Gasolineados.

Para trozar a los demás nos pintamos solos en Guatemala. Es nuestra especialidad. De ayudar y de solidaridad nos hacemos los desentendidos. Haga de cuenta usted que no entiende el idioma. Y ni a palos tampoco. Y a pichinga menos.
No hay que ir tan lejos, ni fingir ser intelectual, ni fumarle el puro a Maximón para percatarse al pedalazo que en Guatemala somos ladrones por excelencia. Y no por necesidad sino por avaricia. Porque aparte es que usted no tenga nada qué comer y sus crías le estén llorando de hambre y se vea obligado u obligada a robarse un pedazo de pan, otra cosa es que en un puesto de gobierno usted desfalque para llevarse su matate hacia islas caribeñas y dormir la mona en hamaca de hotel cinco estrellas a costillas del dinero del pueblo.
Otra cosa es que usted siendo vendedor ambulante le suba el precio a sus productos por el puro afán de ganar extra sabiendo que con esto está estafando a los vecinos de su comunidad que pobres como usted acuden al mercado de la localidad para calmar el hambre del día a día. Si usted como transportista sube el precio del pasaje en días de fin de año por la pura gana de hacer su aguinaldo a costillas de las y los pasajeros. Si usted vende en su carnicería carne de perro callejero que se robó, en lugar de la de vaca que se evitó comprar. Si usted dueño de librería le sube el precio a los útiles escolares justo en enero. Si usted costurera le sube el precio a la confección de uniformes por el puro afán de ganar extra en enero, más sabiendo que sus vecinas y las mujeres de su comunidad en su mayoría son madres solteras, sepa que usted no es mejor persona que el trabajador de aduana que abre las cajas de encomiendas que envían migrantes desde Estados Unidos.
Si usted como catedrático le está robando el tiempo de aprendizaje a sus alumnos y alumnas inventándose actividades que en nada beneficiarán al desarrollo intelectual, cognitivo, físico y social. Si usted como doctor o doctora roba inventándose una enfermedad en el paciente para que recurra a usted y poder cobrar lo de las consultas.
Como sabrá hay de varios sabores. Tanto en el suelo raso como en las alturas de la clase pútrida se maneja la corrupción total y el irrespeto al esfuerzo del prójimo. Para no ir tan lejos vea usted nomás el ejemplo del tráiler que volcó con la pipa de gasolina, vaya usted a saber la necesidad de la pobre gente que acudió a las carreras a llenar hasta la ollas y las nicas con gasolina de la cisterna.
Le aseguro que si la pipa hubiese estado llena de agua y fuera este vital líquido el que se estuviera derramando a media calle ni cuillo le hubieran hecho, la hubieran dejado convertirse en río y ni sus luces e ir a acarrearla.
¿Por extrema necesidad irían a robar la gasolina? No, por supuesto que no. Ese asalto masivo fue un descaro total. Aquello parecía turba y le aseguro que hasta a los planazos su hubieran sentenciado si alguno hubiera querido salir más listo que otro.
Esa escena de ayer es tema perfecto para tocarse en salón de universidad en clases de psicología y sociología, hasta se pueden sacar exposiciones y realizar exámenes cortos. Hay mucha tela para cortar y no sería necesario recurrir a la habitual película Hannibal como recurso didáctico. En Guatemala tenemos colorido y vasto contenido en el día a día para estudiar y analizar causas y comportamientos de tan desmemoriado pueblo que igual en individual como en masa para joder a los demás se prestan solos.
Tanta emoción les dio la idea de poder llenar los tanques de sus automóviles con gasolina robada –y guardar lo que se gastarían en comprarla para el chupe- que no les importó cualquier incendio y posible explosión que los dejaría convertidos en polvo. Pero quien por su gusto muere, la muerte le sabe a gloria. De haber sucedido así hoy estuviera el pueblo entero pidiendo coperacha para enterrar a sopotocientos ladrones que fueron a robar gasolina y resultaron achicharrados. Noticia internacional: muerte masiva de personas que acudieron a robar gasolina al volcar camión cisterna.
No faltaría el periodista internacional solapador que dijera: es que estuve en Guatemala en la fecha tal y tal y el estado de calamidad en que vive la gente es deplorable se necesita ayuda internacional. Se comprende que en su necesidad robaran la gasolina. Entonces llegan las marmajas de ayuda del extranjero y es dinero que se roba la gente del gobierno. O lo invierten en la lavada de coco de crear empresas fantasmas que exportan champó de zapuyulo y zumo de güiscoyol, échele pluma más la siembra de brócoli injertada con repollo rojo, una exclusividad de las onzas guatemaltecas.
