Día de las Mujeres Migrantes.

El 10 de enero del año 2001 Marcelina Meneses una mujer bolivariana emigrada hacia Argentina y su hijo Joshua Torres de diez meses de edad fueron lanzados desde el interior de un tren en movimiento, hacia las ferrovías donde murieron instantáneamente. El único testigo que se presentó a declarar dijo que fue un hombre argentino quien los lanzó.
Ese fatídico día Marcelina se dirigía hacia el hospital Fiorito de la localidad de Avellaneda y viajaba de pie pues el vagón iba llena de pasajeros, al percatarse que estaba cerca de la estación donde tenía que bajar acomodó al bebé en su perraje y las bolsas en sus manos y comenzó a caminar hacia la puerta, en el movimiento rozó sin querer a uno de los pasajeros que inmediatamente le gritó ¡bolivariana de mierda! La mujer no contestó y siguió caminando hacia la salida.
El xenófobo siguió insultándola y despotricando contra las personas bolivarianas, uruguayas y peruanas emigradas acusándolas de ser quienes les quitaban el trabajo a los argentinos en su propio país. De aquel vagón lleno de cómplices y xenófobos uno solo hombre se atrevió a denunciar. Mientras tanto la compañía ferroviaria Trenes Metropolitanos negó rotundamente que la pasajera viajaba en uno de sus trenes, la versión oficial sigue siendo que ella iba caminando con su hijo cuando cayeron sobre las vías.
La misma policía que asistió al lugar al ver que se trataba de una bolivariana no prestó el menor interés en investigar cómo sucedió y cuando el único valiente testigo se acercó para contarle a un policía lo que vio, éste lo empujó hacia la muchedumbre haciendo caso omiso. Las mismas autoridades de la localidad trataron de encubrir la realidad de lo sucedido, con testimonios falsos de policías y bomberos que llegaron al lugar.
Sería días después cuando familiares de Marcelina se movilizaron pegando carteles en postes de luz y árboles en las cercanías de la estación, preguntando quién había visto lo que sucedió y pidiendo ayuda para testificar. Fue entonces Julio César Giménez quien los contactó, el valiente testigo que también viajaba en el vagón y observó todo desde el principio.
Trenes Metropolitanos inmediatamente trató de sobornarlo ofreciéndole cuanta cosa pudo pero la honradez del hombre no se vendió. En esos días los y las migrantes bolivarianos unían denuncias, luchas y abrazan el derecho de emigrar que tiene todo ser humano, crearon entonces el Movimiento Bolivariano de los Derechos Humanos, para exigir justicia desde un frente más organizado. Un año después vería la luz del día la Asociación Civil y Cultural Yanapacuna. Ambos frentes vigentes hasta la fecha, más fecundos que nunca.
El diez de enero de 2014 se conmemoraron trece años de las muertes de Marcelina y su hijo Joshua y dos de creada la ley N. 4409 sancionada el día 10 de diciembre del año 2012 por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que recuerda las muertes de Marcelina Meneses y su hijo Joshua Torres. Por esto se celebra en Argentina el 10 de enero como el Día de Las Mujeres Migrantes. Que invita a reivindicar los derechos de las mismas.
Observo detenidamente la fotografía de Marcelina con su hijo guindado en un perraje sobre su espalda y reflexiono en que puedo ser yo con mi cría, puede ser usted con la suya, su hermana, su amiga, su compañera, su esposa, su vecina, su hija: todas con sus crías guindadas en un perraje, sobre sus espaldas migrantes.
Marcelina es el rostro de millones de mujeres que se ven obligadas a emigrar por las razones que se ven todos los días en todas las esquinas de las avenidas y, que se respiran todos los días en las entrañas de los países que en quimérico desarrollo, el sistema y tiranos hacen desmoronar. Marcelina es el rostro de la migración de razones no visibilizadas.
Marcelina es el rostro de todas las mujeres que cruzan fronteras todas las horas, de todos los días, de todos los años. ¿Hay razón para agredirlas? ¿Para golpearlas, discriminarlas? ¿Qué lo hace usted mejor ser humano que ella? ¿Un papel que indique su “legalidad” de movilidad? ¿El dominio de un idioma, su idioma que no es el de ella pero que está esforzándose por aprender? ¿Hay razón para explotarla laboral y sexualmente? ¿Para desaparecerlas? ¿Asesinarlas?
Anoto la historia de Marcelina y reparo en que las yemas de mis dedos y las niñas de mis ojos están llenas de historias y de imágenes de mujeres y hombres migrantes que han caminado a mi lado a lo largo de mi vida, a quienes se les discriminó, golpeó, deportó, por no haber nacido en Guatemala y no tener el documento del soborno que permite el transito libre. Cosas que en mi infancia no entendía mi intelecto pero que hacían llorar a mi corazón.
Tantos nombres, rostros, edades, se deslizan en mi memoria en estos momentos, gritos, llantos, súplicas, abrazos, aromas, sonrisas, transeúntes de un mismo bulevar que ahora camino desde esta lejana aurora en perenne diáspora.
¿Y a usted? ¿Qué le provoca el nombre de Marcelina Meneses? De las Marcelinas del mundo entero.
Ilka Oliva Corado.
Enero 14 de 2014.
Estados Unidos.

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