Erick Barrondo, el mito.


¿Vos te  recordás de aquella canción que dice, “¿dónde te agarró el temblor?”? Pues recordaremos en Guatemala, en dónde estábamos el día y la hora en que Erick Barrondo  ganó la medalla de plata en los Olímpicos.

Su nombre y su historia recorrerá la nación y atravesará las barreras del tiempo, será contada de boca en boca, en las calles y avenidas, en los puestos del mercado y en oficinas. Se convertirá en un mito.

Hoy es un medallista el primero de la historia del país en Olímpicos. Mañana su nombre será una moda que utilizarán muy bien aquellas marcas de mercadeo para anuncios publicitarios, se colgarán el triunfo gente del C.O.G. y de la C.D.A.G. y hasta el propio presidente se creerá ser parte del triunfo del patojo.

Para nada de eso es ni será cierto, porque el esfuerzo es de Erick, la medalla es suya de nadie más y la gloria también. Aquí gente que venga  a lucirse con sombrero ajeno sobra, y quienes quieran colgarse la medalla también.

Pero nadie saldrá frente a las cámaras de televisión a decir que, es un atleta abandonado por las autoridades deportivas, un patojo que vive en la miseria económica, que es un ishto que ha sido humillado por su condición de etnia, y que el propio Comité Olímpico le negó retornar a su pueblo natal como un campeón cuando ganó la medalla de oro en Panamericanos. De eso nadie hablará.

Tampoco saldrá ningún licenciadete de tacuche planchado a decir que, de nadie más es la medalla si no suya y de su núcleo familiar. Porque ni la federación de atletismo se atrevió a verlo a los ojos, mucho menos el nido de ratas que conforman  el Comité Olímpico Guatemalteco –precedido por un general háganme el favor-.
No, nadie dirá que, el patojo caminaba veinte kilómetros para poder llegar a Cobán a su entreno y de regreso caminaba los mismos veinte kilómetros, cuarenta en total más los del entreno, porque ninguna autoridad deportiva pudo ayudar económicamente para su preparación.

Ningún encopetado dirá que, en las escuelas no existen las clases de Educación Física si no en algunas una vez por semana y con la suerte de que las maestras de grado utilicen el periódico para realizar trabajos de otras materias, que se carece de recursos materiales, de espacios y tiempo para crear en las/los alumnas/os el hábito de la actividad física.

No dirán que, las pocas instalaciones deportivas en los departamentos – inexistentes en  municipios-  se encuentran en condiciones deplorables, que se carece de semilleros.
Nadie dirá qué, la bandera ondeó gracias a un niño de los muchos a los que el ejército les eliminó la familia, y a los que también querían exterminar por su condición de etnia.

Guatemala se viste de gala, sí. Pero gracias al esfuerzo personal de un patojo indígena de pies descalzos que se atrevió a soñar y que al igual que don Teodoro Palacios Flores y don Doroteo Guamuch, se sacudieron la maldición de malinche y salieron a echar punta, con la frente en alto, a conquistar lo que de sobra les pertenecía.

Celebramos como pueblo sí, -ahora sí- intentaremos tomarnos una foto con el patojo sí seguramente, pero que no se olvide que como él hay miles, en la miseria económica, con sueños e ilusiones, que solo necesitan de una oportunidad. Que como Erick hay  crías que vienen creciendo sin recursos, con hambre, totalmente olvidadas por una sociedad racista y  un pueblo egoísta.
Siempre lo dije y si un hombre para abanderado de la delegación guatemalteca querían allí estaba Erick Barrondo, pero no se la dieron porque no era alto, de ojitos claros, canchito y de apellido extranjero, allí está que un indígena de pies descalzos nos dio la medalla, que esto nos enseñe que, con nuestras pluriculturas, plurilenguas y multiétnias somos un país con diverso y eso nos engrandece.

Ojalá y el Comité Olímpico en esta ocasión no tenga la osadía de negarle el recibimiento como  lo que es, un campeón y que aparte del aplauso, las fotos y las casacas de chuchos viejos, se le brinde una pensión vitalicia, se le asigne una beca para que siga estudiando  y en el futuro se le tome en cuenta para ocupar un puesto en una federación en donde se aproveche su capacidad, conocimiento y experiencia para formar más atletas.


Y dejando las generalidades, la emoción y euforia por la medalla, hay que recalcar en específico el extraordinario aporte que han dado su padre y su madre, al apoyarlo. Ninguna persona es, “completa” –dejando a un lado los rollos de psicología- sin el apoyo emocional y espiritual de quienes le dieron la vida.
Si  quien se atreviera a parir se diera cuenta que no es solo   soplar y hacer botellas  de engendrar y criar, que las crías no son para descargar frustraciones…

Erick no hubiese tocado el cielo con las manos, si su padre y madre no lo hubiesen apoyado, así es que la gloria sea para ellos que “corrieron” a su lado desde que él decidió entrar en el sacrificado mundo del deporte.

La gloria ha llegado a la aldea Chiyuc en San Cristóbal, Alta Verapaz y  la llevó   Erick Barrondo. Gracias Erick por compartir tu medalla con este país de racistas y clasistas que te ignoraron y humillaron, vos sin embargo en tu  humildad nos has permitido tocar tu medalla y dedicarla a la patria que te vio nacer.
Sos un campeón, posiblemente serás una moda y te convertirás en  un mito, tu nombre traspasará las barreras del tiempo, y tu aldea olvidada entre los montarrales, brillará como luz de candil en las Verapaces.

Chiyuc: en idioma Pocomam significa, tierra de barrancos. Desde ayer  tierra de Erick Barrondo. Tal cual Quesada tierra de Pepe Milla y Amatitlán de doña María del Tránsito Barrios.
Pd: En espera de la participación de mis otras dos niñas, Jamy Franco y Mirna Ortiz. 

Ilka Ibonette Oliva Corado.
Agosto 05 de 2012. –Mes del jocote de corona y de Erick Barrondo-
Estados Unidos.