Manifiesto de una enajenada.

Por lo regular la dedicatoria la escribo al final del relato –tushte, casaca, crónica-  hoy mi bitácora se viste de arcoíris, de multicolor, como en muy pocas ocasiones, hoy mi bitácora se viste de gala y con el corazón abierto y con mi alma emancipada digo: un dos tres chiviricuarta por mí y por mis amigos homosexuales, transexuales, bisexuales… por mis amigos y amigas enajenados y trastornadas. Por las locas y locos como yo.
Por cierto solo en ocasiones especiales escucho a Adele cuando escribo, hoy la estoy escuchando, le inyecta adrenalina a mis venas.
Recuerdo que cuando tuvimos la primera olla de presión en la casa era el alboroto para cocer los frijoles, leer las instrucciones muy bien porque era peligroso destaparla cuando empezaba a silbar, con ese su ruidito sabíamos que ya estaban cocidos. La usábamos también para hacer el caldo de patas de mi Tatoj al chilazo estaban listas.
Después les cuento por qué escribí de la olla de presión.
Nunca he negado que soy cara y escudo, luna y sol es decir que tengo de los dos sabores, hay mucho de mí que es de hombre, entiendo a la perfección el mundo masculino, crecí rodeada de hombres, así que me cuesta mucho jugar a ser la conquistada en esos juegos de  seducción,  aunque los hombres son un encanto me fascinan: altos, barbados, atléticos, velludos, inteligentes y solidarios. Pero me trastornan las mujeres. Dos vicios tengo en la vida y son; el baile y las mujeres en ligueros, medias negras y zapatos de tacón.
Me enajenan: las que escriben, las que pintan, las que cantan, las que bailan, las que no se quedan calladas y exigen justicia. Las que encaran la vida con dignidad y responsabilidad.
Al contrario del mundo masculino el femenino para mí en parte es desconocido y es en el área de la seducción, de las pinturas, de las lociones, de los colores, de los vestidos, de las carteras, de los zapatos. Me atraen en sobre manera las mujeres femeninas.
Me atolondran las que fuman, las que hacen ejercicio, las que caminan por ahí descuidadas respirando una nueva oportunidad.
Las mujeres son esa belleza del verano, el ocre del otoño, la nieve de invierno y los cerezos de primavera. Son inspiración pura, sin filtro.
Cuando estoy cerca de una mujer mis sentidos despiertan, están alerta, el olor de su piel me abraza, su voz me acaricia y su mirada es como torrente inagotable que en mis manos se convierte en poesía.
Algo sucede dentro de mí cuando estoy cerca de una mujer, me siento plena, en cierta forma inquieta. Me da por escribir  poemas, nunca ha sido posible esto cuando estoy cerca de un hombre, con los hombres me da por hablar, por conversar de temas en común: los deportes, por ejemplo.
Con ellas me da por observarlas, por respirarlas, por admirarlas, con ellas enmudezco cuando llaman mi atención y cuando son extremadamente femeninas me da por tartamudear me pongo boba –más- es como si no coordinara mis pensamientos,  digo cada tontera y me da sed, estoy tomando agua a  cada momento porque se me secan los labios y la garganta. Me sudan las manos y evito verlas directamente a los ojos  porque sé que si  logro entrar en ese mundo desconocido muy probablemente me desbarranque, no hay nada que me atraiga más de una mujer que su mirada.
La ternura con la que acaricia una mujer es insuperable, la sutileza de un abrazo, de una palabra que sea pronunciada con la intimidad del alma, de un corazón que ama a pesar de todo y contra todo: eso me trastorna en una mujer.
El movimiento de caderas cuando camina, su expresión facial,  su mente cuando crea, su inteligencia  y su carácter cuando se revela. Lo indómita que puede llegar a ser cuando cree en sí misma y cuando se ama y se acepta tal cual es. Eso en una mujer es Oda de crepúsculo en mi ventada.  Me gustan mayores yo,  como los hombres. Algo sucede conmigo que no logro establecer un canal de comunicación en el que me sienta segura cuando converso con personas de mi edad.
