Reencontrándome.


La mañana aun tiene el olor a la carne asada que se discutieron los vecinos del edificio de enfrente, en uno de los apartamentos  vivirán mínimo unos quince cristianos, todos hombres, en las tardes entre semana los mirás jugando cartas y con su respectiva cerveza en  la mano, los viernes en las noches o los sábados en las tardes, han hecho una hornilla con tres piedras y una parrilla, hacen su carne asada y mirás vos el puñado cantando las rancheras que ronronea el equipo de sonido a todo volumen, ya para el filo de la media noche los escuchás llorar y el viento que dispersa sus voces contando historias y nostalgias de sus países de origen. La mayoría trabaja en fábricas y algunos en la jardinería. Ayer uno del clan seguramente estaba de cumpleaños porque  los escuché cantar el feliz cumpleaños, algo desentonados porque ya con diez horas de licor en la sangre me imagino que ya no atinaban a distinguir entre Chana y Juana.  Hoy la mañana huele a los últimos pedazos de carne asada que seguramente dejaron quemándose en la parrilla.

Se ha marchado el dulce de los cerezos en flor, ¡saludos me dejaron!, a cambio colorea el arcoíris de tulipanes que seguramente para el siguiente fin de semana será historia.

A mí me dio por comprar mis patines, siempre quise aprender a patinar y por esas cuestiones de  la vida fue quedando la intención rezagada, arrumada pero al fin decidí hacerlo y me he dispuesto  a aprender a patinar para finales de la primavera así que para el verano pueda andar rodando las ruedas en las reservas forestales que tienen concreto.

Ya cargo las nalgas color berenjena, los sentones que me he dado ya llegan hasta el infinito paso dado sentón disfrutado y digo disfrutado porque no me ha quedado de otra que reírme de mi desequilibrio. Pero tengo buenas maestras, una  costalada de ishtías que me andan para acá y para allá, las vecinitas que se pintan solas para patinar, entre que me dan instrucciones otras me avientan al pavimento y el otro grupo me a ayudar a levantarme, y las descaradas todavía me dicen: ¡está bien si te caés, es parte del aprendizaje! No pasan de los nueve años de edad pero patinan con una habilidad de profesionales, ¡quién pudiera volver a tener la destreza de la infancia!

Pero he vuelto a ser niña, bloqueé la parte adulta de mi cerebro y dejé abierta la ventana para que saliera  la niña que hay en mí, y es así como me he podido disfrutar al máximo mi primera clase de sentones y de patinaje. No dejan de tomarme fotografías porque dicen que esto se tiene que documentar. Las vecinas se asoman por las ventanas alarmadas y gritan alarmadas  cada vez que me ven caer en cámara lenta. Pero ando armada con mis rodilleras, coderas y también para cubrir las palmas de las manos, mi casco que utilizo para la bici, se fue feo porque también hace trabajo doble con la patinada. ¡Y de abusiva me compré los patines de cuatro ruedas en línea!

Aunque creo que me falta comprar uno de esos protectores que utilizan las boxeadoras para cubrirse los dientes, en mi caso para protegerme las jachas en caso caiga de loza.

Me pedí una hoja con el horario de las clases en el gimnasio, porque mi rutina ya me la sabía de memoria: calentar, bicicleta, pesas y nadar. Soy una  de ejercicio anaeróbico el aeróbico me ha hecho mal de ojo. Pero me dije: bueno, ¿qué te puede pasar si cambiás de rutina? ¿Qué te de mal de ojo? ¿Mal de camioneta? ¿Salpullido? ¡Intentálo! Así que reestructuré mi tiempo y mis clases en la duela del gym.

