Epitafio en diáspora.

Llevàte todo y no me dejés nada
lleváte los recuerdos
y dejáme sin memoria
para que no me duela tu ausencia.
Para que no retumbe
En mis sienes
Tu alegres bromas
Tu sonrisa fresca.
Lleváte las tardes
De entreno en los campos
Para que no me canse
Tratando de alcanzarte.
Para que no te abrace
Fatigada y agradecida
Para que no te busque
En la noche ennegrecida.
Lleváte mi cansancio
De cipota
De joven arisca aprendiz
De árbitro
Lleváte mi silbato
Las tarjetas y mi uniforme
Empacálos con el tuyo
En la maleta negra
Lleváte el polvo
Que tragamos en las tardes
Las zancadas y el oxígeno
Que extenuados compartimos
Lleváte Canche mi agradecido
Sosiego de niña
Que en los años viejos
Con vos corrió
No quiero nada
Lleváte todo
Así no me duele
Así no siento
Así ignoro
Este amargo momento
Que en la ensombrecida
Nube del destierro
Me hacés vivir
Pero no,
Ingrato no te llevés nada
Andá tranquilo a tu paso
Con tu alma enamorada
Con tu sonrisa tierna
Y tus bromas de cipote
Que empieza a desarrollar
La limonada la guardo yo
En el palo de jícaro
Allá en tu pueblo
En tu aldea, en la sala de tu casa
Yo me quedo con los recuerdos
Que acuñan añejas nostalgias
De tiempos idos y buenos
Que la vida nos brindó
Yo guardaré
En el rescoldo
De mi embrutecida memoria
Tu libreta de consejos
El ritmo de tu paso
De atleta de pueblo
El eco de tu voz llamándome
¡Negra, Negra apuráte!
Y antes de que te vayás
A dirigir otros juegos
En canchas de campos
Verdes, verdes, verdes
Yo honesta y agradecida
Desde esta lejana y fría
Diáspora que me anida
Te vitoreo y te lloro
Te aplaudo y te añoro
Andá sereno, tranquilo
Amigo mío, a tus entrenos
¡Què yo te prometo!
¡Què yo te prometo!
¡Qué te alcanzaré!
A: Leonel Ayala.
Ilka. 16 de marzo de 2013.

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