Vello púbico.

Aparte del morbo que pueda crear en la imaginación las palabras: vello púbico hay un ramillete de estereotipos que lapidan la naturalidad humana con la que nacemos. Entre patriarcado, sumisión y encubrimiento femenino de las normas impuestas por modas, iglesia, patriarcado, prejuicios, patrones de crianza, sociedad e imbecilidad.
Es sucio, han dicho varias mujeres al referirse a los maniquíes que están expuestos en Nueva York que muestran ropa interior y que estos tienen la zona genital poblada de vellos y en el área de las tetas el sostén de tela fina en la que se ve claramente el par de pezones. -¡Excitados!- Yo no le veo nada de sucio es el cuerpo femenino, ¿nuestro cuerpo es sucio? ¿Una mujer que deje crecer su vello púbico es sucia? ¿A quién se le ocurrió la brillante idea de decir que el área genital tiene que estar depilada para estar limpia? Y lo peor aún, cómo solapa el género femenino este tipo de acusaciones que se han vuelto normas. Y no de higiene corporal sino de imbecilidad. Como aquello de que cuando hay frío y los pezones se erizan, es algo tan normal pero la gente te dice rapidito: tapáte porque te pueden ver y van a pensar mal. Hay muchos hombres aquí y los podés provocar. Se ve indecente, dicen. Al contrario de hablar con los hombres morbosos y decirles que es normal que los pezones se ericen cuando hay frío y que no hay derecho alguno en ver con lujuria a una mujer a modo de fulminarla y hacerla sentir acosada.
Y digo que la mujer y el hombre están en el derecho absoluto de hacer con su cuerpo lo que se les ronque la gana para eso es suyo y no le debe de importar a nadie. Si la mujer está a gusto depilándose las cejas, piernas, bigote, vello púbico pues que lo haga, pero por gusto propio, no porque se lo impongan normas invisibles pero torturadoras. Igual a los hombres que les gusta depilarle sus majestuosos pelos en pecho, o rasurar esas sus hermosas barbas cerradas, o depilarse las cejas, cortarse los vellos de las piernas, que lo hagan en su derecho y esto no los convierte en menos hombres o a la mujer que no se depila en menos mujer. Estereotipos que causan tanto daño a las personas.
He conversado del tema con varias mujeres de distintas edades a lo largo de mi vida y han sido pocas las que se revelan a seguir en el juego de la sumisión.
Cuando aun no había despertado a la vida sexual recuerdo que el consejo común era: vos flojita y cooperando que ellos hacen el trabajo. –Ajá-. Hacé lo que ellos pidan así no te duele. –Si pues-. Él es el que dirige e invita, vos no insinúes nada porque entonces van a pensar mal de vos. –Papo-. La postura de coito a tergo –a cuatro patas- ésta aunque te lastime la debés hacer porque es la que más les gusta y tenés que complacer a tu pareja para que no te deje. Un sin fin de consejos de mujeres “expertas” que ninguna seguí por razones obvias, las ovejas negras lo somos en todos lados.
Cuando las mujeres hablamos de sexo, relaciones sexuales, orgasmos, juegos de seducción y estamos en grupo somos lobas, desmenuzamos todo centímetro a centímetro, detalle a detalle: recuérdese que erróneamente estamos en perenne competencia y la de las aventuras sexuales no es la excepción. Lo primerito es despellejar vivo al amante o al amigo con derecho. Al esposo y al novio lo tienen un poquito en reserva pero hay bobas que los lanzan al ruedo a que les den a matar, como si fuera juego de trompos a los calazos, ¡hasta que los parten en dos! Después de que la jauría está enterada con puntos y comas de su fracasada vida sexual, se arrepienten de haberlo contado todo porque la jauría regularmente es solo eso, de amistad sincera nada.
Entonces prestas para medir el nivel del agua, cuántas técnicas de seducción sabe cada una, quién es más avispada que la otra y por supuesto con cuánta frecuencia fornican. Siempre están las que solo escuchan y nunca opinan y mucho menos exponer su intimidad para que ésta sea devorada por la jauría de experimentadas en los goces del sexo.
Las que solo reímos a carcajadas –es redundar pero me incluyo- al escuchar tanta fumada que se inventa la mara.
Están las fumadas que se creen de altos vuelos en experiencias esotéricas, sexo extremo –que ni idea de que exista la verdad- y maestras en maniobrar el minúsculo apéndice que las lleva a orgasmos de tercera dimensión. La forma en que lo cuentan, el tono de las voces, la expresión facial, la picardía y la pimienta que le adhieren te deja en claro que es fantasía que algún día quisieran llevar a cabo y que realmente sus vidas sexuales no son fuera de serie.