Pero de haber sido gente de la aldea de pueblo defendiendo la tierra que el gobierno quiere convertir en minería y exigiendo la devolución del dinero que el alcalde se robó y que había sido predestinado para la construcción de la carretera, el centro de salud y la compra de medicina, y el descarado lo invirtió en compra de transporte propio y en la construcción de un hotel y en una abarrotería para herencia de sus hijos, a esa pobre gente le hubieran echado el ejército encima y al pedalazo impuesto estado de sitio.
El mismo periodista solapador dijera en noticia internacional: gente inconsciente de un poblado toma salvajemente como rehén al alcalde de la localidad y a su familia y amenaza con quemar y destruir sus bienes, no hay razón aparente más que la envidia del arduo trabajo de la máxima autoridad del poblado. Por lo cual el ejército se vio en la obligación de intervenir y de imponer estado de sitio, cuestión que al llevarse a cabo resultaron muertas siete personas de la avalancha humana que desconocedora del camino correcto para el diálogo intentó matar a varios soldados.
Entonces los mismo guatemaltecos dirían: maten a esa gente haragana que solo busca alimentarse a costillas de otros. ¡Qué trabajen!
Esa misma gente que grita que los maten es la que en ejemplo masivo realizan actos como el de ayer por la tarde. No, no es la necesidad la que hace robar a la gente, es la pura fascinación de obtener las cosas sin esfuerzo alguno. Y en ese costal se van desde el presiente y la venta de la tierra que no es suya, hasta el barrendero que vio que una señora votó su monedero y no la llamó para devolvérselo, sino que se lo embolsó. Así pues de abajo para arriba y de arriba para abajo somos el rostro del descaro, de la burla, de la estafa y de la corrupción. No nos quejemos y aguantemos vara pues.
Tanta culpa tiene quien lo hace como quien calla. Como quien observa y se da la media vuelta. Como quien corre a llenar hasta la pacha de la cría con gasolina para encender el fuego del polletón. Mismo nivel de inconsciencia cuando va una ambulancia pidiendo vía, en una situación de emergencia en que la vida de alguien pudiera estar en peligro. Ahí están las y los conductores haraganes que no quieren abrir el paso y están los chispudos y descarados que se guindan atrás de la ambulancia y ahí van pues echos pistola para ahorrarse lo del tráfico. Así en cosas mínimas pero vitales, nos damos a conocer las y los guatemaltecos.
Así pues nos merecemos un gobierno corrupto y ladrón, ¿qué más se esperaría en un país de corruptos y ladrones? Nos merecemos un genocida de primer mando, ¿qué más se esperaría en un país que se ensaña en eliminar la memoria histórica?
Somos tan aventajados que tenemos memoria selectiva y en Guatemala la utilizamos a cabalidad, fingimos entonces borrar y eliminar lo que nos compromete, lo que nos exige, lo que nos suplica dignidad, lo que nos exige justicia y un análisis crítico.
Y guardamos entonces lo cómodo, lo suave, los fácil, el agua de corriente para no tener que nadar solo dejarnos ir sin menor esfuerzo. Así es nuestro cinismo. Así nuestra hipocresía. Así nuestra apatía.
Qué belleza fuera que en lugar de robar: aire, conocimiento, espacio, dinero, tierra, oportunidades, hiciéramos hasta lo imposible por compartir, por crear, por unificar, por aprender y sobre todo por buscar justicia y mantener la soberanía de la dignidad y de la equidad como nacimiento mismo de donde emana el amor a la vida.
Sigamos robando, vénganos en tu reino mientras se pueda, sigamos engazándonos que para eso solitas y solitos nos echamos cal.
Mientras tanto les saludo desde esta gélida Ciudad de los Vientos en enero de tormentas invernales. Por vida suya mándenme un mi tolito de atol de masa y un mi tamalito de brijoles. Y si no es mucho pedir, de contrabando envueltos en hoja de guineo, los caminos reales del oriente guatemalteco que en estos días amarillan con la lindeza de la flor de Chacté.
Ilka Oliva Corado.
Enero 05 de 2014.
En mi tabuco.

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