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Llegó el día.
Hace dos días me fui a cortar el pelo, tan cortito lo pedí que la estilista se trozó los dedos con la tijera, me dijo que si quería que me pasara mejor la máquina en el número cero le dije que lo iba a pensar y en la próxima visita al salón de belleza –que le dicen- le avisaba. Yo no tengo preferida