La etiqueta.

Vivimos en un mundo donde las personas somos etiquetadas en cuanto a nuestros valores morales, costumbres, carácter, normas sociales, clase social,  ideología, color, credo, grado de escolaridad y también por supuesto por nuestra orientación sexual.
Han pasado dos semanas desde que publiqué la fotografía con mi propia manifestación, el cartel decía: “Soy Ilka, enajenada, heladera, mil usos, escribana y poeta. Calle de doble vía indocumentada y puta. Bi género o sin género si preferís. Socialista. Pero no soy Camisa Blanca ni Come Mierda. Sí, anti homofóbicos y mustias. Qué nos definan las acciones no las palabras.” En la última línea me equivoqué porque debí haber escrito:  qué nos definan las acciones no el cubilete.
Todo fue escrito adrede, ninguna palabra fue producto de la efervescencia de mi carácter, fue mi propia manifestación en apoyo a los carteles colocados en las paradas de autobuses en la capital guatemalteca y que solamente duraron doce horas puestos, debido a la doble moral de algunos puritanos que atrás de las puertas resultan ser hasta zoófilos y que los hicieron quitar por atentar contra las buenas costumbres, e incitar al pecado a jovencitas y jovencitos que oran  dos padres nuestros todas las noches antes de irse a dormir.
Sabía perfectamente las reacciones que causaría un letrerito de esos y por eso mismo lo hice, fue una forma de medir el pulso a: aparentes amistades, fieles lectores que con pintas de Don Juan Tenorio pensaron que esta yegua galoparía en sus potreros, por algunas mustias que pegaron el grito en el cielo y pidieron a sus santos y a su vírgenes para la salvación de mi alma.
Para quienes me conocen y saben quién soy  y  de qué estoy hecha el cartelito ni los inmutó, tampoco lo  escritos que siguieron.
En cambio sí falsas amistades se dispersaron, rompieron filas y corrieron lejos de mí, no sin antes lanzarme su hiel, sus frustraciones y un recital de improperios.
En instantes dejé de ser ejemplo de:  niña trabajadora, de patoja de arrabal, de migrante… Ajá las etiquetas, me clavaron las etiquetas que no fueron más que  expectativas que ellas mismas formularon.
Dejé de ser entonces el ejemplo de docente de Educación Física se cerraron las puertas que dijeron estar siempre abiertas para mí por si algún día retornaba, no contratarán a alguien con semejante tipo de aberraciones. ¿Se referían a lo camisa blanca o a lo de come mierda?
En Ciudad Peronia resultó que quienes nunca me llamaron por mi nombre si no  por mi etiqueta de heladera quieren saber si Ilka es rara, ¡ajá, ahora resulta que sí soy Ilka ya no la heladera! Y no soy rara las rarezas son ustedes que no buscan oficio qué hacer.
Tres enajenados sacerdotes que lectores de mi blog que sentenciaban con dejar el sacerdocio si esta pecadora les quitaba las sotanas en sus confesionarios y que prometieron ser fieles amantes, amigos y esposos…, con el cartelito me lanzaron a la hoguera –bueno hubiera sido que a  la de mi bitácora- y me acusaron con la inquisición. ¡Soy una angelita lanzada del cielo al fuego vivo del infierno! ¡Por inmoral e inmunda! Pero antes del cartelito y lo de calle de doble vía, era la puta perfecta para cumplir sus fantasías sexuales.
Mustias lectoras que se ofendieron, yo no obligo a nadie a leer mi bitácora, si tanto que hay  para leer, no les meto mis pensamientos con embudo, ni mi forma de ver la vida, ni mucho menos quiero que piensen como yo, lo que sí exijo es que sea decente y con esta palabra me refiero a que tenga conciencia, a que no se azadón, si  pensando diferente, si con otra ideología, si con su religión usted puede aportar algo para que por ejemplo: no existan tantas crías muriendo de hambre pues bienvenida. Pero si aparte de todo es metiche, puritana, de doble moral y en lugar de ayudar estorba entonces guárdese sus improperios bajo la lengua y sáquelos cuando esté frente al espejo.
