Christian López un Cipote de Coatepeque.

Como si quisiera una encenizar los recuerdos gratos y enterrarlos abajo del polletón para no ver más que la brasa del fuego reciente ardiendo bajo el comal, de pronto llegan eso vendavales de noviembre y sin autorización soplan y mueven todo a su paso, también la ceniza por mucha agua que tenga encima  y por muy asentada que esté y hacen pues estragos en las memorias añejas que una guarda  bajo siete llaves.
La halterofilia ha sido parte de mi vida deportiva, practiqué ese deporte durante cinco años consecutivos en la Federación de Pesas. Sigue siendo mi rutina en el gimnasio ahora que soy migrante.
Una de las disciplinas más olvidadas del Comité Olímpico y de la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala. Se le unen los deportes de boxeo, marcha, Judo, karate, lucha grecorromana. Las instalaciones se encuentran en estados deplorables y ninguna comparación existe con las de Tenis, Bádminton, Gimnasia y Balompié. Sin mencionar los deportes ecuestres que son practicados al igual que el golf por la crema y nata de burguesía guatemalteca.
Deportes como Marcha, Jugo, Lucha Grecorromana y Halterofilia son practicados por cipotes y patojas que trabajan en oficios, algunos y con suerte han terminado los básicos y quienes han logrado cerrar pensum en educación superior son afortunados.
Son los menos beneficiados de becas que otorga el Comité Olímpico Guatemalteco y carecen de patrocinios, éstos son otorgados con pompa y aplausos a los deportes de equipo y a élites individuales practicadas por la burguesía del país.
Para cuando mis días  de entreno en la Federación de Pesas mis compañeros eran albañiles en su mayoría, cargadores de bultos de La Terminal, lustradores de zapatos y las contadas mujeres trabajan en maquilas. Dos o tres éramos  los privilegiados que estábamos cursando la educación media.
Yo veía entrar a mis compañeros con sus zapatos rotos, su maletín al hombro y una botella  de plástico vacía, que llenaban de agua del grifo del lavamanos de la federación.
Ellos tanto como yo no creemos  en las bebidas energéticas inventadas por empresas millonarias. No hay nada mejor que el agua pura.
Anoche se despidió un grande del deporte guatemalteco, un cipote pueblerino que llegó a la urbe capitalina con los sueños de pertenecer al deporte de élite del país,  empresa difícil siendo la Halterofilia una de las disciplinas invisibles entre el  engranaje deportivo del país.
A Christian López Bobadilla no habrá marea en redes sociales que lo despida, que lo llore, que lo aplauda, que hable del excelente ser humano que era. No, no habrá encopetados colgando fotos junto a él, no habrá gremio artístico, intelectual, que  por lo menos dediquen dos frases como despedida al destacado atleta.  Tampoco  “atletas”  de élites burguesas que den el pésame públicamente.  Razones obvias, Christian  pertenece a la clase invisible, al suelo raso, al último escalón  que sostiene un andamiaje de doble moral, como te veo te trato, qué me vas a dar a cambio, conectes van y conectes vienen es importante no soltarlos porque los podremos necesitar más adelante.
Para el entierro de Christian no se harán eventos para recaudación de fondos, en ningún salón lujoso, en ningún recital de alcurnia, en ningún palco alfombrado. Porque Christian es tierra, es pueblo, es plebe, es charco y lodazal.
No, tampoco los medios se volcarán  a realizar entrevistas a quienes  lo conocieron, a quienes compartieron con él el día a día. Habrá si acaso una nota de tres párrafos para mencionar su nombre nomás para que no se vaya en blanco.
Por ahí el Comité Olímpico Guatemalteco escribirá en sus cuentas de redes sociales que: se ha ido un grande y lo vamos a extrañar.
A Christian López Bobadilla no hay quien o quienes valiéndose de sus poltronas  expresen un dolor amargo por su partida. No.
A Christian lo sentimos quienes conocemos el sacrificio de entrenar en condiciones deplorables, en instalaciones de federaciones olvidadas por las autoridades deportivas, al cipote de Coatepeque lo sentimos quienes sabemos lo que es llegar a  la ciudad proveniente de un pueblo y de un arrabal. Quienes sobemos de la invisibilidad, de entrenar a deshoras. De nadar contra la corriente.
A Christian lo siente su pueblo, sus maestros de escuela, sus compañeros de entreno, el señor del autobús, la vendedora de chicles y la señora del comedor. Su familia, el señor de la farmacia, la señora que vende tamales y la costurera. El zapatero que le pegaba los tenis rotos. A él, lo sentimos los de arrabal, quienes respiramos en  la ladera. Quienes vimos en él  y en otros y otras atletas de  barrancos nuestra representación más leal.
El Cipote de Coatequepe es de lo mejor que ha parido la Halterofilia en la última década: Campeón Panamericano Juvenil  en México 2001. Participación en Juegos Olímpicos en Beijing 2008.  Medalla de Oro en Juegos Centroamericanos y del Caribe  Mayagüez 2010. Medalla de Plata y  Bronce en el Panamericano Preolímpico. Participó en Juegos Olímpicos de Londres 2012. Es poseedor de tres récords centroamericanos.
Christian es de los pocos atletas que practican la Halterofilia que logró graduarse de  Contador Público y de la educación superior en la carrera de Auditoría.
Christian tenía cita  hoy con los Juegos Bolivarianos de Trujillo pero decidió encaminarse hacia un podio aún más laureado, uno en donde solo están los inolvidables del deporte nacional, los inmortales, los que dejan huella, los que lo  dieron todo, los que se atrevieron a soñar  y  a romper las barreras de clases, a quienes a pesar de los pesares dieron a Guatemala las medallas que ningún riquillo jamás dará.  Gracias Cipote por tu entrega, por su sacrificio, por tu garra, por la decencia, por tu conciencia, por tu lucha a deshoras, por tu insistencia, por la gloria y por sacar el pecho y caminar de frente con el rostro en alto representando a la  clase invisible que es la única que da glorias deportivas al país.
Irá a un podio aún más importante que el de los Juegos Olímpicos y la preciada medalla de oro, el Cipote de Coatequepe está ya disfrutando junto a don Doroteo Guamuch y a los grandes paridos y crecidos en el arrabal y en el pueblo, los únicos que inmortales respiran en los corazones  de quienes amamos el deporte y somos de ese suelo  raso al que ellos han honrado.
Nos toca entonces a quienes quedamos  deportistas o no, honrar la vida  por nosotros, por nosotras y por ellos y ellas que ya se adelantaron en ese viaje eterno del que no regresa cuando el sueño es profundo.
Ilka Oliva Corado.
Noviembre 07 de 2013.
Estados Unidos.
 
 
 
 
 
 

Un comentario

  1. Es lamentable la perdida de un atleta tan valioso, los gobiernos no asumen su responsabilidad y compromiso de su bienestar y atención oportuna, todos nuestros atletas deben tener una cobertura de salud de alto nivel y especializada, señor presidente y funcionarios, asuman su responsabilidad con la juventud y nuestros atletas.
    Lamentamos mucho, la irreparable pérdida de Christian López valioso joven para nuestro país, para su familia, la niñez y juventud. espero le rindan un merecido homenaje y que sus triunfos permanezcan vivos, ojo señor Presidente de Guatemala, para que la juventud siga su ejemplo.

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