A tuza con la discriminación.

Una vez recuerdo que me dijo una niñera polaca cuando paseábamos a la crías que cuidábamos por el parque: “ no les des todo tu amor, los padres no lo agradecen” me lo dijo ella y me lo han dicho muchas a lo largo de los años. Y han tenido razón los Tatas no lo agradecen pero vos no podés exigir un mundo mejor si no aportás a influenciar en las crías que están creciendo, si son tuyas o no es lo de menos.
En uno de esos tantos desaires que hacen las madres y los padres de las crías que cuidás recuerdo qué, cuidando una niña la llevé a su lección de piano, era la única niñera en el recinto el resto eran mamás, curiosa y milagrosamente la mamá de la cría tuvo tiempo para asistir a la clase y se la disfrutó, alguien me preguntó qué edad tenía la niña y a contestar iba cuando inmediatamente salió a atajarme la mamá que respondió: “ella es solo la niñera yo soy la mamá y tiene cinco años de edad”, yo sentí que la cara me agarraba fuego, azareada completamente y pronto un nudo de bilis subió por mi garganta hasta asentarse en mi cabeza, perdí la mirada entre los pianos y las crías del salón. Ambas los notaron y quisieran aplacar el bochorno causado con un: “bueno es como si fuera la mamá porque ella la cuida todo el día”.
Entonces las palabras de la niñera polaca me martillaban los sesos, ése como tantos es un ejemplo de los invisible que somos quienes trabajamos en donde no te pagan con cheque… Seguí siendo igual con la niña porque creo firmemente en que éste mundo se puede cambiar.
El otro día acompañè a una familia a dejar a su hijo a la universidad, yo quería vivir la emoción del primer día, cuando los ayudan a organizar sus cuartos, conocen el número de piso en donde vivirán y se presentan con los docentes, una fiesta muy linda para quien tiene la oportunidad de acceder a la educación superior en este país. Llevé mi camarita quería que ellos también guardaran ese momento inolvidable en sus memorias.
Caminando de salón en salón y de edificio en edificio rodeamos el campus central, actividades varias se realizaban por la festividad, un jolgorio total.
Pero este país por más que haga el intento de avanzar en cuestión de racismo y xenofobia sigue estando en el mismo putrefacto abismo. Leí en un pizarrón puesto en la entrada de un salón de actos, “ la fiesta para las personas de color se ha movido al salón número tal” no lo podía creer y fui en busca del salón número tal, en efecto ahí se llevaba a cabo la bienvenida, gente morena, negra, zamba, hindúes, hispanos, pakistaníes, toda piel que no fuera blanca y ojos que no fueran verdes y azules estaban ahí reunidos, con mucha menos comida, ahí no había una orquesta tocando en vivo como en el salón de los blancos, tampoco vino ni entremeses, apenas unas cuantas cervezas al tiempo y panes con queso derretido. Era algo así como el Apartheid del que habla Nelson Mandela y que canta en su Pata Pata Miriam Makeba, solo que en su versión light. De maleada me empiné la cerveza al tiempo para compartir con ellos por los menos la cebada tibia en la panza.
Cuando trabajás limpiando casas siempre entrás por la puerta de atrás, por el zaguán, por el portón eléctrico y para no molestar a las “patronas” con el aviso de tu presencia te dan la clave para desconectar la alarma, asì te pasas el dìa invisble, caminando sigilosa para no perturbarlas con tu presencia y con tus utensilios de limpieza, tan invisible que no podés agarrar ni siquiera una manzana del refrigerador, mucho menos sentarte a comer en la cocina, el comedor… ¡y quien se atreva a negarlo es porque no tiene sangre en la loza!
De pronto cuando descuidadamente se topan con vos ya sea en el sótano, el tercer nivel o en alguna del puñado de habitaciones de la mansión, entonces te saludan, te dicen que si les podés limpiar tal cosa, entonces sos la “dulce niña, la amiga latina o extranjera, la mano derecha, la que sabe en dónde está cada cosa en la casa” así lo pregonan con sus amistades cuando toman el té, claro para que lo escuchés vos cuando estás planchando la ropa por las tardes en la lavandería.
Pero no te pagan el salario justo, mucho menos tener la conciencia de pagarte el día si te enfermás y no podés asistir, cuando saben perfectamente que no contás con ningún tipo de prestación laboral por tu condición de indocumentada.
No, tampoco te dan libre los días que son feriados oficiales, trabajás porque trabajás. Para el día de Acción de Gracias sos la última en salir de la mansión porque tenès que dejar limpio después de la cena que ellos disfrutaron y a vos no te convidaron si siquiera las patas pelonas del chompipe. Y si les pedís el día te dicen que en tu país no se celebra eso entonces que como no es tu tradición… linda salida de emergencia.
Somos seres invisibles o de segunda categoría como la gente homosexual que aunque están intentando “lidiar” con ella aun se les niega el derecho a la unión civil con todos los beneficios de la ley.
