Que es normal dicen…

Abuelo: que es normal dicen, que es normal que no fluyan las letras, que  es normal que de  pronto se me secó el ímpetu de escribir. Que es normal que lo extrañe y que sienta un vacío enorme dentro de mí, así dicen que es normal… en este mundo todo es normal… o tendría que serlo.

Normal que la vida continúe y que hoy quienes en vida no le ofrecieron pero ni un vaso de agua ahora se estén despellejando peleándose el pedazo de parcela que usté desherbó, sembró y cosechó durante toda su vida. Y dígame usté abuelo, ¿para qué putas la quieren? Si es gente que ni agarrar un corvo puede mucho menos chapear y no digamos desgranar mazorcas y aporrear frijol… ¿para qué la quieren? Lo más probable es que para venderla y hartarse el dinero que les den. Pero cómo se nota que la sangre suya que recorre sus venas la llevan de adorno, si lo estimaran un tantito sabrían que “¡la tierra no se vende ni por todo el oro del mundo!” palabras suyas abuelo que las llevo tatuadas.

“Negra hablá” me dijo su nieta mayor… cuando me vio apagada como la llama de un candil  ya sin gas desvaneciéndose en la madrugada de mi natal Comapa ¿Y de qué quiere ella que hable pué si no me salen las palabras habladas? El día que le dije que ya no escribiría y se enteró porque lo leyó en el blog y no porque yo se lo dijera, recuerdo que me vio con esa su mirada de hermana-mamá, tratando de  buscar en las profundidades de mi corazón y escudriñar qué me atormentaba, después de un largo rato me dijo: “¿Y ahora te vas a tirar de cabeza al barranco? ¡No es justo que te castigués así!, el abuelo sentiría mucha decepción de verte así… así como estás irreconocible” La miré buscándole dirección a mi mirada perdida y con la voz entrecortada le dije: “es mi vida, es mi blog y ya no quiero escribir se acabó mi catarsis” La conversación siguió hasta que terminé llorando arrumada en una esquina de la sala abrazada al recuerdo suyo tío Lilo.

El abuelo… los abuelos… mí abuelo… tío Lilo. La vida sigue dicen… para mí es tan difícil seguirla de pronto siento que perdí algo ya no soy la misma un vacío profundo que tengo en medio de la boca del estómago.  Por correo llegaron las fotografías de su entierro y vi a la gente del pueblo acompañándolo, a mi abuela que es una de las  mujeres más fuertes que conozco que perdió dos hijos uno tras otro cuando ya eran unos hombres y de los retoños sólo los nombres conoce, esa abuela a la que una hija se le fue pal norte y sembró retoños pero en tierra ajena vástagos crecieron y florearon ya hasta botaron semilla en otra parcela.

Que tenés que seguir escribiendo me dijo una amiga, porque no podés apagarte así, que todo pasa y que todo continúa, que quienes nos quedamos tenemos que vivir…

Se me llenó el cuarto de ropa sucia hasta que ya no tuve nada qué ponerme la hermana-mamá agarró hasta las chamarras y las fue a lavar, a mí me dio absolutamente igual abrió las ventanas y dejó que el frío del invierno refrescara mi habitación. “No sé por qué sos tan sensible Negra  a veces eso te afecta mucho más de lo debido. No podés desvanecerte así pero sé que esto va a pasar vamos a salir de este amargo momento”.

Las tías y las primas no paran de llamar preguntando por mi salud todo el mundo teme que me lleve con usted, dejan mensajes en el celular o hablan con la nieta mayor suya ella les comunica que estoy bien pero que no quiero hablar con nadie.

Hay unos días más difíciles que otros a veces me entran esos instantes en que me ataca la cólera , el enojo y se me fastidia el día o la noche; enojada porque con la familia no se puede hacer nada los lazos de sangre son irrompibles  o cómo es que dicen inquebrantables…  pero créame abuelo de pronto de la nada salieron con que ahora sí llevan su sangre y lo  reconocen como papá y abuelo, entonces hay forma de pelear el sitio en donde usté levantó su casa de adobe y mi abuela parió a las cumes, ese sitio suyo en donde está el palo de jocote los izotes los cafetales el matasano y el plumajillo.

