Mala Hierba.

Mala hierba nos dicen, también drogadictas, huele pegas, ladronas y por supuesto putas.  Yo recuerdo a una patoja que fue muy popular en Peronia por la década de los noventa.  Aquella le valía pura estaca y se trincaba a cuanto chofer y ayudante de camioneta se le daba la gana, se iba sentada a la par de los pilotos o siempre en el primer sillón, mientras el resto de los mortales  nos hacíamos un queso tratando de abordar el autobús y acaparar lugar aquella subía de último como toda una duquesa y su corte de empleados y se sentaba en el primer sillón ya apartado por el piloto o el ayudante.
A la pobre cuata la despellejaron viva las señoras resentidas que soñaban con los pilotos y los ayudantes. De puta  no bajada: “caliente, arrastrada, sometida, provocadora, por eso las violan porque ellas andan provocando a los pobres hombres que sosiegos están”. Pero en el fondo ellas querían tener sus piernas, sus tetas  y la soltura de sus caderas. La aquella no dejó santo parado y tampoco piloto y ayudante sin probar y que rodara el mundo era su gusto y su gana.
Yo podría decir que ella fue el ícono de la rebeldía femenina en aquella década en Ciudad Peronia. Ningún hombre la hizo marcar el paso y los dejaba cuando ella quería, los montaba cuando tenía ganas y cuando no de lejos los saludaba.
Ya hubiera querido yo por lo menos trincarme a uno de esos guapotes pero para ananada me pinto sola.
Esta semana justo cumplí seis meses de haberme tijereado la murushera  tenía dos años de andar con la armonía y de haber tomado la decisión de darle el filazo pero decía: un día de estos voy y así se pasaron 24 meses.
Una tarde antes de Navidad del 2012 agarré camino y llegué al salón –de belleza que le dicen- estaba a reventar las nenas querían verse guapas para la fiesta de Navidad, así que saqué raíces mientras esperaba y para cuando llegó mi turno ya había otra docena de greñudas haciendo cola, le dije a la estilista que lo quería corto así como grama recién chapeada, me miró con sorpresa y volvió a preguntar si estaba segura que sí lo quería porque tu cabello tan lindo que se te mira cuando lo cargas suelto, esos chinos no cualquiera los tiene, que cuesta que crezcan, ¿tal vez las puntas nada más, te quito la flor? No, quiero que me lo cortes chiquito.  ¿Ilka estás segura? Sí, ve a buscar un hule  me voy a  agarrar el cabello en una cola de caballo. Cuando iba a pegar el tijeretazo escuché a las clientas gritar, ¡no se lo corte seño tan lindo su pelito! La estilista se detuvo hasta que yo le dije que o lo cortaba ella o me lo volaba yo, fue sí como se animó, agarró valor y le pegó el socón. Vi lo que fue mi colochera  de veinticinco años convertida en una crin sostenida por un hule.
Sí, durante 25 años no toqué mi cabello más que para cortarme las puntas y consentir a mi hermana y a unas amigas que me lo querían ver con esos luzazos y focazos que les hacen de colores,  el no cortarme el cabello respondía a la alabanza de mi Nanoj y Tatoj que enloquecían con mis colochos, hoy les he de parecer  la copia en calco de doña Julia la loca más trastornada que ha existido  en Ciudad Peronia.  Era la mendiga de la parada de autobuses ahí pedía limosna. Su locura la emancipó y la mantuvo en la lozanía de la niebla en día de lluvia,  bajo el abrigo de un cielo encapotado. A nivel de locura ansío llegar yo.
Salí del salón pelona con la cola de cabello recién podado en una bolsita plástica.  No fue ningún acto heroico de   rebeldía simplemente quise hacer lo que se me roncó la regalada gana con mi cabello.  De ahí pal real de loca no me bajan. La expresión facial de las personas que me vieron con el nuevo corte lo decía todo, luego vinieron los cuestionamientos, ¿por qué?, ¿cuál es el objetivo, la razón? ¿Estás bien Ilka?  ¡Tan lindos que tenías tus colochos! ¿Pero qué te pasó?
