Crónicas de una Inquilina.

Apenas ayer que fui a nadar, me decía una señora: ¡por qué se cortó el cabello si tan lindo que lo tenía! Rezo de prácticamente todos los días de este año. Me lo dicen en la gasolinera, en la panadería, en el supermercado, en la librería, a donde quiera que voy me reclaman como si derecho tuvieran de decidir en mi cuerpo. Para diciembre de 2012 me lo corté prácticamente de raíz. Llevo un año en que las personas creen deducir que algo malo pasa dentro de mi cabeza, que no sé razonar muy bien y que estoy pasando por un momento terrible en mi vida, solo así logran explicar cómo alguien pudo mutilar una parte de su cuerpo. Una de las más hermosas, la que le da feminidad a la mujer. He trabajado muy fuerte en equilibrar mi temperamento, antes me enojaba cuando me preguntaban y las respuestas salían de mi garganta con la fuerza letal de mis entrañas, ahora me da por reír. Estoy aprendiendo a relajarme.
Para finales de febrero me volví vegetariana, atice extra para que en serio pensaran que yo me quería suicidar de a poco, no comer proteína animal me convirtió en la fea de la fiesta. La rara, la extraña, la enferma. Los comentarios que algunos subidos de tono anunciaban que mi fin estaba cerca. Sin embargo esas mismas personas que me vieron durante años sumergida en el alcohol nunca preguntaron por qué bebía tanto y si podían ayudarme a salir de ahí, tampoco sentenciaron que mi fin estaba cerca, era normal tal vez que yo fuera parte de las estadísticas de personas que buscan refugio en el alcohol, lo anormal era salir de ahí. Logré hacerlo entonces soy una absurda.
Para esos días de primavera empecé a leer a Virginia Woolf y quien me vio con el libro en la mano y sabía que yo escribía me decía que por favor no me fuera a suicidar en un río al igual que la escritora, porque sería el colmo.
Bajé de peso y dejé de ser hermosa para los ojos de quienes buscaban fisgonear dentro de mis poros, los pretendientes querían mis caderas de vuelta, se sentían con derecho de exigírmelo como lo hacen con sus amigas, con sus madres, con sus hijas, derecho de decidir y opinar sobre el cuerpo de una mujer. Haberme cortado el cabello les cayó como bofetada y el bajar de peso los fulminó. Sin embargo pensaron que yo lo que necesitaba era un buen hombre, -hablo en el tono sexual no en el de la conciencia humana- que me hiciera feliz porque mi amargura había llegado a los extremos.
Sin embargo nadie pudo percatarse que lo que estaba sucediendo conmigo era que por fin estaba saliendo a flote y no se percataron porque nunca pudieron leer mi interior, porque siempre se enfocaron en lo superficial, en la apariencia y en conjeturas. Porque siempre vieron mis piernas en pantaloneta y nunca lograron escuchar la voz de mi alma. Porque siempre fue más importante para ellos mi cabello y mis caderas y mi forma de bailar, que mis sentimientos y mi forma de pensar. Porque la mujer que por sexual y exótica que les atraía se estaba desapareciendo. Sin embargo sigo aquí y no se han dado cuenta porque en sus mentes solo habita el coito y la pasión y no la esencia de la vida que no tiene nada que ver con cama alguna.
Querían pues a como diera lugar tenerme en sus camas, la siempre negada –y no por santa, casta y pura- tenía que ceder, era el momento según ellos más débil en mi vida y como buenos hombres tenían que ofrecerme refugio –en sus camas-. Mientras tanto mi fuerza interior iba emergiendo más estable que nunca, me llevó las venas, los poros y se afincó en mi voz y en mi forma de pensar, de expresar. Ellos me desconocieron totalmente. Yo estaba dejando de ser la niña con miedo de vivir. La adolescente jugando a ser mujer.
Para el verano me llené de aretes las orejas y sirvió para que decretaran que necesitaba ser internada de emergencia en un hospital psiquiátrico. La noticia de mi identidad sexual los aniquiló. Y lo grité a los cuatro vientos no porque fuera necesario, porque a nadie le incumbe sino porque hay tantos cambios que faltan por hacer para que este mundo sea justo y se respeten los derechos humanos de todas las personas sin importar eso mismo, la identidad sexual, deberíamos de tener los mismos derechos y obligaciones.
Fue como pararme desnuda en una palestra que todo mundo me viera y me lanzara piedras y se creyera con derecho absoluto de mandarme al infierno porque Dios castiga a las personas diferentes, hombres se apuntaron para devolverme a la heterosexualidad y confirmaban que con una buena noche en sus brazos todo cambiaría. Yo recibí las críticas con más solidez en mi fuerza interior, sirvió para que quienes fingían amistad se retiraran inmediatamente, hombres que juraban amarme contra viento y marea fueron los primeros es huir y se convirtieron en mis críticos más ácidos, como por arte de magia el amor se les esfumó.