Siempre me sentí dentro de una olla de presión hasta el día de hoy  cuando fui  a la celebración pre desfile Gay en la ciudad de Chicago. Fue una especie de revelación, ahí encontré las respuestas a tantas preguntas que nunca logré contestarme. Me sentí por primera vez libre, comprendida,  y no señalada, sentenciada, no había alrededor gente de doble moral, ni cachureca, ni homofóbica, cada persona en la actividad tenía una historia parecida, canalizada, enlazada con la mía: éramos las locas y los locos que la sociedad, la iglesia y la doble moral rechaza.
Mis poros se abrieron como en las mañanas de niebla y de lluvia, una música tocando dentro de mí me invitaba a bailar y bailé, canté, caminé y salí de aquella olla de presión donde había permanecido durante 33 años.  Hoy yo sé que soy Ilka  y que conozco cada nervio, cada célula, de este ser al que tanto temí descubrir. Hoy yo estuve en  una burbuja donde no importan las etiquetas sino tu verdadera identidad.
Sentí la  libertad del amor en su máxima expresión, la libertad de  un beso mundano no señalado, de una caricia no sentenciada. Mujeres atrapadas en cuerpos de hombres, hombres encarcelados en cuerpos de mujer. Ahí todos y todas eran libres.  Eso es el amor y no tiene nada que ver con género ni con sexo. Es  una identidad, es fidelidad, es complicidad, compañía, apoyo, amistad. Aceptarte tal cual sos es el acto más fiel que puede tener la humanidad, de ahí pal real todo fluye…
Hoy yo salí de aquella olla presión y sigue siendo la mujer mi Musa más deseada, la lluvia en día nublado, la hoja de arce a finales de octubre, el viento frío de noviembre, y la hoguera que hace arder en llamas mi piel.
Sigue siendo la hembra esa potranca salvaje que disfruto de  verla corcovear en la llanura de la libertad.
Hay una Venus del Olimpo que inventé en una noche de versos en mi habitación; para no tocarla, para no escucharla, para no sentirla, para no amarla. Con ella  converso, a ella la busco con insistencia y siempre tiene la puerta de su estancia a media cerrar, para que cuando yo llegue pueda entrar y refugiarme en su regazo. Soy poetisa de su exclusividad. Y le escribo con tal pasión como si existiera como si pudiera nadar en el mar de su mirada. Es sin embargo visible solamente para mi locura.   Un día me dijo: “así como eres, tienes mucho que ofrecer y muchas cualidades que cultivar”.
Yo le sigo apostando al amor que es el único que nos libera. Y si tiene medias negras, ligueros y zapatos de tacón…
Ilka.
Junio 22 de 2013.

4 comentarios

  1. Cuando sea grande quisiera escribir como vos, con esa valentía, espontaneidad y frescura con la que te expresás de modo tan transparente sobre tu ser. A mí me ha costado mucho revelar mis sentimientos. Como sabés, escribo de cosas muy diferentes y últimamente estoy con las neuronas agotadas, nada me sale, pero ha sido una experiencia liberadora. ¡Adelante, Ilka! Tenés mucho para compartir. Abrazos.

    • Mi chula, qué alegría leerte por estos lares. Gracias por comentar. Yo sé que escribimos de temas muy distintos, y es catarsis al fin. Nada que cuando seás grande, vos escribís precioso, desde el fondo de tu alma. Pero agradezco la flor. Te mando un abrazo grande, espero poder conocerte un día en persona y dártelo. Besos.

  2. BRAVO! BRAVO! BRAVA! me quito el sombrero! Y te doy la mas cordial bienvenida a esta comunidad donde todos los que no cabemos en los «cuadritos» de la sociedad somos bien recibidos, queridos, y acceptados!!

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