En el éxodo que emprenden miles de personas alrededor del mundo cuando una embajada les niega el permiso de transitar libremente por tierras al otro lado de las fronteras, éstas se ven obligadas a realizar el recorrido en forma clandestina no con esto dejan de ser humanas y con esto tampoco son delincuentes. Es solo que la necesidad obliga a emprender travesías por tierras que no deberían de tener fronteras porque nos pertenecen a todos y a todas, tampoco debería de hablarse en plural con esa forma fragmentada en líneas geográficas.
Cuando usted lee el acta, la nota, el rosario, el testamento de los 30 derechos universales del ser humano se da cuenta que ni uno solo es respetado en tierra de nadie, a las y los migrantes de nadie, que se convierten en las muertas y los muertos de nadie. En las secuestradas, en los desaparecidos. En las violentadas en los torturados. En las esclavas sexuales, en los esclavos domésticos, en los esclavos del crimen organizado. Los mismos cuerpos que se vuelven polvo en fosas clandestinas, que se pudren en ríos y que se consumen en los desiertos.
Hoy se escribirán cientos de miles de artículos en los que se hablará de los derechos de los hombres que defienden la soberanía de la tierra, de las mujeres que defienden la voz de otras mujeres. De quienes ejercen las leyes en pro de la justicia. Derechos de obreros, de campesinas. ¿Alguien recordará a las almas que migran clandestinamente? ¿A las de los desiertos africanos, a los de los mares europeos, las de las cercas asiáticas? ¿Hablarán de las que cruzan los ríos en América?
Tal vez no, tal vez sí. Son las almas invisibles, las imperceptibles para los sistemas, visibles para los grupos delictivos autorizados por la firma de un gobernador y de una policía estatal, por un procurador y un presidente. Por los delincuentes que se sientan en poltrona custodiada por guardaespaldas de servicios secretos.
¿Y la voz de quien emigra sin documentos autorizados para transitar por tierras cercadas? ¿La dignidad de ser tratado como ser humano?
¿A quién le interesa esa sangre derramada entre murallas, ríos, desiertos y alambradas? ¿A usted, a mí? ¿A quién?
¿Quién piensa en las niñas violentadas cuando las arrancan de los brazos de sus madres para explotarlas sexualmente? ¿En los niños secuestrados para delinquir?
Derechos humanos: suena tan hermoso, tan romántico y es algo tan quimérico, pareciera un imposible.
En ocho días será el Día Internacional del Migrante. Sin embargo los invisibles seguirán siendo invisibles, los nadies, el irrespeto a la dignidad humana. Seguirán siendo las escorias de los sistemas, la carne fresca para la explotación.
¿Cambiará? ¿Cuándo cambiará? ¿Y usted, es capaz de percibir la existencia de los invisibles lastres que son obligados a emigrar? ¿Derechos Humanos? Es hermosa poesía para recitar.
Ilka Oliva Corado.
Diciembre 10 de 2013.
Estados Unidos.