Mujeres me vieron con ojos de desconfianza pensaron que me atraen las mustias, las de doble moral, las de joyas finas y pobreza interna. Lejos están de conocerme, ni idea tienen de quién realmente soy.
Lectores del blog anunciaron que los había decepcionado y dejaron de leerme, por otro lado llegaron más y de distintas partes del mundo y se acercaron y ahí están. El que yo abriera las puertas de mi corazón y ventilara mi identidad sexual sirvió para que otras mujeres y hombres que también eran diferentes, vieran en mí a su máxima expresión de rebeldía, entonces lectores que lo eran se confesaron, mujeres que lo eran comenzaron a escribirme, querían que yo contara sus historias, querían que yo supiera lo mal que la pasan viviendo en sociedades castrantes, de doble moral, prejuiciosas y homofóbicas. Me fui al desfile de la identidad sexual y tomé fotografías que subí al blog, fue como una caricia y un abrazo a todas aquellas personas que tienen que vivir encerradas porque de saberlo sus patronos los despiden, la comunidad los señala, la sociedad los enjuicia, la iglesia los castiga y sus familias los rechazan.
No fue fácil para mí hacerlo, porque hasta el momento sigo siendo enjuiciada ante los ojos de quienes no entienden que los seres humanos somos más que carne y placer, somos seres etéreos, como el oxigeno mismo.
No era necesario hacerlo, me dijeron quienes ya lo sabían. Nadie leerá tu blog y tomarán tus palabras como las de una loca. Hacerlo te quitó la oportunidad de casarte con un buen esposo que de haberle tenido confianza bien le hubieras podido contar y te aseguro que hubieras podido vivir tus bajas pasiones con su permiso, muchas mujeres lo hacen y no se arriesgan, pero vos sos extremista te gusta darles en el hígado a las personas, pedís que te rechacen. Al rechazo ya me acostumbré crecer en un arrabal no es fácil, vivir en la miseria económica tampoco, ser morena en un país racista es un lastre, si no se tienen autoestima. Yo la acabo de conocer recién este año. Ser vendedora ambulante es sinónimo de invisibilidad. Ser migrante, no hablar bien el idioma, ser indocumentada es una dosis extra. Así que me rechacen por mi identidad sexual me vale pura estaca a quien no le guste que se vista y que se vaya.
Desde el momento en que salí a la luz hay un doble filtro en las personas con las que converso cuando asisto de muy vez en cuando a fiestas o eventos sociales, ya no saludan igual, huyen de tocarme, algunas dan la mano, otras no pasan del saludo cuando antes hacían todo lo posible para que sus nombres salieran en mi blog –cosa que nunca hice- perdí el prestigio que ellos mismos me habían dado, al que nunca le hice caso.
Sin embargo los arribistas siguen insistiendo en que las manos de esta migrante escriba sus nombres y sus grandezas. Me sigo negando.
Quedaron las amistades puras, las verdaderas que en su mayoría son de Ciudad Peronia, quienes me conocieron de niña y de vendedora de helados. También conocí a otras que se instalaron inmediatamente en mi alma y con quienes compartí la alegría de mi liberación.
Un cambio profundo arrancó muchas cosas de raíz y abrió las ventanas para que fluyera la brisa, fue así como nacieron varias secciones en mi bitácora: Encuentros, Radio Cututuy, La Hoguera y Transgredidas.
La Hoguera fue la fascinación porque hablaba de sexo y fuego. Radio Cututuy la cómica en jerga de arrabal y de oriente. Encuentros que es sección de entrevistas, pero la que provocó desencanto fue Transgredidas. Se alejaron varios lectores y lectoras que estaban acostumbrados a leer mis pesares, mis culpas, mis nostalgias, mis tristezas, mis arranques de niña de arrabal, mi inmadurez, mi rebeldía, mi debilidad. Seguramente les despertaba sentimientos de lástima y misericordia y por esa razón estaban ahí para decir: pobrecita la patoja.
Cuando me atreví a gritar y dejé de guardar silencio y de ver hacia abajo se asustaron y se largaron. Era de desconfiar de una patoja que durante años había escrito sus letras con lágrimas enredada en sus propios tormentos, pero liberada ya no le gustaba a nadie o a unos pocos. Entonces las personas que se alejaron fueron las de Guatemala y se acercaron de todas partes del mundo, que hablan otros idiomas, que han cruzado fronteras, que tienen una visión de transformar este mundo y dejarlo mejor de lo que lo encontraron. Personas con mente abierta, con alma pura y con la misión de denunciar. Aquellas que tiene títulos de universidad y no lo andan gritando a los cuarto vientos ni los usan como carta de presentación.
