Asunción.

Murió el Robalo.
En su casa de bajareque y teja acompañado de su miserable soledad, los hermanos Garrobos que le sobrevivieron, en su agonía se repartieron las vacas, las cabras y las cargas de leña seca.
Blandieron los machetes para pelearse el pedazo de tierra donde la muerte sofocaba a su hermano.
Las sobrinas contaron las gallinas, los patos y las coquechas. Las cluecas echadas que estaban a punto de reventar los huevos con las nuevas manadas.
Los utensilios de cocina que no eran más que tres pailas, dos batidores, dos cucharas y un cuchillo. El comal nuevo de barro también lo desmontaron del polletón. El candil se lo quedó el sobrino mayor el patantaco y coyoludo porque tenía en reserva una media de gas. El machista que oprime a sus hermanas y a su madre, tal como lo hace su padre y como lo hicieron sus tíos.
El machete cuto y la vaina de cuero se los quedó Florencio el menor de los garrobos. El mayor buscó emergentemente los sombreros y el único par de zapatos del moribundo.
Enchamarrado acostado en su catre agoniza el Robalo, el hombre de ojeras marcadas, espalda jorobada por la edad, manos callosas por el trabajo en el campo. El que fue mozo, el que visitó el bar de las putas en la esquina de la entrada del pueblo. El que nunca se rifó a la pijazos con un hombre de pantalones, pero que oprimió en la más leal copia del machismo jutiapaneco a la mujer campirana que se encontraba sola en los caminos y guindos.
Arrancaron de raíz la chatías y las matas de chile chiltepe. La laja donde lavaba su ropa se la sortearon con una choca.
Las yeguas y mulas fueron llevadas a otro corral, el potro fue causa de golpes a puñetazos entre garrobos.
Las camisas tendidas sobre el cerco de alambrado se las repartieron frente a la cama del moribundo.
Con un cuaderno en mano la más mampluza de las sobrinas sacó las garras y le hizo cuentas por la medicina comprada y las vacas que tomaría en pago.
Un vaso de agua no le dieron para que mojara sus labios secos, tampoco le prestaron un poncho para que entibiara sus huesos, lo lloraron a lágrimas prestadas mientras daba sus últimos suspiros.
Tal vez se iba el tío favorito, el hermano más machista, el acosador más añejo del pueblo.
El ensombrecido campesino que con machete en mano violó a su única hermana desde la infancia hasta que la edad adulta.
No, eso no lo comentarían en el velorio tampoco en el entierro. No hay nada que comentar es una acción normal en el oriente, en donde la autoridad la ejercen los hombres y las mujeres obedecen.
Una caja de pino blanco compraron en la cabecera departamental dos días antes de que cayera privado en fiebres y no probara más bocado. Los cirios encendidos que él vio alumbrar la noche de su agonía. Las piochas, chuzos y palas listas en el corredor para ir a hacer el agujero al cementerio.
Tío Robalo se murió lloraban los sobrinos garrobos, mucho antes de que éste expirara. Él mismo los escuchó fraguar el plan para quedarse con las vacas preñadas y vender las terneras. Las vigas de palo de guayabo fueron desmotadas y movieron el catre para una esquina de la casa, la hamaca del corredor se la quedó la cuñada más egoísta, nadie se la peleó.
Chotearon las dos sillas y el aparejo, los tres quintales de frijol nuevo, el máiz amarillo en mazorca y la arroba de café. Cuatro ayotes y el tecomate. Cortaron las flores de pito y las hicieron en iguashte pero escondieron la comida, a la gente que llegó al velorio le ofrecieron café de tortilla con marquesote.
Los ojos hundidos entre las ojeras y la piel en los huesos, se cagó en la cama y nadie lo limpió. Entre sus propias miserias se cubrió con la chamarra rota, llorando las lágrimas que no le salieron.
Ochenta años y muchas culpas. Analfabeta que detestó la escuela pero bueno para violar mujeres en el monte. A las campesinas de las aldeas vecinas, a las adolescentes de paso, a las mujeres que nunca se atrevieron a mirarlo a los ojos, a la loca del pueblo, a nía Tona la viuda que vivía en el sendero pa` Guarnición.
Su hermana Asunción lo observa desde el más allá y cuenta una a una las veces en que la violó. La primera cuando tenía nueve años y él dieciocho cómo la fue a encontrar cuando andaba aguando las vacas y la forzó a acostarse en el zacate, le rompió la falta y la penetró violentamente hasta que la hizo sangrar, luego la llevó a la quebrada para que se bañara y la amenazó con no acusarlo porque entonces diría al alcalde que fue ella quien lo sedujo y las cosas quedarían resueltas y ella nunca encontraría con quien casarse.
En las mañanas mientras lavaba la ropa en la laja cuando no había nadie en casa el Robalo dejaba de sembrar en el terreno y se dirigía a la casa, asaltaba a su hermana por atrás la hacía abrir las piernas a punta de patadas en los tobillos.
La salía a encontrar en las tardes cuando ésta iba a comprar azúcar, sal y gas para el candil, entonces le pegaba un grito la abusaba de pie atrás de la iglesia del pueblo.
Los hermanos garrobos cuando Asunción cumplió quince se la sortearon para ver quién sería el que la desflorara pero el Robalo les cortó el paso exigiendo su derecho de piso y sobre el cuerpo de su hermana, los otros respetaron la rapidez del Robalo y nunca tocaron a Asunción.
Cuando un posible enamorado se acercaba a Asunción el Robalo lo amenazaba con la punta del machete y negando todo permiso a éste para cotejar a su hermana.
Nía Prudencia que desde muy joven enviudó se enteró de las barbaries que estaba haciendo su hijo con su hermana pero no objetó ya que era algo absolutamente normal en el pueblo.
A ella misma también se lo hizo su hermano mayor y su padre.
Asunción murió de pena, de soledad, de autocastigo, de silencio, de angustia, se fue antes que el Garrobo tal vez para castigarlo y que éste no tuviera una sangre conocida para fornicar.
El dueño de la funeraria cuando fue a confirmar su fallecimiento dijo que había muerto de un paro cardiaco. Pero no, Asunción murió de vergüenza, de dolor, de opresión.
Cuando cumplió diecinueve la abusó a diario mientras la golpeada en el granero cuando ella desgranada las mazorcas para cocer el nixtamal, la tomaba a la fuerza mientras ordeñaba las vacas, cuando menstruaba también.
La preño tres veces y en las tres ocasiones la hizo abortar a punta de patadas en el estómago.
Los garrobos nunca intercedieron pues era mujer marcada y pertenecía a su hermano. Los vecinos tampoco lo hicieron porque cada buen hombre en el oriente fornica con una hermana, hija, sobrina o con la mujer que le plazca aunque ésta no esté de acuerdo.
Asunción se enamoró un par de veces y los enamorados perecieron en extraños accidentes entre guindos y lajas en la quebrada.
Ningún hombre se quiso casar con ella porque el Robalo se encargó de gritar a los cuatro vientos que su hermana le pertenecía y que esa propiedad ajena no estaba en venta.
Cuando finalmente expiró aun con el cuerpo tibio fue llevado al cementerio en donde tiraron la caja en un hoyo y los garrobos, cuñadas y sobrinos fueron a cortar el alambre de púas que cercaba la casa para dividir el ganado repartido. El sitio se los repartieron por varas medidas.
Murió el Robalo, y la planta de chipilín que sembró Asunción un día antes de morir milagrosamente comenzó a florear.
Ilka.
Marzo 04 de 2013.