Las latinas somos -ya lo había comentado en otro artículo- las diosas de las discotecas, las Venus de los centros nocturnos, no hay gringo que se resista al movimiento de nuestras caderas, los candentes movimientos los atraen como abejas al panal. Entonces jugamos a ser las inquisidoras y ellos quienes van a la hoguera, la pista arde en llamas y se lanzan con los ojos cerrados a incinerarse entre nuestros brazos, buscan sedientos nuestros buscos frescos, nuestros labios siempre dispuestos, somos las dueñas de la noche y de sus cuerpos. Ahí no importa si tenés profesión u oficio, si sos analfabeta, indocumentada o trabajadora sexual, en ése preciso instante sos la Diosa del Movimiento y poco falta para que te pidan matrimonio con todo y sortija.
Y ahí sí como cantaba hace veinte años The Sacados “ritmo, ritmo de la noche…” Pero depende de vos si solo los latigueàs para domesticarlos o si caés también en el juego de creerte cenicienta durante el día. Si caés en el juego ya valiste pura estaca porque durante el día las reglas del juego cambian.
Sos la invisible latina que solo sirve para limpiar las casas de las patronas, para optar a trabajos de mano de obra como en fábricas… Si te descriman entre latinos ya te imaginás vos con otras culturas. Sí, el latino que nace aquí se cree gringo y patrón y ése es peor porque encima el apellido López lo quieren convertir en Smith.
Se identifica muy bien a una latina rasa –como yo- de una que por haber llegado a este país con visa y con dos títulos de universidad privada –de cualquier lugar del continente- que se casó con un gringuito y ya tiene la ciudadanía , se crea estar durmiendo en las hamacas del Tío Sam. La latina rasa inmediatamente se enjarana con un carro de doble tracción aunque no existan las curvas y las calles sean planas, ellas necesitan sentirse poderosas e intocables en esas grandes moles, en cambio la latina emigrada que egresó a la universidad también de boba se enjarana pero con un BMW, Jaguar, Mercedes… osea la misma tontera pero con diferencia de marcas… la universidad les ha enseñado a vivir en el mismo mundo de vacíos existenciales pero con mayor «garbo».
Tan asì la discriminaciòn como en Guate cuando ven a un indìgena trepado en un carro, los que se creen ladinos dicen esa frase que he escuchado durante toda mi vida: » puta ese indio pisado tiene carro y yo no», o cuando yo me graduè de maestra la gente decìa en el bus: «mirà la heladera se graduò».
Agarré mi cámara y me fui a caminar durante horas al jardín botánico de Chicago, lugar que tanto como las reservas forestales son muy poco visitados por latinos, la razón es que preferimos quedarnos en casa viendo las telenovelas y si es fin de semana el fútbol. Otra razón poderosa es que nos creemos inferiores en todo ámbito y una cosa es que ellos te lo quieran hacer sentir y otra muy distinta que vos te la creás, el clavo está si vos te vas con esa inferioridad a dormir, porque ya estuvo que no te la quitaste de encima – como amante despechado-.
-Aquí están las fotografías: http://enmilente.wordpress.com/2013/02/09/cuando-en-febrero-neva/-
En el lugar caminaban gringos, asiáticos y europeos con sus cámaras profesionales captando los copos adormitados en las ramas de los cerezos, yo entretenida con mi camarita fotografiando los lagos congelados.
Sentía las miradas de asombro e indagantes puestas sobre mí pero decidí no prestarles atención y seguir con mi pasa tiempo, hasta que el primero agarrò valor y me preguntó que si era fotógrafa profesional, le dije que no, pero no dejaba de observar el estuche, el palito de tres patas y mi loza, aunque tal vez en muchos casos mi loza no me declara latinoamericana mi acento al hablar inglés sí.
Se fue, el siguiente me lo encontré en otro caminito poblado de nieve este de una vez fue a tocar mi cámara y me hizo la misma pregunta a la cual contesté lo mismo, y así varios de ellos que caminaban solitarios con sus estuches de fotógrafos corresponsables de revistas y de saber cuántas otras vainas imaginarias dentro de mi maceta, se acertaban y se retiraban observándome asombrados con las miradas que te decían claramente que estabas usurpando espacios.
Y no, no es mi imaginación pero así como en las noches de discotecas te los dicen a todo pulmón y con dos tequilas en la shola, durante el día te lo dice extrasensorialmente, muchas veces con miradas que clavan puñales como los del ku klux klan en su versión iPad.
Lo importante es que aunque te discriminen y sean muy bien definidas las estructuras sociales, migratorias y de color, vos podás discernir que no existen diferencias ni de gènero, ni de clases, credos, fronteras…. Que te quiten tu condición de humana con todos los derechos y obligaciones que esta mención amerita.
Por lo demás ¡Què se echen cal! ¡Con que vos sepàs que tenés el mismo valor durante la noche y durante el día el resto que se vaya a freír niguas!
¡En el dìa por supuesto que tambièn les podès meter sus latigazos!
Ilka.
09-02-2013.
Tabucolandia.

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