En algún momento me tildaron que quería ahora sí parecer hombre, nada más lejano de la realidad si hombre ya soy, soy un ser sin género y un corte de cabello no  me va a definir. Tengo el privilegio como pocas personas de ser sol y luna, cara y escudo, invierno y verano, primavera y otoño…
En cambio yo estoy complacida así como cuanto tenés uno de esos orgasmos que te dejan sin aliento y con ganas inmediatas de dormir. Me gusta mi cabello largo y me gusta hoy que está cutito.
A los meses del corte de cabello me hice vegetariana, dejé el azúcar y la sal. La leche y los huevos.
Entonces sí pensaron que era de llevarme de emergencia al Federico Mora, que algo muy serio y preocupante estaba sucediendo en mi interior, ¡Hoy sí enloqueció la Ilka! ¿Estás loca vos, que no vas a comer carne? ¡A la gran puta Ilka te vas a los extremos! ¡La vida sin carne no sirve para nada!  ¡No sólo te arruinaste el pelo y ahora comés monte!  Mis amistades yo las tengo contadas con los dedos de las manos, gente conocida tengo mucha y esa gente conocida cuando me vieron comer hojas en lugar de carne poco faltó para que me sacaran de la mesa. Es una de las razones por las cuales no socializo y sigo siendo cavernícola, y es  que cuando compartís con personas que simplemente no aceptan la diversidad humana y al contrario te sentencian, te señalan, te juzgan como si tuvieran el derecho sobre tu cuerpo, emociones, pensamientos y sentimientos  para qué perder el tiempo con ellas.
A la Ilka hay que llevarla con una psicóloga algo le pasa no está bien que se  cortara el pelo y que ahora solo coma monte. ¡Haber dejado la leche, los huevos! ¡La carne asada, no hombre y el pescado, el caldo de gallina! ¿A quién se le ocurre semejante estupidez?   A mi hermana le ha costado  verme cambios tan radicales en seis meses,  el refrigerador se ha tornado en diferentes tonalidades de verdes, y colores arcoíris, a mi familia en Guatemala no les ha asentado en gracia pero soy la mala hierba y se espera cualquier cosa de mí, cualquier cosa que no entre en lo cánones de la normalidad.
De niña solía  pararme frente al televisor cuando toda la familia estaba viendo la novela y bajarme la pantaloneta y enseñarles las nalgas, eran carrereadas las que me pagaba mi mamá ¡por indecente!
La decisión de comer monte corresponde a mi íntima relación con mis cabritas, mis gallinas, las patas y mis marranitos. Por supuesto que estoy en contra del maltrato animal de todo tipo. Y claro no es mi intención evangelizar a nadie y sermonear mucho menos, cada quien cree y defiende sus convicciones y yo respeto eso.
Tampoco me desagrada –faltaba más- compartir en la misma mesa con alguien que coma carne, es simplemente que cada  quién lleva las riendas de su vida como le plazca y como lo crea conveniente. Yo soy vegetariana y me siento emancipada, he vuelto a recobrar el canal de comunicación con aquellos amores de mi infancia principalmente y estoy en contra del maltratado animal.
Si cortarme el cabello, ser vegetaría, ser puta, indocumentada, socialista y calle de doble vía me convierte en mala hierba, seguramente lo soy y de las que crecen como el zacate en la arada, como el chipilín en las laderas y como la hiedra en enredaderas.
¿Y vos qué clase de hierba sos? ¡Qué diga, ¿qué clase de hierba fumás?
Qué nos definan las acciones, ¡qué diga los socones!
Ilka.
Junio 27 de 2013.
Tabucolandia.

7 comentarios

  1. buenísimo Ilka que hayas dejado de ser carnívora! es mucho mas saludable!! es difícil dices; si! lo es! todos nos miran raro, lo bueno que tenemos razones de peso para hacerlo!!! abrazote!!!

  2. VAYA VIVENCIAS LIKA, YO YA PASO DE LAS 6 DECADAS Y ME ENCANTA SU FORMA DE ESCRIBIR, PUES AUNQUE LOS AÑOS PASEN, UNO TIENE ESOS RECUERDOS DE SU NIÑEZ, JUVENTUD Y AHORA ENTRANDO A LA EPOCA MAS LINDA DE MI VIDA, SIGA ADELANTE Y NO DESMAYE Y TAMBIEN GRACIAS POR ENVIARME LO QUE ESCRIBE.
    CON APRECIO
    LUIS ORTIZ
    GUATEMALA, CENTRO AMERICA

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