Las locas de la pasarela.

Me puse vestido -que me da una sensación de desnudez que me encanta- agarré mi morralito y mi cámara fotográfica, afuera del edificio en donde vivo estaban en huelga de hambre mi yegua pica piedra y mi bicicleta celosas una de la otra esperando  que yo dijera cuál me acompañaría en la faena del día, pero me tocó explicarles que por esa única ocasión ni una ni la otra, armaron bochinche para exigir que entonces no iba la cámara tampoco porque a captar saber ni qué cosas iría con su lente y no la querían de regreso con escupirlo. Me tocó prometerles un colazo extra a cada una antes de que finalizara el verano.

Crucé la ciudad y llegué al corazón de la Comunidad  de Locos y Locas.  Ocho cuadras de disfrute y de enajenación, una nube de frescura dentro de la ciudad, un mundo totalmente ajeno a las etiquetas, al racismo y al clasismo. Un mundo donde la homofobia y la doble moral no existen: ¡el paraíso mismo!
Estaba la fiesta del pre desfile del Orgullo Gay.
Ventas de comida, bebidas, asociaciones pro derechos humanos ofreciendo su solidaridad y ayuda. Cinco escenarios con diferente tipo de música y eventos. Por ahí conciertos de Blues, Jazz, música de violín, arpa, lira.
Me sentí desde la entrada con demasiada ropa, quise cortarle con un tijerazo unas tres cuartas de largo al vestido y que quedara en mini falda.
Sigo caminando descubriendo aquel mundo de emancipación una atmósfera totalmente ajena para mí. Llego al escenario en donde están por desfilar las locas de la pasarela.
Me acomodo y acaparo un espacio pegado a la tarima en minutos se comienza a aglomerar la gente, esperan ver a las bellezas de la transexualidad, yo también y tengo mi cámara lista, los sentidos despiertos y un cierto hormigueo en la piel que pareciera ser el aviso de una llamarada de excitación.
Una a una comienzan a salir y a hacerse dueñas y señoras del escenario y del público. Sensualidad a flor de piel, movimientos candentes y sensuales.  Cantan y bailan imitando a artistas de música disco y pop.
El público se enciende como fogarola soplada por un ciclón, gritos, aplausos y vitoreos: caminan las Venus, las Afroditas, las Diosas del Olimpo.
En el público hay familias completas, parejas heterosexuales que disfrutan de la belleza de la diversidad, homosexuales, bisexuales, transexuales, personas con sida, cáncer, las tatuadas de pies a cabeza y yo que de soplada, arisca y recién emancipada: aquello era mi propia celebración.
La pasarela se encendió cuando apareció Laisha la única belleza latina de las imitadoras, el público se encendió en llamas y a mí me dio por planear treparme al escenario y arrancarle las medias negras de mallas a mordidas, el fuego me alcanzó y ardí en la misma hoguera mientras ella hacía de las suyas en el escenario.
Bailó un flamenco  que incitó al público a querer agarrar camino hacia España y unirse a las caravanas de las gitanas.
A mi me dio por guardar mi cámara y por taparle la boca porque una bulla que tenía que no me dejaba concentrarme en la baba que se me caía con semejante mujerón.
Entonces entre tanta emoción me dio por sentir envidia de sus movimientos, de sus caderas y del apropio y garbo para caminar sobre tremendas trancas de zapatos de tacón, me dio por magullarme las tetas y confirmar que necesito hormonas o en su defecto ejercicio.  Me dio por tocarme las piernas y comprobé que de nada me ha servido la bicicleta ni la natación, en cambio los muslos de Laisha regios y soberanos y sus tetas salvajemente zarazas.
El público la aclamaba mientras yo me metía mano y llevaba la cuenta del nombre de los músculos en que tenía que enfocarme en el gimnasio o terminar de aceptar que ya no eran una ishta de quince más bien una toroleca que ya iba iniciando la tercera vuelta, con panza de pupo mareno y la edad bien repartida en las canas.
Yo pedía agua ya fuera con cubeta o con manguera de perdida con palangana pero que apagaran aquel incendio antes de sue termináramos en ceniza.
Las busqué atrás del escenario y estar cerca de ellas provocó que me asaltaran las ganas de robarles un beso a todas y pedirles que me exigieran que se los devolviera tal y como me los robé, pero como soy tan cleta quedó nada más en mi imaginación.