Por lo general las que tienen una vida sexual de envidiar son las calladitas que aparentan ser mosquitas muertas. Já, agárrense con ellas. ¡Aplausos a las arrechas!
Están las cletas que siempre están diciendo: ¿hiciste eso? ¿De verdad? No, yo no lo he intentado ni sabía que existía. ¿A esa hora y en ese lugar? No, yo no me atrevería. ¿Todo ese tiempo? No, nunca he visto el reloj. ¿Con todos esos espejos? No, aquel no tiene dinero para pagar un auto hotel así. ¿De día? No, yo me agacho en el sillón para que no me vean entrando al auto hotel con él.
Entonces atacan nuevamente las de altos vuelos –que dicen tener- justo a la yugular: pero deberían intentarlo en un lugar público eso da frescura a la relación. Intentá con hielo o con miel ahí en el área que a él le gusta. Ojo, que no es en el área que vos difrutás sino en la que a él le gusta acariciarte. Para eso se tiene boca y se pregunta a final de cuentas o si realmente se disfruta de la compañía de la persona sin apresurarse al coito, se descubren tantas cosas con la pura percepción. Pero la mara solo busca y ve lo obvio porque carecen de humildad para disfrutar lo intrínseco. Si hasta para eso hay que ser humilde, la sencillez es majestuosa. Un punto en contra para las fumadas.
¿Qué tal si a vos no te gusta que te acaricien –chupen, laman, muerdan, soben, Etc.- los muslos? Y lo que te enloquece es que te –chupen, laman, muerdan, soben, Etc. – acaricien los tobillos. Todas las personas somos distintas y es lo que pasa que no nos sabemos disfrutar ni amar diferentes.
¿Y qué tal que no le gusta que le acaricien el cuello sino los codos? ¿O en lugar de la espalda el costado?
Pero si a él le gusta esa postura hacé un esfuerzo aunque te lastime por poquito tiempo para complacerlo porque entonces se buscará otra que sí lo complazca y perderás a un gran hombre solo por algo tan mínimo. Otro punto en contra para las baquetudas sabiondas.
Las que se confiesan: me desgarró tal punto de la vagina porque no esperó a que mi cuerpo estuviera listo. – O fue brusco, violento-. La pregunta de la jauría. ¿Y por qué lo permitiste? Porque así le gusta a él y yo lo quiero y es la forma de demostrarle lo mucho que lo amo. Ahí van las experimentadas a decir: bueno pero de vez en cuando está bien, así él quedó feliz y tú tranquila porque no se irá con otra. Ya no hay puntos para quitar, entonces hay que darles un garrotazo en la maceta a las “aconsejadoras”.
La confesión habitual: él quería sexo anal y yo nunca lo había tenido y me lastimó y quiere seguirlo teniendo pero yo no quiero, ¿qué debo hacer? Ahí va la jauría pues: bueno, puedes buscar aceites corporales, cremas que ayudan a relajar y así no sentirás mucho dolor, pero sí hazlo porque por lo general a ellos les gusta y hay que complacerlos porque para eso somos sus mujeres. Con un palo en medio de los dos ojos a las “ experimentadas¨.
Por lo general la mayoría de sabiondas –que se las llevan de- son amantes de hombres casados, generalmente por dinero, comodidad, puesto laboral… Se creen gallinas libres lejos del tapesco y son las que más sometidas están porque deben hacerlo a la hora que el amante quiera, el día que él quiera, en el lugar donde él quiera, la postura que él quiera y hacer lo que él quiera porque para eso es su esclava sexual, para eso le compra carro, le paga el teléfono celular, le regala viajes vacacionales y le compra sus lociones caras. Sí, y es la más celada, la más controlada, las más agredida, porque el que el hombre la mantenga la convierte en un objeto de su propiedad en todo el sentido de la palabra.
Cuando en realidad el sexo sea cual fuere la circunstancia que llevó a dos personas a compartirlo debe ser en mutuo acuerdo y sin que esto lastime a ninguna de las dos. Disfrutarlo. Si esta experiencia le causa dolor, angustia, se siente agredida, humillada, objeto, entonces mujer no tiene nada que estar haciendo con esa persona. Vístase y váyase o que se vista y que se vaya él.
Si se es amante nada más por el placer sin depender del hombre económicamente la cosa cambia, ella pone sus límites pero son pocas las mujeres que disfrutan de esta variante la mayoría vende su libertad a cambio de un centavo que a veces tiene forma de carro de último modelo.