De maleada me  metí a clase de aeróbicos, ya te imaginarás vos con lo cleta que soy y con mis dos pies izquierdos me he pegado  la perdida de mi vida, mientras la manada iba hacia la derecha saltando yo iba hacia la izquierda corriendo, hasta que una señora de setenta y dos años me agarró literalmente de las manos y me enseñó en cámara lenta la coreografía, ¡solo me aprendí tres pasos!, pero el instructor tiene fe de que en tres semanas ya esté pilas. Me he pasado recordando tanto a mi maestra de Gimnasia Rítmica de mi cuarto magisterio, (saludos seño Magda)

Decidí finalmente tomar clases de yoga, y ahí voy pues con mi petatillo  ¡Y me han estirado hasta la pestañas! Y yo pregunto: ¿quién dijo que hacer yoga era fácil? Como sabrás quienes practicamos anaeróbicos tenemos problemas con la elasticidad, así es que valí pura estaca.

¡Me temblaban hasta las pestañas! Algo que se ve tan simple, ¿cómo puede costar tanto? Sorprendida estaba yo de la coquetería de las mujeres, con los callos de los pies  que parecían terrones de talpetate  pero eso sí con las uñas bien pintaditas, y  yo  viéndome mis pies hasta con pelos en los dedos gordos, no hay duda, ¡soy un desastre en cosas de femineidad!

Pero como ya picada agarré furia y me metí a la clase de Step Plus Abs que  no es más que realizar una rutina de saltos y baile sobre una especie de grada, de  esas banquitas  plásticas a las que les agregás altura. Y ahí estaba yo pues recordando mis años de estudiante de magisterio haciéndome un queso en el gimnasio de la escuela, recordando mis clases de Gimnasia Olímpica y los ejercicios previos a la barra de equilibrio. Recordando las piernotas del profe (Roque) y con la panza de pupo mareño que no me dejaba hacer bien las abdominales. Estaba en una especie de confesionario, arrepintiéndome de tanta michelada ingerida durante el invierno. Con el bucul de mujer preñada con seis meses, ya no supe si estaba sudando  o llorando durante la clase.

Salí desahuciada con el petatillo arrastrándolo ya no me quedaba fuerza ni para levantarlo, ¡pero con la frente en alto dispuesta a regresar por la revancha!, no cabe duda que los años no solo arrugan la piel si no que también oxidan las bisagras, las mías las ando rechinando en cada paso que doy. ¡Aquello parece matraca de clásico de balompié en cancha de arrabal!

Y por si fuera poco ¡Aun hay más! Los patojos de los edificios vecinos me han dado en el orgullo, los veo chamusquear todas las tardes en el parque de enfrente, así a lo salvaje colocando dos bultos como portería, y ahí está el güiralito dándolo patadas a la pelota con aquella emoción y es algo contagiable. Así que ayer me atreví a ir a pedirles juego. ¡La gran mulona!

Arrecha me paré a observar y emocionada en un saque les grité: ¿Me dan juego? Se quedaron mirando entre sí, hasta que  asintieron con la cabeza y entré pues, con las bisagras sonando, con las pestañas estiradas por la clase de yoga y las nalgas color berenjena por la clase de patinaje, ¡pum el primer socón me recibió! ¡Para que despierte!

Y andaba pues bateando solita yo hablando en guatemalteco: ¡pasála!, ¡finteálo!, ¡bombeála!, ¡cuidado te van a sumir!, ¡hacéle la bicicleta!, ¡cuidado llevás!, ¡de guanaca!, ¡la chilena hacéle!, ¡un toque y soltála! Pero era por demás nadie me entendía, lo de ellos no era chamusca, era una cascarita y aparte que en inglés, así que era de: corner, handball, (y no me refiero a balonnamo) go get it, (ya no era andá traéla va) foul, he pushes, y llegué a la conclusión que algo se pierde, yo me perdí de algo en los años que no practiqué mi pasión, porque una cosa es dirigir juegos como árbitra y otra muy distinta sentir cómo te acaricia un balón.

Será el país, los años, el idioma pero no es lo mismo   ir a traer el balón que go get it, no es lo mismo gritar ¡mano! Que handball, no es lo mismo meter un golazo que scoring, o que make a goal… definitivamente mi pasión tiene que ser en castellano y si es en guatemalteco mucho  mejor. Pero como no se trata de venir a ponerme los moños mientras sea chamusca aunque aquí le llamen cascarita o game sigue siendo la pasión de mi vida y no hay alegría más grande que sienta mi corazón que cuando  mis pies disfrutan del toque del balón.