Conversamos un poco y a Laisha la vi retornar a la realidad convertido en Daniel un chico colombiano de treinta años que emigró a los veinte cuando se aceptó transexual y su familia y la sociedad lo rechazó, su pareja se llama Luois un polaco   de cuarenta que lo ama de Laisha y de Daniel. Porque ama su ser, su identidad y no su género.  Vi a Luois de caballero ayudando con las bolsas, pinturas, medias y aplaudirle y ovacionarla mientras Laisha vivía por un instante la fantasía de ser mujer en su totalidad.
Daniel es una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre, pero se siente, se piensa y se ama mujer.
El tipo de relación de Daniel y Luois me recordó a un novio que tuve en Guatemala, que cuando yo le decía mirá qué mujer tan preciosa la que va caminando, él volteaba y me decía sí es cierto qué garbo, qué caderas. Y cada vez que veía una mujer con medias negras y zapatos de tacón me alertaba para que la viera, sabía que eran mi fascinación. E igual cuando veía a un tipo atlético, alto, de barba cerrada y pelo cano, Negra mirà ese tipo para comer aquí o para llevar, yo reía y de decía para comer aquí por favor.
Él vivía enamorado de la princesa Diana y de Marilyn Monroe así es que cuando vine a Estados Unidos me di a la tarea de buscarle todo lo  habido y por haber de sus mujeronas y enviárselo en encomienda, fue una de las formas de agradecerle el haberme amado trastornada, luna y sol. Jamás he vuelto a encontrar un hombre con esa calidad humana y con esa mente emancipada.
Camino entre las calles del festival y celebro la dicha de haber encontrado en esta vida mi lugar, ése es mi lugar esa burbuja donde levitamos los y las rechazadas de la sociedad.  Ahí confirmé que no solo soy multiculturas sino bi gènero, transexual, homosexual, punk y todo aquello que emerge de la enajenación. Y pensar que me tocó cruzar dos fronteras, 33 años de edad y nueve de diáspora para encontrar la miel de talnete que endulza mi locura.
En otro idioma, en un lejano país, dentro de un bloque de ocho cuadras donde lo papeles no existen, donde no importa si vas o venís, si sos blanca, amarilla, verde o azul: el arcoiris es multicolor. Ese mundo de locas y locas con y sin pasarela es el que reconozco propio.
Qué viva la identidad y el amor. No dejé de pensar ni por un instante en Guatemala y en los países de sociedades machistas, misóginas y de doble moral que se creen con la decencia y la autoridad de señalar y de opinar sobre el derecho universal de amar. De gente que se cree con la moral y altanería de promulgar y apoyar leyes que niegan derechos fundamentales al ser humano.
Qué el amor nos haga libres, nos despierte del letargo, los abrace en conciencia y nos permita amarnos unos a los otros tal cual somos.
Si con esto he dejado de ser su niña linda consentida y su homofobia y su doble moral no le permiten ver más allá de su nariz, déjeme decirle que su obligación como ser humano es defender, exigir y luchar porque todos los seres humanos tengamos los mismos derechos, oportunidades y obligaciones independientemente que para usted un ser bisexual, transexual y homosexual no sea ángel de su devoción. Si no sólo no lucha y además solapa con su silencio y señalamiento dèjeme decirle entonces que la aberración de la naturaleza es usted.
Ilka.
Junio 24 de 2013.
Tabucolandia.

2 comentarios

  1. Haroldo Orlando Mazariegos de Leon

    Ilka
    Aunque no tengo el gusto de conocerla personalmente, si la conozco a travez de las historias que se publican en la red.
    Le envio un atento y respetuoso saludo, me hubiera encantado conocerla con sus canelones.
    Me encanta su forma de escribir, prosa libre y sin complejos como toda una mujer de caracter. Las historias bien hilvanadas, salpicadas de anécdotas y recuerdos de familia.
    En la medida de lo posible he coleccionado las historias y me gusto particularmente, la del músico del barrio y la historia escrita con motivo del dia del padre, a su hermana mayor «la deconocida». Su sentido del humor y la generosidad que le brota por los poros, es contagiosa. Yo tambien tengo muchos hermanos y hermanas fuera de matrimonio y a todos los he conocido ya.
    Tengo la aficion de escribir, pero mis historias todavia son inéditas, no he tenido la oportunidad de publicarlas en ninguna parte.
    Seguramente que usted ya ha tenido la oportunidad de recopilar sus mejores historias en un libro, si es asi, me indica y lo con mucho gusto lo compraré.
    Con aprecio
    Haroldo Mazariegos

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