Ahora resulta que usted me va a venir a decirme a mí, ¡cómo vivir ! La hipocresía como mandamiento número uno de la doble moral.  Ya no sé si lo qué les escandalizó más si lo de puta o lo de bi género.
El cartelito fue mi apoyo a la distancia a quienes son señalados, sentenciados, insultados, violentados por ser. Por amar. Por tener en su sangre un virus. Por tener en su sangre más glóbulos blancos que rojos.
Un colador, de eso sirvió el cartel en mi bitácora y en mi vida. Porque los adeptos que siempre han buscado que esta yegua duerma en su corral hoy  se les acabó de golpe la lujuria de pensarme besando y retozando con otra mujer. Les ha dolido en lo más profundo de su orgullo de machos que no aceptara bailar una rumba con ellos en discoteca de verano  pero sí un buen tango con otra mujer.
Algunos no pierden la esperanza y desahuciados se han ofrecido a servir de conejillos de indias  para el experimento de volverme al otro lado de la banqueta, -aunque dejen a sus esposas esperándolos con la cena servida- ofrecen hotel, cama y vino. Pero lo más importante no lo tienen y no me refiero al pitío sino a la esencia misma de la vida: conciencia.
Las mujeres no dejamos de ser vistas como aparatos reproductores, “está bien que probés, que salgás de la duda, pero para formar una familia y ser alguien en la sociedad necesitás a un hombre a tu lado”.   Así me han dicho algunos. -En la misma forma en que otros se han creído con el derecho de decirme sobre qué y cómo debo de escribir-.  Claro y los hombres serían ellos, porque si resulta que es otro se mueren de igual manera. ¡Papo! ¡Debajo¡ ¡Saco!
Si la gente pudiera tener dos dedos de frente para comprender que el amor no tiene nada que ver con sexo y con género, este mundo no sería la cloaca que es.
De la noche a la mañana debido al cartelito me convertí en aberración, pero brincos dieran algunos homofóbicos por que esta mustia les bailara la danza de los siete velos y saciara su sed lamiendo en sus cuellos  las últimas gotas de una botella  de vino en un cama de hotel. Seré una abominación para algunas mustias, pero qué dieran por  ser las musas de mi poesía. Pero siendo aberración y abominación según ustedes les aclaro: el potrero donde esta yegua retoza lo escojo yo y las musas que alimentan mi poesía son exclusividad de mi alma y ahí no entra cualquier lánguida.
No me sorprende en nada lo que ha sucedido en estas dos semanas, es como si el aire dejó de ser ralo, se ha vuelto más respirable,  es como si la aglomeración de supuestas amistades, lectores, lectoras y supuestos adeptos, no ayudaba a desocupar el camino para agilizar la marcha.
No debe de importarnos lo que haga cada quien con su vida íntima, lo que sí debe de ser obligación es alzar la voz para que todas y todos tengamos las mismas obligaciones y  los mismos derechos. Para que todas y todos tengamos el derecho universal de amar. De expresión. De libertad. De ser. De vivir. De equidad.
Como tampoco es  feria espero que quien aun esté indeciso de irse pues ahora es el momento,  no impondré mi presencia a quien se sienta aludido  u ofendida con mi libertad de sentimiento y pensamiento.  Búsquese otro blog, otra amiga, otra conocida, otra ex compañera de estudios, otra mil usos, otra migrante, otra docente, otra, otra, otra… que de esas abundan, ¡yo soy exclusiva! –Y nada tiene que ver con ego-.
Con esto doy por terminado mi sermón de martes por la mañana antes de misa de las seis perdón hermanas y hermanos pero era justo y necesario, ahora vayan todos y todas a comulgar – o a fornicar-  que la hostia se enfría –y la calentura también-.
 
Ilka.
Julio 09 de 2013.
Tabucolandia.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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