En estas circunstancias es cuando estar lejos es un alivio porque de estar cerca abuelo, me hubiera dado ese derrame cerebral o se  me hubiera olvidado la cuestión esa de los lazos de sangre. Llegó una fotografía del amanecer en Comapa de ese 24 de diciembre en que lo enterraron, qué foto tan hermosa el sol radiante tapizando  los nichos emergiendo sobre las montañas del oriente justo en La Cuna del Sol.

No se lo he dicho pero me alegró tanto que se fuera en las vísperas de la Navidad, dicen que genio y figura hasta la sepultura  y con usted eso no fue por gusto. Usted es un re bandido abuelo, seguro que dijo: “voy a poner a parir a toda esa raza ya que no me vienen a ver en vida y me han sepultado en el olvido entonces que me vengan a velar para Navidad” y mire que sí,  de pronto hasta los novios y esposos de las nietas que en vida no le dieron pero ni el saludo ahí estaban sentados en su velorio, observando el cuerpo del patriarca de las Corado Martínez. Si por los menos ahí lo hubieran tocado yo digo que de perdida se les pega algo de lo suyo abuelo, porque  ni por donde pasó lo pasmado no se les quitó ni se movieron para cargar su caja en hombros.

De esos capitalinos que ni atizar el fuego en el pollo pueden mucho menos rajar leña,  pero sí pueden sentarse de pierna cruzada  y sentirse superiores a toda esa gente del pueblo que lo acompañó. Observando los caites empolvados y los sombreros impregnados de sudor de aquel otro mundo campesino que habita en Comapa.

Que la vida sigue me dicen y yo de pronto retrocedí el paso antes andaba a las carreras atareada, luchando contra esos ataques de ansiedad hasta que algo pasó y me sentó, noqueada me hizo. Aun estoy recuperándome en cámara lenta. Ese tiempo de angustia me llevó a las profundidades de mis descontentos y me encerró en un cuarto sin luz, me dio por palpar mi cuerpo que era mi única compañía y  para no olvidarlo  comencé a sentirlo en lugar de observarlo. Qué majestuoso y bello es. Me estuvo dando señales durante much
o tiempo pero yo seguramente por andar atareada en las carreras preferí  hacer caso omiso, ignorar el llamado y acallar su voz. Hasta que me sentó y  mi sistema nervioso colapsó y me quedé perpleja sin poder hacer nada, nada de mi propia mano la inutilidad me invadió y el camino retrospectivo e introspectivo  empezó pué.  

No he logrado salir de ese túnel en el que me caí nuevamente es como si me hubiera partido en dos y mi mitad estuviera en el fondo de ese barranco y la otra observándola desde las alturas. La de arriba sentada en una piedra de río disfrutando del aire fresco del sol radiante y de una buena taza de café sigue con los ataques de ansiedad  y queriendo vivir la vida a las carreras,  su cuerpo se ha ideado llamarla por medio de un auto parlante pero ella se ha puesto tapones en los oídos, con el pretexto de que tiene que ir a nadar. La otra la de abajo tal parece que el  haber caído tan profundo aparte de las magulladuras también está aprendiendo a respirar lento y disfrutar el  escaso y ralo aire que entra en sus pulmones, ni se ha preocupado por la luz de un candil ahí en la oscurana está aprendiendo a conversar con ese antes inquieto Ser interior que  hoy le habla quedito y claro. Amáte le dice, amáte a vos misma, queréte, aceptáte y sobre todo disfrutáte que la vida es un pasón. Perdonáte, perdonáte, perdonáte…

Estoy en medio de esa lucha nuevamente  que creí superada hace  tiempo.  Pero lo superé de a mentiritas escarbar en esa zanja me está sorprendiendo y por supuesto estoy aprendiendo. Con mis pies planos y mis rodillas culecas. Amando esas canas hermosas que me crecieron como zacate en invierno guatemalteco, de la nada y me encantan. Cada vez que las veo me es imposible no sonreír aunque me ha dicho la doctora que crecieron así de sopapo a causa del estrés que vivo y que si no me calmo  prematuramente tendré el pelo cano.

