Café con leche.

Recuerdo que estaba en una fiesta de quince años de una compañera de grado cuando llegó el novio de mi mejor amiga iba a acompañado de otros tres muchachos, él era el chico popular de la colonia y mi amiga era la chica por la que todos babeaban. Mi amiga no fue conmigo a la fiesta.
El patojo era un don Juan para andar mujereando y ya había traicionado a mi amiga docenas de veces y ella se las había dejado pasar fingiendo que no creía lo que la gente le contaba de él. El acabose fue cuando él empezó a buscarme para tener algo que ver conmigo, nada asoleado el patojo quería tener a las dos amigas a la vez, yo nunca tomé en serio sus arrebatos y no le dije nada a mi amiga porque él podría defenderse diciendo que eran bromas.
En la fiesta resulta que bailó conmigo y de la nada me estampó un beso en la boca y me tomó tan de sorpresa que no me dio tiempo de reaccionar, cuando sentí ya me tenía la boca llena de babas. Todo el mundo vio, era el chico popular los ojos estaban puestos sobre él y las patojas haciendo cola para bailar con el cipote. De tanta cólera y saber que en la fiesta no lo podía trompear me salí y me fui para mi casa, llorando de enojada por su atrevimiento y sé que iban a correr a contarle a mi amiga que su mejor amiga se besó con su novio enfrente de medio mundo.
Dispuesta a aclarar la situación fui a su casa a contarle y sabiendo que con el amor que ella le tenía me iba a mandar al diablo, en el camino me salió al encuentro su novio que me suplicó no decirle nada, que si decía algo él lo iba a negar todo como siempre y la que saldría perdiendo sería yo porque ella le iba a creer. Me fui por otro camino para no verle la cara y cuando llegué a casa de mi amiga él ya estaba con ella. Yo quería trompearlo porque por su culpa nuestra amistad se iba a perder y así fue.
Llegué con mis once ovejas y le dije que de todas formas se enteraría porque todo el mundo lo vio y prefería que lo supiera por mi boca que por la de otra gente, antes de decirle le pedí que me diera un abrazo que aun lo llevo en el alma. Esta amiga mía se robó mi corazón porque cuando yo vendía helados y nadie sabía mi nombre ella siendo la niña más hermosa, deseada, chuleada por toda la colonia siempre me llamó por mi nombre y donde me encontraba me saludaba, es mayor que yo –para variar- siempre me vio a los ojos y vos no sabés cuánto yo valoro que cuando alguien me habla me vea de frente. No sé cuántas veces me defendió cuando la gente cuando se refería a mí decía, la heladera. Ella reventaba en cólera y les exigía que me llamaran por mi nombre.
Sus papás estaban en Estados Unidos y ella y sus cuatro hermanos estaban a cargo de una tía, cuando le enviaban cajas de ropa, zapatos ella las abría y sin detenerse a escoger agarraba un par para ella y otro para mí, blusa para ella y otra para mí, pantalón para ella y otro para mí, pantaloneta para ella y otra para mí, todo lo que le mandaban lo repartía por partes iguales entre ella y yo. Gracias a ella yo tuve zapatos y más de una mudada de ropa en mi adolescencia.
Ella es blanca como la leche recién ordeñada y yo oscura color café dorado en comal de barro, nos decían entonces café con leche.
Yo en aquellos años no hablaba pero ella sabía leer en mi mirada todo lo que en mi alma había y con cuchara me sacaba las palabras. Los fines de semana después de vender helados me iba a pasar las tardes a su casa dormíamos juntas y el domingo regresaba a la mía. Si a alguien yo le hecho dibujitos, tarjetitas con esas pequeñas grandes formas de expresión ha sido a ella. Teníamos en común una cierta soledad, sus papás estaban en Estados Unidos y los míos yo los tenía en mi casa pero yo vivía emocionalmente tan alejada de mi familia que era como si viviera sola. Eso nos convirtió en uña y mugre.
