Chinchilete de homofobia.

Realmente el  término homofobia es nuevo para mí dicho sea de paso la fobia es otra cosa muy distinta al rechazo, a  la autoridad moral  que creen  tener las personas para  opinar con derecho sobre la vida sexual e íntima de otras. La otra palabra que he escuchado  decir en los rezos de la iglesia en el sermón de domingo a la diez de la mañana: tolerancia aquí no hay razón para creer hacer un esfuerzo sobrehumano para dejar que el otro y la otra sean.  Eso de estar señalando, etiquetando es vergonzoso y repugnante.
La responsabilidad enorme que tenemos las personas adultas para con las crías ya que ellas imprimen  todo como esponjas repiten lo que decís e imitan lo que hacés. Ese compromiso que vos tenés con la humanidad de hacer de este mundo un lugar  con  seres consientes, equitativos  con amor y respeto   hacia todo ser viviente y con esos valores que se están extinguiendo.
La semana pasada saliendo del vestidor del gimnasio me encontré  con una muchacha a la que tenía tiempo de no ver, estaba colocándose  pestañas postizas entonces me detuve y la saludé me quedé observando la facilidad y la concentración con que se pintaba, tenía las cejas delineadas de dos colores: café y negro.  Sus pestañas naturales son  hermosas como las de todos los humanos no hay necesidad de jugar a intentar  colocar sobre tu piel cuerpos extraños siguiendo la voz de mando que exige la moda y quienes la dirigen. Pero estás en tu derecho de hacerlo.
Se viste de rosado todo el tiempo, usa minifaldas y vestidos tiene treinta y cinco años y se hizo liposucción aunque su cuerpo siempre ha sido de atleta de alto rendimiento. Tiene una  niña de cuatro años y por poco  me desmayé cuando la vi con las uñas pintadas, delineados los ojos y los labios rojos color flor de fuego, vestía de rosado también porque me dijo que era una  princesa.
Pregunté a la madre si todo el tiempo la vestía de rosado y  me dijo que sí porque ella no había parido hombre sino mujer y las niñas visten de rosado y juegan muñecas y  de cocinita. ¿Entonces no juega pelota me imagino? No, no juega eso es cosa de hombres. ¿Tampoco usa colores como azul y verde por ejemplo? No, esos colores son de hombres y mi hija es una princesa, solo usa vestidos y faldas.
Tiene su habitación llena de  muñecas,  las paredes de color rosado, también su cama y sus muebles. No hay en mi casa ninguna playera de otro color salvo las de su papá que es hombre y él sí las puede vestir. Desde pequeña tiene que saber que es mujercita y femenina.  ¿Y yo que no me pinto qué  soy entonces?  Le pregunté. Bueno sino te gusta pintarte pues allá tu, pero te mirarías más femenina pintada.
¿Y si tu niña quiere jugar pelota? No, no la dejo. ¿ Y si quiere ponerse pantaloneta? ¡Tampoco, eso es para niños! Desde ahorita hay que enseñarles cuál es su género porque después salen con mañas  que ya no se pueden corregir.   Me quedé pensando que yo seguramente le he de parecer una  rareza que viste todo el tiempo de pantaloneta, juega fútbol y  que le encantan todos los colores del arcoíris y por si fuera poco se cortó el pelo prácticamente a la rapa.  Yo pensé en el daño irreparable que le está causando desde ya a la materia gris de su hija, esos patrones de crianza, ese rechazo a lo diferente, a los natural, a la razón de ser.
Y esa basura que te inyectan  que  te están repitiendo todo el día cada dos minutos en medios radiales y televisivos, esa basura que repetimos las mamás y los  papás, las amigas y las señoras de la tienda.
Tanto derecho tiene una niña de vestir color azul como un niño de vestir el rosado. Los colores y los estereotipos de esa sociedad tan llena de tanto y tan vacía de todo.
 
 
La otra noche  fui a cenar con un amigo  y justo en la mesa de la par se sentó una pareja de hombres que seguramente eran novios porque el amor les afloraba en cada poro, muy delicados en sus movimientos y en sus gesticulaciones, mi amigo de pronto comenzó a sentirse incómodo y emergió de lo más profundo de su ser  su  rechazo,  se le atragantó la comida, cambió de colores, le comenzó a doler de pronto la espalda y  pidió más vino. En la  conversación integró su homofobia  y subió el tono de  su voz para que la pareja de la otra mesa lo escuchara, me imagino que estos jóvenes han de estar acostumbrados porque ni parpadearon y me encantó verlos disfrutar su cena y su conversación haciendo caso omiso a todo comentario, mirada y rechazo de quien no acepta  la belleza de la diversidad humana.  A mi amigo le falta mucho que aprender en esta vida.
 
La otra vez hablando con unas conocidas psicólogas respecto al tema percibí  la homofobia que las calcina,   ellas ofrecen terapias para erradicar la  homosexualidad porque dicen que son modas  y que es la consecuencia de la soledad, que es un asco ver a dos mujeres besándose o a dos hombres agarrados de la mano… Lo peor es que  trabajan todo el tiempo con crías y no quiero imaginar el mensaje que les  están mandando.
Comiendo con un grupo de amigos escuché decir a una de ellas que, pobre la fulanita porque el hijo le salió hueco, que es un castigo de Dios pero hay que orar para que vuelva a hacer hombre. A mí se me atragantó la comida y volví a preguntarme quién me mandaba a andar saliendo a socializar si bien estaba en mi cueva. Pero las amistades se aceptan tal cual son de eso se trata la vida de aprender a querer la diversidad humana y si vos podés hacer algo para que estas personas sean más sensibles, conscientes y equitativas pues hacélo.
¿Hueco? Pregunté, ¿qué significa? A la Negra que es morro, mariposón, puñal, amanerado, maricón, puto. ¿Y por qué todos esos epítetos? ¿En qué les ofende, en qué los lastima?  Y la pregunta del millón, ¿qué harías si  una de tus crías te dijera que es homosexual? ¿La rechazarías con la misma efervescencia? Lo cierto es que sean nuestras crías o no nos una un lazo de sangre no tenemos autoridad moral para venir a juzgar cómo otras personas decidan vivir sus días.
Tanto derecho tenés vos de besarte con tu esposo, como ella con su novia, como él con su pareja, tanto derecho tenés vos como cónyuge como ellos dos,  tanto derecho tenés vos a procrear como ellas dos. Tanta obligación tenés vos  y ellos y ellas a hacer de este mundo un lugar de equidad.
Urge propiciar leyes que amparen el matrimonio entre personas del mismo género, con todas las obligaciones y los derechos,  que castigue a quienes se atreven a agredir  física y verbalmente a otra por su inclinación sexual.
Aquí nadie tiene derecho de piso sobre el otro o sobre la otra, esta tierra y esta vida nos ha sido prestada no nos pertenece así de insignificantes somos, ni una célula de nuestro cuerpo la hemos hecho nosotros,   lo único nuestro son nuestros pensamientos y nuestros sentimientos que al final son las acciones que  hacen  de este mundo un paraíso o un vertedero. Ahí ve vos si vas a desforestar o a forestar.
Ahí ve vos si hacés de la homofobia un chinchilete que vaya a dar al cenicero para darle paso a la belleza de la diversidad humana.
Ilka.
Mayo 17  de 2013..
Tabucolandia.
 
 
 
 
 

2 comentarios

  1. En la meca del cine gringo, vi una rubia bellisima: le di salida a mi admiracion por semejante creacion divina por medio del elogio: mujeres como usted me gustan! Al que me respondio: A mi tambien!

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