Así fue como Transgredidas solita sin ayuda mía tomó vuelo y escogió sus propios horizontes, la vi partir feliz y agradecida. Porque llevaba consigo la denuncia de la injusticia, la invisibilidad de las mujeres que cruzan las fronteras de la muerte, las que son víctimas de trata, las que son explotadas, las abusadas, las desaparecidas y asesinadas que como único delito han emigrado en busca de un mejor futuro.
Perdí el miedo y decidí aportar con la única forma que tengo de expresar a cabalidad: con mis letras.
Muchas personas me dijeron que esas historias desmotivan, que entristecen, se preguntaban si eran parte de mi mente maquiavélica o así era la realidad. Solo hay que tener dos dedos de frente para quitarse la venda de los ojos y ver lo que es obvio.
Transgredidas hoy por hoy está en los cinco continentes gente que no sabía lo que pasan quienes migran hacia Estados Unidos de forma indocumentada pisando terreno latinoamericano hoy tienen noción de las vejaciones que se viven en tierra de nadie.
Crónicas de una Inquilina creció enormemente este año, más que en la vida que llevan mis letras desde su creación. Dejé de ser la patoja del blog local, la de ida y vuelta entre Guatemala y Estados Unidos, dejé de ser leída por mi diminuto circulo de amistades y me convertí en la cronista migrante. En la escritora y en la poeta. En la especie de periodista independiente. La que nunca ha dejado de ser niña heladera, ni mil usos y mucho menos migrante indocumentada.
Tal vez un día estos lectores y lectoras se cansen de leer mis crónicas y pierda popularidad, porque así es esto de subir y bajar. Yo seguiré aquí en la soledad de mis letras porque al final son la soledad y el silencio los que les dan la vida.
Crónicas de una Inquilina soy yo: son mis instintos, mis nostalgias, mis miedos, mis defensas, mis encierros, mis rebeldías, mis confusiones, mis preguntas sin respuesta, mis retrocesos y avances, mis luchas internas, mi poesía deshilada, mis amores, mis agradecimientos. Mis descubrimientos, mi emancipación, mi alma desnuda, mis venas expuestas, mis poros abiertos, mi ser vuelto letras. Pero también es: denuncia, realidad, imaginación, creatividad, dolor colectivo, lucha solidaria, abrazo sincero, crecimiento, desarrollo.
Crónicas de una Inquilina: es mi visión de la vida, mi verdad que no tiene que ser verdadera para nadie más, con que lo sea para mí es más que suficiente. Es sendero, el río que fluye, es niebla de otoño, nieve de invierno, es ceniza en el polletón, es teja mojada, el arada seca, es agua de quebrada, renuncia y aceptación. Es mi cabello corto, mis vellos en mis piernas, mis orejas agujeradas, mi alma emancipada. Un escalón por subir. Una cumbre por escalar. Un umbral, la puerta abierta, la ventana siempre de par en par, es mi reserva forestal. Mi bicicleta, mi lápiz y mi libreta. Es mi ordenadora. Mis madrugadas de poesía, mis noches de tranquilidad. Es mi eterna rebeldía de pantalonetas y tenis.
Para muchas personas seré una trastornada, una loca, una desquiciada, una inestable emocionalmente, una confundida, un ser que se mutila cada minuto de su vida, es porque no han aprendido a entender la esencia de la vida que no tiene forma, ni edad, ni género. Es porque aun no han aprendido a ver con los ojos del corazón y esa gracia solo la tenemos quienes habitamos en nubes pasajeras y tenemos nuestra propia camisa de fuerza, la irracionalidad es la belleza de la vida, es la paz del alma redimida.
Crónicas de una inquilina es vereda, cumbre, zanjón, es mi letra buscando su expresión.
Hace un año nacía Crónicas de una Inquilina…
Ilka Oliva Corado.
Diciembre 30 de 2013.
En mi tabuco.

3 comentarios

  1. Hola Ilka, no siempre tengo tiempo de leer despacito tus interesantes letras… lo lamento, porque son en verdad buenas y claras. Ya he dicho en otras ocasiones que me gusta lo que escribes y cómo lo escribes. Hoy quiero decir que admiro tu valentía, el valor no solo de tomar tus decisiones, sino también de plantarle cara a quienes no las entiendan, compartan, etc., y te juzguen. Valor necesitamos muchas mujeres para ser firmes y asumirnos… Te felicito y te agradezco que sigas escribiendo… trataré de seguir leyendo.

  2. Vicente Antonio Vásquez Bonilla

    Negrita linda: Un consejo: Bañate en aceite para que todo te resbale, aunque creo que no lo necesitas. Feliz 2014, Chentof.

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