El reparador de bicicletas.


La puerta de entrada se abre, mejor dicho la abrió un  muchacho porque es de las puertas que no son eléctricas. Entró  empujando una bicicleta de carreras va  uniformado de pies a cabeza, con uno de esos impermeables que utilizan los ciclistas profesionales en tiempo de invierno. Parece buceador.

Se dirige directamente al sector en donde reparan bicicletas, la tienda esa mañana está a reventar hay ofertas y una buena cantidad de personas comprándolas, quienes van por la ropa y otras por las galletas de proteína, quienes buscan los sostenedores de bicicletas para ponerlas en los carros, quienes buscan de carreras y otras montañesas. El muchacho va directo al sector de la esquina en donde se lee en un rótulo de letras verdes: repair.

Interrumpe la conversación que hay entre el reparador y una clienta. Pregunta más con tono aristocrático que con el de un simple ciclista que necesita que revisen su bicicleta de carreras que algo falla con la llanta trasera y que lo necesita con urgencia que   cuánto tiene que esperar. El joven alto de cabello plateado ojos azules cuerpo atlético y de sonrisa coqueta, le contesta que está muy atareado ese día no ha llegado su compañero de labores y tiene en ese momento qué preparar la bicicleta que acaba de comprar  la muchacha que está repesada en el mostrador.

Ella escucha la conversación y participa cuando el joven de ojos azules le hace mención. Ha estado ahí durante tres horas escogiendo y decidiendo qué bicicleta comprar. Le ha costado decidirse pero por fin lo ha logrado, ha decidido agregarle otro timón para cuando practique en las pequeñas hills de los suburbios de la ciudad.

“El martes empiezo a trabajar aquí”, ha comentado el joven del traje de buzo. La patoja (que se siente patoja pero ya no lo es)  que está repesada sobre el canto del mostrador sigue la conversación no por shute si no porque es inevitable, el asoleado en traje de buzo le parece un tipo mampluzo no solo para la bicicleta, se lo imagina intentando sacar fibra como reparador en el que será su nuevo trabajo. Al parecer el joven de ojos azules piensa algo similar  porque intentando seguir con la conversación le pregunta al que será su nuevo compañero, la razón  por la cual ha decidido ir a trabajar ahí si se nota que no necesita el dinero solo la bicicleta que ha llevado a reparar cuesta alrededor de ocho mil dólares.

El que tiene planta de asoleado  con toda la choya del mundo le contesta que es para ver si puede aprender algo más sobre el cuerpo de las bicicletas y su funcionamiento, que realmente no necesita el dinero. “Entonces dejáme decirte que estás en el lugar equivocado” ha dicho el de ojos azules, la patoja afirma y confirma con la mirada. “Regreso por la tarde ahora tengo que irme” y sale por la puerta que no es eléctrica el de planta de asoleado en traje de buzo.

Por fin pueden seguir la conversación, la patoja se acomoda sobre el canto del mostrador, tiene las manos llenas de grasa porque ha estado tocando herramientas, esa fascinación suya por las herramientas engrasadas, por reparar trastear y desarmar todo lo que te tenga que ver con  llaves, alicates, metros, cangrejos…

“De dónde eres” le pregunta la que se siente patoja,  “porque tu inglés es notablemente bueno, pero ese acento tuyo muy europeo”.

Vlad le ha dicho, “my name is Vlad, I am from Ukraine, nice to meet you”. Ella lo saluda en la única palabra rusa que conoce que suena: previt que le han dicho que significa hola. Él sonríe y deja ver sus camanances le pregunta cómo ella sabe esa palabra, que si habla ruso. Desahuciada contesta que solamente esa palabra sabe pero que aprenderá más para poder saludarlo en su idioma. Esas palabras dichas por la dueña de la bicicleta que tiene en sus manos hacen que el reparador de ojos azules, abra las puertas de su corazón y deje entrar la brisa de la primavera.

Comienza a hablar sin parar y ella se acomoda fascinada sobre el canto del mostrador, sigue pasándole las herramientas… Vladimir es tu nombre entonces pregunta ella. No, Vlad es el la versión corta de Vladislav que significa “el que tiene la gloria”, pero yo no tengo ni eso, ni país ni nada. Tengo dos años y medio de vivir en este país y me siento atrapado, agotado, sin aire, siento que me está robando la vida, que me hundo cada vez más hondo. Aquí no hay montañas, ni árboles, solo calles planas grandes y anchas, solo rascacielos y espejos y vidrios, aquí solo hay Starbucks por todos lados pero ni una sola venta de fruta en la calle.

Entonces ella  ve  la profundidad del mar abierto que emerge desde el iris de sus ojos, aquello está en tempestad. Tal como había estado ella años atrás. Le dijo en su parco inglés que había aprendido a terronazos: I was there, in the same dip of fuck, falling and folling. But let me tell you, is not forever, nothing is forever even you or me. Just keep trying every day, every morning is a start and then you will feel the freedom in your heart.

“Pero es que no sé si regresar, si irme a otro Estado, si debo seguir aquí” ella escucha paciente el desahogo del atleta hermoso por fuera y por dentro que tiene frente a ella. Tiene veintisiete años le ha dicho y se siente de cuarenta, siente que en dos años ha envejecido una década.

Ella le cuenta que durante años lloró su dolor migratorio, que se terminó prácticamente comiendo los dientes durante la noche mientras dormía, que el estrés le encanó el pelo en sobremanera y que la culpa no la dejaba respirar tranquila. Le cuenta que ese día, esa mañana ella le cerró las puertas a la frustración, a la culpa y a la nostalgia, que desató los lazos que la ataban al pasado y que los soltó al viento para que la brisa de primera los llevara lejos de ella.

Finalmente la bicicleta está lista, “lista para que la uses y la maltrates” ha dicho mientras se la entrega. Anota a las carreras la dirección de una ciclo vía en el sur de la ciudad en donde él se mantiene los fines de semana, por si ella desea ir un día.

Thank you handsome, my name is Ilka  let me spelI it : I L K A, dicen que es de origen alemán y brasileño, aunque también húngaro y holandés la verdad no sé. But I am from Guatemala I speak Spanish and my English is so so. “Your English is very well my new friend, I hope I will see you at the bike track”, ella mientras camina hacia la puerta que no es eléctrica se despide con su nueva bicicleta y con la frescura del chapuzón del mar que emana de los ojos azules del reparador de bicicletas “I hope so too handsome”.

Es domingo por la mañana y los primeros días de abril han llegado con la dulce miel de los cerezos en flor las ciclo vías la esperan de la misma forma en que ella las ha esperado  durante tantos años.

Ilka Ibonette Oliva Corado.
14 de abril de 2012.
Estados Unidos.

2 comentarios

  1. ¡Se imagina usted esa pedaleada cuesta arriba! No hombre en las primeras de cambio me quedo esperando jalón, gracias por sus palabras y por el concepto que tiene de mi. Abrazos!

  2. Ojala que esa ciclo via empiece cuesta arriba y el viento sople en contra, para que la patoja (que es una patojaza)le saque el frio de Siberia al muchacho bueno. Esperamos el proximo episodio, con la ansiedad de las multitudes de Nueva York que esperaban los folletines de Dickens, en los muelles. Que oportuno el articulo de nuestro diafano y arrepentido Segio Ramirez en eso que llamo «Un monstruo inmortal» en La Jornada del dia quince!

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