Romina.

11 de octubre Día Internacional de la Niña.

Mi  mamá me echó de la casa cuando supo que estaba embarazada de mi padrastro. Él dijo que yo  no le daba vida cuando estábamos solos en la casa y ella le creyó. Me pegó y me sacó el hijo, me pegó tan fuerte en todo el cuerpo que me dejó desmayada. Tenía tres meses y ahí se me cayó toda la sangre en medio de las piernas encharcado quedó el patio y la criaturita tirada, de ahí me fui a la casa de mi abuela y me quedé por unos días. Ella habló con un mi tío que estaba aquí –Estados Unidos- y él me mandó a traer con un coyote. Mi padrastro me violaba tres días por semana cuando mi mamá no estaba y me tenía amenazada que  si decía algo la iba a matar. Por eso nunca hablé con nadie porque no quería que le pasara nada a ella. Él  es malo anda armado siempre. No trabaja no sé de dónde saca dinero para comprar sus botellas de guaro. Me violó desde que yo tenía nueve años y  ando en los trece.
Con el coyote que es de  un pueblo vecino en  bus nos fuimos desde Asunción Mita hasta la frontera y cruzamos el río encaramados en unos salvavidas hechos de llantas infladas así fue como llegamos a Tapachula y de ahí nos fuimos en camiones que trasportaban verduras, el coyote me consiguió papales mexicanos pero eran falsos y en dos garitas de registro le tocó pagarle a los policías para que nos dejaran pasar pero en la última los policías dijeron que sí nos dejaban pasar pero si me quedaba un día ahí con ellos y el coyote dijo que sí y ahí en   un cuarto me violaron  no recuerdo cuántos exactamente pero fueron más de seis y en la noche me dejaron salir, afuera estaba el coyote esperándome me dijo que no llorara porque eso nos pasaba a todas y que debía de dar gracias que nos dejaron continuar. Viera que cómo me dolía el cuerpo y en medio de las piernas me sangraba, sentía como si cortada  hubiera andado, en cada parada tenía que estarme limpiando para no mojar el vestido y para orinar era un ardor que me hacía llorar. Unas pastillas para el dolor de cabeza me compró  él en una farmacia pero a mí me dolía mire usted más que la cabeza el alma, que suerte tan ingrata  la mía. Pero así nos pasa a las mujeres siempre decía mi abuelita y que tenemos que aguantar porque ese en nuestro destino. Ser fuertes y continuar.
Atravesamos todo  México  y en quince días ya estábamos en la frontera  por  el lado de Tamaulipas.
Ahí me dejó en manos de otro coyote que fue quien nos cruzó. Igual que en el otro río que divide Guatemala de México solo que  éste se llama río Bravo  el otro no recuerdo el nombre la verdad me lo dijeron  pero se me olvidó. En el río Bravo nos cruzaron en llantas a mí me agarró el coyote de la mano porque era la más chiquita de edad todos eran adultos ya, cruzamos como veinte personas  y  nomás llegamos a la otra orilla salimos corriendo a meternos en el monte.
Ahí estuvimos un día y medio  porque mucha patrulla pasaba y también avionetas, andaban con sus perreras listos para atraparnos, el coyote dijo que no nos moviéramos a mí se me tumieron las canillas y tenía hambre llevaba dos días sin comer. Al fin llegaron los carros en donde nos trasportaron a la casa donde  estuve como una semana y de ahí me fueron a dejar a un centro comercial donde me fue a recoger otro coyote que fue quien me trajo a California.
Aquí vivo en casa de mi tío con su esposa y sus cinco hijos, vine  hace cinco meses y trabajo en el corte de fruta en los campos del sur. Trabajo de cinco de la mañana a seis de la tarde. No me quiero regresar a Guatemala ya que crucé aquí  me quedo, a mi mamá le mando sus lenes cada mes para ayudarla para que coman mis hermanos. Tengo seis. Su esposo  no le ayuda en nada solo chupando se mantiene. Macho de bolo llega todos los días. Yo la ayudo porque pobrecita ella tiene la carga de todo y yo aquí pues estoy ganando más o menos y me ayudo con la renta porque solo le pago poco a mi tío y lo de la comida.
Sí, me gustaría estudiar pero ya ve que no se puede hay que trabajar porque sino no como olvídese y la verdad es que quiero comprarle a mi mamá su refri, su estufa, una su tele y quiero que mis hermanos vayan a  la escuela y dejen de andar trabajando de mozos en el campo. Viera qué duro es ese trabajo.
Sí, me gustaría casarme y tener tres niños o niñas lo que Dios me regale. Pues ya vamos a ver mi tío dice que hay un muchacho que me quiere cortejar y que ya habló con él  yo no lo conozco de lejos lo he visto nada más, es hondureño. También trabaja ahí en el campo pero en otro sector él es de los que fumiga y corta las ramas secas y recoge las frutas rancias.  Se ve buena gente el muchacho.
Pero la verdad quisiera estudiar y ser doctora para curar niñas embarazadas…
Ilka Oliva Corado.
Octubre 06 de 2013.
Estados Unidos.

5 comentarios

  1. Que mujer mas valiente, Dios te bendiga.

  2. Leo estas historias y me cuesta creer que en el mundo existe tanta indeferencia y maldad entre los seres humanos. En sicologiia aprendi’ que hacemos lo que nos hicieron cuando eramos ninos. Digo, sera’ que somos tan imbe’ciles como adultos de no saber la diferencia?

  3. siempre he dicho, que eres una mujer, valerosa y especial, tu denuncia enchincha la piel y me digo «puto mundo en el que vivimos, saludos Ilka

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