La gente se preguntaba qué hacía la niña más popular de la colonia con la vendedora de helados que ni el nombre le sabían. Sus papás enviaron dinero para agrandar su casa también le enviaron un carro, mientras yo andaba con las bolsas remendadas y vacías ella tenía dinero que sus papás le enviaban y me lo daba a guardar yo lo metía abajo del colchón de mi cama y nunca le toqué un centavo. Me quiso prestar en más de una ocasión y nunca lo acepté, detesto que haya dinero de por medio en una amistad. En más de una ocasión su tía nos encontró durmiendo juntas empiernadas y abrazadas, se imaginó que había algo más que una amistad y pronto llamó a los papás a Estados Unidos y les dijo que su hija andada de lesbiana con otra patoja pisada que vendía helados. Nada había entre nosotras así es que ni coco le pusimos. Y seguimos durmiendo empiernadas y abrazadas.
Mi mamá me deba a ganar cinco len por helado vendido, fue su forma de enseñarnos desde niñas a ser independientes con nuestro dinero, ahí que viéramos nosotras qué hacíamos con este y de qué forma lo administrábamos, los domingos compraba plátanos y una lata de frijoles volteados y eso cenábamos, nunca me dejé invitar por ella y es algo que le costó tanto entender pero había cierta necedad en mí desde niña que sigo teniendo. Era demasiada la ayuda que me daba con la ropa y zapatos como para aceptar que me invitara a comer.
Pronto la gente de la colonia no podía pensar en una sin imaginarse a la otra a la par ya no éramos personas individuales sino un café con leche. Nuestra amistad inició el día en que su prima y su familia emigraron hacia Estados Unidos, ella estudiaba conmigo en los básicos, fui la única del colegio que estuvo en el aeropuerto el día en que el destierro los llamó. Su papá primo del padre de mi amiga, se había ido a Estados Unidos a trabajar en el jornal de indocumentado de la misma forma en que tantos años después lo estoy haciendo yo.
Con mi amiga de los básicos sucedió similar se llevó parte de mi corazón el día en que emigró. Por las tardes en el colegio me contaba de cómo y en qué trabajaba su papá en Estados Unidos y de la falta que le hacía, llorábamos juntas todas esas canciones de los Tigres el Norte que han marcado mi vida y hoy desde esta lejanía puedo decir que tan cruda es la realidad de quien emigra y vive aquí sin documentos que las canciones se quedan cortas.
Y enloquezco por los Tigres del Norte, porque ha sido gente capaz de llevar a la música la denuncia de tanta invisibilidad de la que no se percatan los gobiernos de los países de origen, de paso ni de llegada. Y lo que más me llena el alma es que quien ha escrito las canciones que ellos cantan es un hombre analfabeta que las piensa y se las dicta a alguien más para que las escriba. Qué honra de ser humano el que ve más allá de su nariz y lo denuncia así es que en mi corazón yo guardo un respeto hacia el grupo que las interpreta y hacia el autor de las canciones. Solo quien ha vivido los embates de la migración las podría entender a cabalidad: quienes se quedaron y quienes se fueron.
Con mi amiga que emigró nos escribíamos cartas todos los fines de semana, usábamos el servicio de King Express. Ella pedía dinero a su papá para ponerla en el correo y yo agarraba de lo que ganaba en la venta de helados. Siete quetzales cabalitos por una carta de dos hojas de papel. Ella me contaba de cómo iba pasando su vida en tierra extraña y yo de cómo Ciudad Peronia languidecía sin ella. Claro que sí, tengo en mi alma cientos de miles de historias por contar. La migración ha marcado mi vida desde adolescente y hoy estoy escribiendo esto antes de alistarme para ir a trabajar.
Su prima me vio llorar la partida de mi amiga era su familiar y juntas nos abrazamos frente a las ventanas de vidrio del aeropuerto la Aurora. Desde ese instante nació nuestra historia.