Adolorida salí al medio tiempo, pidiendo tanque de oxígeno, una pila de agua, y una camilla para llegar a mi casa  ya que me dolía hasta el pelo.

Pero no importa hoy en la tarde regresaré  por la revancha y ya dijimos que el equipo que pierda invita  los helados. ¡Se me olvidaba en la chamusca la más mulona soy yo, el resto no pasa de los trece años de edad!

Estoy volviendo a mi pasión, a mi amor por los deportes, a mis actividades al aire libre, estoy volviendo a sentir mi corazón latir, a gozar de una chamusca y a intentar aprender cosas nuevas, esa era yo antes de emigrar, y esa estoy intentando volver a re encontrar porque esa Ilka es la que me llena el alma la que me inspira y la que me hace sentir en paz.

Por cierto, las clases de patinaje no son gratuitas, las ishtías son pero fibrudas me sacaron el trato de que al finalizar cada clase me caiga con un helado para cada una, no si las cipotas de hoy en día quitáte de  ahí le dicen a una.

Ilka Ibonette Oliva Corado.
Abril 22 de 2012.
Estados Unidos.

4 comentarios

  1. Don Arturo, tiene mucha razón eso de las lesiones usted es cardíaco, yo tuve una bárbara en el ´99, lesión de ligamentos cruzados, en el mismo momento nervio ciático, olvídese ni amarrarme las cintas de los zapatos podía. A puro diclofenaco inyectado y tomado, hielo y calor, terapia, láser en fin…
    Ahora tengo una en el ligamento lateral interno… tres semanas fuera del aire, hielo, láser, calor… reposo… la misma vaina… es que la lesiones están a la orden del día, a veces son inevitables y en otras es por pura dejadez.

    Abrazo para usted y gracias por escribir.

  2. Chentío sos un sol, ¡gracias abrazote para vos!

  3. Procura no hacerlo todo de romplon! Date tu tiempo hechando leña en el metate. Si no te podes fregar mas de lo que te vas a mejorar. Cuando ya ha pasado un buen cacho de no hecharte las chamuscas y no entrarle a la onda de los patines y las otras cosas, uno tiene que irese de cachito en cachito. A menos que andes en los veintes o menos. Para los que ya andamos mas ruquitos que eso no es lo recomendado. Aunque digamos que nos viene sobrando, que conocemos nuestros cuerpos y si decimos que podemos es que podemos. Pura babosada! En cuanto oigas el trueno y sintas el dolor de la quebrada (y no hablo del baile, que conste)la realidad es la que te va a caer de romplon. Asi que mucho cuidado paisanita (de Guate aunque no del oriente) dale vuelo a la hilacha (esa no, no seas mal pensada! la de hacer ejercicio digo yo) Te lo aconsejo yo que nunca me crei muy huevon pero como empezara a hacer las cosas sin cuidarme y me fregara una rodilla que me costo casi 5 años en recuperar! Ahora todo lo empiezo como si fuera chambonazo. Y me viene lo que digan los demas. Cuando empeze con las pesas hasta las niña levantaban mas que yo (ahora que ya mejoro el ñeque, ya nos damos a tacos) y cuando empeze a kilometrar las montañas, hasta las que eran de la altura de aquel «raton loco» del hipodromo del norte me cansaban. En cambio ahora, doy carita a mis amigos hechandome algunas carreras de 2-3 minutos para arriba y para abajo del cualquier cerro que se les ocurra. Hasta les ando chilereando con unos paseos de «Kayake» que le dicen. Pa' mi, que pura chalupa de plastico que es la babosada esa, pero como la mara dice que es de cache… aunque termine con la lengua de fuera y el culiflor mas plano que… en fin. Dale con ganas pero con cuidado y procura no querer hacer mucho. Ya sabes lo que dicen: El que mucho abarca…» Suerte niña

  4. Estimada Ilka: Disfruté a lo grande tu escrito y más estando escrito a lo chapín. Besos, Chente.

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