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Mi parcela de fresas.
Nos quedó como resaca bajo del muelle del puerto de San José, se nos quedò como goma de tres días con caldo de huevos. Se nos quedó en el paladar durante todas estas décadas. Sí, ahí quedó justo entre el cielo de la boca y un rincón del corazón. Desde ese entonces me encanta comer en trasto plás