Tres años de uña y mugre cuando llegué a su casa con mis once ovejas para hablarle de frente y decirle que su novio me había besado en la boca sin mi permiso.
Quienes vieron el beso me aconsejaron que no le dijera nada porque la iba a perder pero para mí siempre ha sido tan importante hablar con la verdad –he mentido sí, y me he sentido un lastre cuando lo he hecho- y sí la perdí. Cuando se lo dije él lo negó y ella me insultó con toda su cólera y me dijo que yo había provocado todo seguramente, él reía a sus espaldas pero en el fondo ella sabía que yo le decía la verdad pero su amor por él era más grande. Me di la media vuelta y me fui, toda Ciudad Peronia se dio cuenta de aquel rompimiento. Mi corazón tranquilo por haber dicho la verdad y roto porque me valió la amistad de mi amiga.
Tres años después se casaron y el día de su boba me armé de valor y la llamé por teléfono siempre habíamos dicho que si casaba la una o la otra, la uña o la mugre tenía que estar ahí. Le dije: solo llamaba para decirte que aquí estoy con vos. Colgué.
Fue la única comunicación que tuvimos en cinco años que duramos sin hablarnos, yo me interné en mis estudios de magisterio y después de graduada en el arbitraje.
Faltando tres meses para que emigrara, saliendo de una reunión de jueves por la noche en la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala, mi teléfono celular me avisaba que tenía un mensaje de voz, cuando lo escuché por poco me dio infarto era ella saludándome y diciéndome que quería hablar conmigo. ¿Cómo consiguió mi número? Mi novio en aquel momento me vio llorar en todo el camino hacia mi casa, yo quería explicarle y no podía no me salían las palabras, mi amiga del alma me había llamado por teléfono y con lo orgullosa que es me imaginaba el enorme esfuerzo que hizo para tomar ese teléfono y llamarme, algo serio tendría que estar pasando con ella no dudé en devolverle la llamada cuando llegué a mi casa esa misma noche la llamé y ella me dijo: ay Negra vos siempre tan humilde sabía que me ibas a llamar. ¿Por qué no sos orgullosa? Porque el orgullo no te lleva a ningún lugar. Veámonos tal día y en tal lugar. Y nos vimos.
Llegó con su niña de dos añitos y cuando me dijo su nombre sentí morir, en la adolescencia habíamos dicho que quien pariera primero le pondría ese nombre a su hija y ella parió y ese nombre le puso. Mi amiga nunca había dejado de pensar en mí de la misma forma en que yo nunca había dejado de pensar en ella.
Aquella tarde mi amiga me pidió perdón por haberse equivocado, su matrimonio no iba tan bien y realmente no fue lo que ella esperaba, se había separado más de una vez y había vuelto. Cuando su esposo supo que iba a verme reventó en cólera pero ella ya había dejado de ser niña, había decidido enfrentar su realidad. Me había visto en televisión cuando era árbitra, también en los periódicos en los reportajes en donde había salido y todo estando separadas, lamentaba tanto no haber estado ahí para abrazarme y yo no haber estado cuando parió y ver a mi sobrina. Se divorció estando yo aquí y se casó con otra persona, tengo dos sobrinos más y la cuma es negrita como su tía Negra.
Cuando se la presenté a mi novio se le cayó la baba la canche estaba más hermosa que nunca, se sentía incómodo con su belleza, cierta ansiedad le notaba cuando la veía, todo coqueto él, yo reía porque es verdad, ella deslumbra con su belleza física y a mi me encanta su belleza interna que muy pocas personas saben leer.
Existía una comunicación extrasensorial entre nosotras que una tarde fue suficiente para ponernos al día de cinco años separadas, la gente que supo de nuestra pelea y después nos vio juntas lloraba emocionada de que las dos almas gemelas estuvieran juntas nuevamente. De esas amistades que una ya sabe lo que dirá la otra en tal cosa o lo que hará en tal circunstancia. Que sabe su forma de reaccionar, lo que le gusta y disgusta. Ambas con un carácter del demonio pero una más efervescente que la otra, en este caso exclusivo la serena siempre he sido yo.