Estoy aprendiendo  en momentos con timidez a aceptar mi rebeldía y mi carácter efervescente dicen que aceptar es el primer paso para el cambio, porque estoy trabajando en convertir esa llamarada de tusa en un rescoldo que nunca se apague pero que siempre se mantenga tibio.

Pero abue, me está resultando dificilísimo  pero usté no se preocupe que la vereda está llena de paisajes como el de hoy que casualmente siendo invierno pareciera un día de finales de verano.
Que  la vida sigue dicen abuelo y es cierto   pero yo decidí apaciguar el paso descansar  el tiempo que sea posible e intensificar la búsqueda dentro de mis adentros  hasta que logre escuchar claramente y sin interferencia  a mi otro Yo que habita en algún rincón de mi alma montuna.
 
Usté para mí no se ha ido solo cambió de forma hoy está en el aire que respiro, agazapado en los troncos de los árboles desnudos del invierno, en la luz del sol y en la neblina que me abraza. Hoy de pronto lo siento en mi sombra del medio día y en el silencio de la madrugada,  entonces de re bandido que es  se convierte en el canto de las chicharras del enero de mis nostalgias y  me dice: ¿Y vos qué creés que la vida es sólo de soplar y hacer botellas?

En los primeros días de enero  le envié un bonsai a su hija mayor la Lilona, mi  Nanoj. Me llamó alarmada porque no le creyó al de la floristería que su Negra le hubiera enviado un presente. Me dijo cuando contesté: » ¿Negra estás bien? me llegó un arbolito que no sé cómo se llama y me dijo el muchacho de la floristería que vos lo enviaste» «sí mama yo fui ¿te gustó?» » ¿Segura que estás bien?» » Sí Nanoj»  «Tengo miedo de que te pase algo y vos por allá tan lejos mejor vénganse» Me di cuenta que hacía años que no le enviaba nada a mi Nanoj, nada  como un obsequio la última vez que le di algo sería cuando tuve mi primer sueldo por allá del ´99 le compré una olla arrocera y en un momento de enojo me la lanzó en la cabeza me dijo que aprendiera a mi hermana mayor porque ella le regalaba cosas más utilizables (oro), no se la perdoné y desde ese día no le regalé nada más hasta este enero que después me percaté fue mi forma de perdonarla (por toda mi infancia y adolescencia de tormento)  y de perdonarme. Sucedió simplemente se dio abuelo dejé ir ese tormento que me agobiaba tanto, aun no hablamos seguido por teléfono pero estoy en el proceso. Ni siquiera eso se lleva una a la tumba abuelo, ni siquiera el puto dolor que tanto martiriza. 

Sigo no en pie por el momento, pero estoy intentando levantarme y lo voy a lograr abuelo hasta que logre caminar derechita y viendo de frente al sol… alistando las tabas para cuando me toque caer de nuevo total esto es de caer y levantarse no de balde tanta raspadura.

Me despido y le envío esta carta en un telegrama de los barriletes de  noviembre pero en esta ocasión con los fuertes vientos del enero que hoy me cobija, ¡estése pendiente que la próxima se la enviaré con un hondazo y se la estampo con un beso de  los labios de la abuela!

Ilka.
Enero 10 de 2012.
Estados Unidos.

2 comentarios

  1. Lo «normal» no existe, la Norma es puro invento… no puedo ponerme entre su piel y sus lagrimas… no puedo aunque quisiera… no puedo entrar al pensamiento de otra persona no, no debo aunque pudiera… solo déjeme darle un abrazo fraternal a la distancia…

  2. Que puedo decir, si hasta yo te he dicho que es Normal, que bueno que escribes lo que sientes, y piensas..Un fuerte abrazo Ilka, saludos..

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