En la telenovela por lo general la primera vez el esposo rico en la noche de bodas termina violando a la esposa pobre que compró por bonita, y viola porque tiene celos de que ella aun quiere a ex novio pobretón. Ella acude al sacerdote que le dice que lo perdone porque no estaban en sus cabales, la madre también le dice que eso es normal y que sucede en todos los matrimonios y que se vaya acostumbrando pero a cambio tendrá una mansión, un automóvil de lujo y será la envidia de todas las amigas. Ella entonces decide aguantas agresiones físicas y emocionales y se vende. Pero lo de venderse no se puede ver como tal en la telenovela porque es manipulada, no se ve el grado de sumisión y de opresión, porque lo decoran con viajes al mar que dejan al televidente enamorado del ocaso.
Están las niñas que quieren un par de tacones como los de la protagonista y quieren también un hombre rico que les dé de todo, incluyendo agresión y ellas a cambio callarán, abrirán las piernas y se negarán a ser. Claro, tampoco son capaces de verlo así porque la telenovela lo empaña con rosas rojas y bañeras con agua tibia y burbujas.
Desde la presentación de la telenovela está a la venta el cubilete de la mujer. Con cubilete quiero decir el cuerpo, las nalgas espectaculares que cualquiera pude tener si hace ejercicio, la disciplina es la que forma el músculo, músculo que no se utiliza se atrofia, esto aplica al corazón, alma, espíritu y cerebro. Bajeza es hacer ejercicio no por salud sino para venderlo a la industria, por un puesto laboral, por la comodidad de un matrimonio y una economía holgada. Vender el cubilete por un viaje vacacional. Gozar con el cubilete es de aplaudir pero venderlo es de repudio.
En lo de venderlo aplica a lo de los concursos de belleza en que lo que menos luce es la inteligencia de la mujer, su alma y su espíritu. Son las participantes el objeto como carne puesta al asador, como objeto en una vitrina que cualquiera que lo quiera comprar puede pedir que lo saquen de ahí y manosearlo, estudiarlo para decidir si vale la pena o no comprarlo. Algo así como las medidas de tomate en el mercado, que hay quienes los tocan para ver si están zarazos o maduros y terminan no llevándolos porque en el puesto de la par encontraron otros mejores.
Bajo la luz de la belleza, la sociedad que la solapa, el patriarcado que la explota, está pues la mujer que participa en estos eventos diciendo al mundo, yo soy cuerpo, carne, placer, deseo, vean mi cintura cuántos de ustedes la quisieran tener entre sus manos, vea mis caderas cuántas de ustedes las quisieran tener, yo soy más hermosa que usted, yo soy la mujer perfecta para que usted se case conmigo, no encontrará otro ejemplar igual en el mercado de las subastas. Se les coloca sus coranas, se les entrega un ramo de flores y son las por siempre bellezas de la subasta del género femenino.
Claro está que ante todo la mujer tiene el derecho de hacer con su candelero lo que se le ronque en gana, de eso se trata de que todas y todos tengamos los mismos derechos lo que haga cada quien para sobrevivir es cosa de la dignidad que habita en sus corazones. El libre albedrío debe existir para todos y todas.
De cómo una mujer venda su cubilete a la industria del entretenimiento, sea éste pornográfico, cinematográfico, musical, en telenovelas, depende de su dignidad y de lo que para ella haya sido los patrones de crianza que tienen que ver mucho con la doble moral y el papel de la mujer como objeto, como tierna flor sumisa que una vez arrancada del rosal muere.
Esto no aplica solo para las mujeres de la industria, va para todas en todas las clases sociales, ámbitos, profesiones, oficios. Fácil es criticar a los personajes públicos pero, ¿qué tal si hacemos un estudio de introspección en nosotras mismas? Tengamos ese valor de vernos frente al espejo y analizar si hemos vendido el cubilete y si así fue, si lo seguiremos haciendo.
¿Está casada con un hombre que la abusa solo por mantener un status social? ¿Es amante de su jefe que la agrede solo por un puesto laboral?
¿Ha vendido su talento a cambio de una fotografía y contactos? ¿Está dispuesta a dejar la fama, el puesto laboral y al esposo para rescatar su dignidad, su amor propio? ¿Para romper con el patriarcado y la forma en que utiliza al género femenino? ¿Está dispuesta a cambiar los patrones de crianza, romper el molde y hacer otro nuevo? ¿Eliminar la doble moral de su vida? ¿Y usted, varón? ¿Qué está dispuesto a hacer para que todo esto cambie? ¿Para que no sea el aventajado, el del género mimado, al que se le sirve en plato lleno a todas horas y en cualquier lugar? ¿Qué está dispuesto a hacer para que exista la equidad en todos los sentidos? ¿ Para ya no vender también su cubilete? ¿Seguirá siendo su fantasía tener sexo con dos mujeres homosexuales pero denigrará y las ajusticiará si ellas exigen sus derechos humanos, como el del matrimonio? ¿Seguirá pidiendo a su pareja que actúe y se ponga y lo chupe y lo lama como lo hacen las actrices del cine porno? ¿Seguirá yendo por la vida de dueño y señor de cuanta mujer se le atraviese en el camino? ¿Estaremos dispuestos a borrar lo aprendido erróneamente en los patrones de crianza, en la calle o en sociedad y re aprenderemos sin abusar, oprimir y ajusticiar?
Mi visión del feminismo no solo incluye al género femenino, pienso que no se puede exigir a un solo género que cambie para que el otro lo respete, el trabajo tiene que ser en conjunto, hombre y mujer de la mano, hombro con hombro para que esto funcione y no nos sigamos yendo al demonio como sociedad. ¿Usted qué piensa al respecto?
Y por favor gente letrada, con ínfulas de docenas de títulos universitarios, en universidades nacionales e internacionales, no se atreva siquiera a criticar mi bajo análisis de mujer de arrabal, porque es lo primero que hacen cuando escrito artículos de esta magnitud, yo les invito a que junto al título de universidad pongan a trabajar su inteligencia, su humildad, su corazón, que aquí no se trata de dar clases y de humillarnos unos con otros, se trata de aprender, se trata de atrevernos a pensar, analizar, exponer, cada quien desde su ámbito, unos con más recursos y oportunidades que otros, pero todos y todas luchando por un fin: la equidad.
Hoy si de todas maneras le gustan los trancazos, déjese venir que para eso me pinto sola.
Ilka Oliva Corado.
Febrero 04 de 2014.
En mi tabuco.

3 comentarios

  1. Vicente Antonio Vásquez Bonilla

    Ilka linda: Eres única y no tienes pelos en la sin hueso. Haces pensar y temblar a la mara. Besos, Chente.

  2. NUNCA HABÍA ANALIZADO ALGO ASÍ LA VERDAD ES QUE ME SENTÍ MUY TRISTE AL LEER ESTO PORQUE TENGO HIJAS, Y LE JURO QUE DESDE HOY RESPETARE Y AMARE A AQUELLA MUJER QUE SE MERECE LA IGUALDAD DE GÉNERO GRACIAS POR CAMBIAR MI PUNTO DE VISTA HACIA LA MUJER.

  3. CADA QUIEN HACE DE FLORERO O DE CANDELERO…..LIBRE ALBEDRIO…..Y DE LAGARTIJA P A ARRIBA ES CACERIA…….

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