Ahí estaba mi amiga con la fila de hombres como siempre, pobre es de todos los días tiene una belleza física exuberante. Todo el mundo siempre pensó que nuestra amistad ha sido un amor de pareja algo así como ella la casada y yo la amante de siempre.
Cuando a los dos meses de habernos reencontrado le dije que emigraría en un mes me acusó de abandonarla pero también supo que si no emigraba un día le llegaría la noticia que en su vida iba a querer escuchar. Emigré y nuevamente nos separamos.
Cuando empecé a escribir todo mundo se sorprendió menos ella que había leído tantas cosas que yo le había escrito y expresado en dibujitos y tarjetitas de adolescente, por cierto que quemó el día que supo que su novio me besó.
Nuevamente un embate nos separó por alguna razón su pensamiento ideológico es de derecha y el mío de izquierda, ¡qué terrible para una amistad! Qué difícil respetar y guardar la cordura y no sobrepasar los límites, ¿cómo sobrevive una amistad cuando esto sucede? Después de dos o tres sacadas de madre mi amiga me mandó al carajo y yo paciente le dije nuevamente: aquí estaré cuando recapacités.
Recapacitó y volvió a mis brazos.
La prueba de fuego sucedió cuando leyó en uno de mis escritos acerca de mi identidad sexual, le tocó a ella lo del vahído y los ataques. Le dolió tanto y más mi decisión de no parir, me decía que si alguien en esta vida sabía ser mamá era yo, que no era justo que no pariera, que no podía privar a las crías de mi amor. Le dolió enterarse en uno de mis escritos y no por mi boca. No le disgustó lo de mi identidad pero se sorprendió porque siempre anduve trincándome con cuanto patojo se me dio la gana, ella había tenido novios pero a mi me encantaban los trinques, soques, prenses sin ningún grado de compromiso, así es que conoció mi harem de hombres.
No sé cuántas veces me preguntó en la conversación telefónica, ¿cómo sucedió? ¿por qué no me lo dijiste? Porque apenas me acabo de enterar. No es posible. Sí, si es posible. A la Negra si vos tan dulce que sos me preocupa que te consigás una lagartona. No, no me gustan las lagartonas. A la Negra osea que ahora tendré cuñada en lugar de cuñado. Bueno, así parece.
Negra pero mirá pué, a la Negra tan fuerte esa noticia. ¿Por qué fuerte? Porque yo te hacía con un tu negro de Livingston y con la marimbita de niños. Siempre te imaginé de mamá entrenadora, llevando a tus hijos a nadar, a jugar fútbol, a escalar montañas, a andar en bicicleta. Mi hija se ha perdido de tanto al no compartir con vos.
A la Negra pero por favor no se te ocurra enamorarte de una lagartona. No, que no. Negra, ¿sí? Te quiero. Y yo te amo. Vos siempre tan transparente en tus formas de expresar. No conozco otra. Por eso te lleva el río. Bueno que me arrastre entonces.
Hoy me levanté pensando en mi Leche y en lugar de llamarla por teléfono decidí decirle que la extraño, a mi manera, como solía hacerlo cuando éramos adolescentes y le escribía las tarjetitas y le pintaba los dibujitos que fueron mi única expresión.
Hoy soy yo la que le cuenta las historias de emigrantes, a través de mi bitácora, desde este mismo país donde estuvieron sus papás en nuestra adolescencia y en donde actualmente está su mamá, que es mi compañera de nostalgias migrantes, ambas sabemos lo que es estar aquí, y su hija y yo sabemos lo que es quedarse allá. Soy un extraño puente que sabe lo que se vive de cada lado.
Para vos con el amor de siempre, Leche. Por siempre, tu Café.
Ilka Oliva Corado.
Enero 31 de 2014.
Estados Unidos.

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