2 comentarios

  1. Boris Hernández Herrera

    Querida talentosa mujer, cada vez te admiro más, tus cuentos son algo más que eso, son dardos lanzados a la conciencia, a la necesidad urgente de cambiar actitudes.
    Te recomiendo que leas algo de Laura Restrepo, por si aún no lo has hecho, por ejemplo «Leopardo al Sol» y «La Novia Oscura» entre otros, así como «El Llano en llamas» de Juan Rulfo. Te menciono estos porque vienen a mi mente cada vez que leo tus creaciones, verás que hay algunas similitudes.
    Sólo quería preguntarte, en el párrafo tercero, que dice: «El machete cuto y la vaina de cuero se los quedó Florencio el menor de los garrobos. El mayor buscó emergentemente los sombreros y el único par de zapatos del moribundo.» si la palabra emergentemente la estás usando como algo de urgencia o como algo que emerge, que surge, porque me parece que no está bien utilizada en este párrafo, si estoy mal me corriges tu. Adelante amiga mía, siguenos sorprendiendo. Te quiero.

    • Querido Boris no he leído los libros que me mencionás pero los buscaré. Gracias por tus palabras. Respecto a tu palabra emerger, es que en Jutiapa decimos mucho emergentemente por querer decir urgentemente, y esto lo escribí con muchas palabras orientales es lo que pasa, pero sí tenés razón en la diferencia de significados, como siempre vos bien atinado. Besos y abrazos espero verte pronto.

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