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Atletas humildemente grandes.
Hay una canción de Fito Páez que reza así: “Quién dijo que todo está perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón, tanta sangre que se llevó el río, yo vengo a ofrecer mi corazón”. ¿Y qué más puede ofrecer una persona digna sino el corazón? La esencia, su mirada lozana y transparente, el estruendo de su v