La mayoría aconseja: tú eres la que tiene que despertar el interés sexual en él. Provócalo, incítalo. Vístete de tal forma. Cómprate esta loción y ponte este color de pintalabios. Los zapatos de tacón y las medias negras o rojas los excitan porque ellos son visuales. Son distintos a nosotras. Y sí hay inocentes que se lo creen, creen que son las culpables de que las cosas en su intimidad sexual con su pareja no marchen bien. Creen que tienen que dormir pintadas para que el hombre las vea hermosas y no las cambie por otras. Y sí, lo triste son consejos dados por mujeres. –En otro viaje les cuento mis conversaciones con hombres, muy interesantes-.
No soy una experta en sexo, no soy sexóloga no he ido a una universidad para estudiar comportamientos, reacciones, acciones, causas, post y pre. Y claro está que lo que he escrito aquí no significa para nada que así suceda con todas las mujeres, estoy hablando exclusivamente de mi experiencia personal en las conversaciones en las que he participado, usted tal vez tendrá experiencias distintas y muy lejanas de lo que yo he contado hoy. Han sido muy pocas las mujeres con las que he compartido que se revelan a estos lineamientos, a solapar estos estereotipos, a someterse al deseo y voz de un hombre. Son tachadas de putas, locas, ovejas negras, pervertidas, brujas, ¡y son exquisitamente divinas!
Y quiero terminar la charla el día de hoy –oíme a mí, la charla cuando no doctora genitales- con el tema del vello púbico que es con el que inicié. Si a su pareja no le gusta que usted tenga vello púbico pues es muy su clavo con que le guste a usted y se sienta bien es todo, no haga absolutamente nada para complacer a nadie si esto implica que usted se sienta agredida, abusada, expuesta, lastimada física y emocionalmente. No caiga en el juego de los estereotipos, no se deje embaucar por lo que otras personas digan que es lo normal y lo correcto. Que en todo caso es solamente lo ordinario.
Usted no tiene que ser igual a la mayoría, sea usted misma, siéntame bien con usted misma, ámase. Si a usted le gusta depilarse hágalo y si a otras personas no les gusta que lo haga pues allá ellas es clavo de ellas no suyo. Si no le gusta depilarse no se depile, y deje que el mundo se pare de pestañas.
Y pido por favor mujeres, no nos lancemos a despellejar vivas a quienes se niegan a caer en el burdo juego ir con el rebaño, cada persona tiene el derecho a ser diferente en todo el sentido de la palabra. No estamos en posición de aconsejar a nadie, ni de obligarlas a que hagan lo que para unas ha resultado de beneficio. Si quiere recomendar entonces diga: que no se dejen manipular, lastimar, que no guarden silencio, que expongan, que decidan, que defiendan su cuerpo, su espiritualidad, sus derechos y que ante todo sin importar las circunstancias sean ellas mismas sin temor alguno.
Nada de andarles diciendo que se depilen porque así les gusta a ellos verlas, que se depile porque entonces razón tienen ellos de no practicar sexo oral frente a tal monte de Venus, y por favor nada de adiestrarlas con el tema que ellos sí pueden quedarse con el vello púbico y ellas no porque son hombres y es su derecho y ellas son mujeres y su papel es seducir. Eso venido de una mujer es atentar contra la libertad, la dignidad y la honra del género femenino.
Dedico este escrito con amor profundo a la jauría de mujeres allá afuera que en lugar de ayudar a que otras se emancipen de tantas cadenas, lo que hacen es que bajo el manto de la “experiencia” les ponen un doble candado. Eso se llama traición y se paga con retroceso de la lucha hacia la redención total del género.
Ilka Oliva Corado.
21 de enero de 2014.
Estados Unidos.

4 comentarios

  1. Rosa del Carmen Bercián Vargas

    Excelente definición de la envidia que trata de reducir a la mujer a niveles de cosa. Si el mundo fuera dirigido por mujeres que se respeten y respeten a las demás, todo sería distinto. Tratemos de ser unidas no de destruirnos unas a otras, ya suficiente tenemos con que otros nos cosifiquen. Saludos.

  2. Justo y cabal, tu comentario está hecho para la gente de doble moral, ojalá lo logren interpretar.
    saludos

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