A la sombra de un genocida.


De: La Gaceta Independiente.

«Cuatro fuerzas importantes se conjugaron para destruir la democracia  guatemalteca: Imperialismo yanqui, camarillas castrenses, Arzobispado y latifundismo. Las últimas tres constituyen la Antipatria. A su servicio están periodistas e intelectuales mercenarios, seudo-universitarios oligarcas, políticos abyectos de la dictadura, barones del agro y traficantes sin patria. Esta cruadrilla mantiene en el poder al ursurpador.Guatemala es subyugada  hoy por el oro de Washington, las bayonetas de la traición, la inquisición clerical y la encomienda rediviva. ¿Su obra? La más excecrable de la historia. Revisémosla…»
Alfonso Bauer Paiz.


Lloran y lloran  los montes que han sido testigos mudos de las masacres perpetuadas en manos de los genocidas, lloran los cerros que llevan en sus entrañas el llanto de las miles de personas que se refugiaron en su arboleda en busca de vida. Tiembla la tierra que tiene en su corazón las fosas comunes con miles de masacrados, torturadas, violentadas en manos de un monstruo que hoy es presidente.

El eco del grito de los torturados se escapa de las paredes sucias de los centros clandestinos y rompen las barreras del tiempo, ahogados llegan hasta el presente clamando justicia, más es solamente eso el eco de un grito que el viento de noviembre se encarga de disfrazar con el chiflón. Más quien lo sepa distinguir sabrá que hay historia, que hay  injusticia y que Guatemala ha sido cubierta por la sombra de un genocida inconfeso. Por la sombra de una nube negra que no anuncia aguacero, ni temporal pero sí una sucia y eterna oscurana llamada impunidad.

Lloran las viudas, las hijas huérfanas y las madres y padres que perdieron a sus crías. Lloran  las/os desterradas/os que salieron al exilio en busca de salvar la vida, muchas/os ya nunca regresaron, vivirán añorando el suelo propio manchado de sangre e injusticia pero no regresarán, no a donde se les arrebató la vida a miles de personas que soñaron con la libertad. No a donde se asesinó a comunidades civiles enteras. No regresarán porque en ese suelo yacen las sombras de sus familiares desaparecidos.

Llora el cielo con  gotas de lluvia salada abrazando en sus nubes el llanto de miles de crías que fueron asesinadas en manos de genocidas. Llora el anciano que en el lejano horizonte disfraza sus noches de insomnio, de pesadillas y de torturas con el amargo recuerdo de la Tierra Arrasada.

Llora la madre que vio morir a sus crías, llora la cría que vio morir a su madre, llora el hijo huérfano, y el padre al que le masacraron toda su familia.

Una nube negra de impunidad nos ha cubierto, llora Monseñor Gerardi en su tumba al ver libre a su asesino intelectual, llora al verlo hoy de presidente gobernando al país que mutiló y torturó con sus propias manos, al país que profanó hasta sus entrañas siempre al servicio del tirano.

Lloran las calles empedradas bañadas de sangre inocente, lloran los ríos que en sus aguas llevan el último suspiro de vida de desaparecidos hombres hijos de la Patria; llora… lloran las  golondrinas que espantaron el sueño observando en la oscurana a las mujeres violentadas en manos de soldados.

Lloran los volcanes que albergaron en sus entrañas a fieles hijos de la Patria y a hijas leales al sueño libertario, se revuelve en la oscurana y el chiflón aquel eco  del grito sonoro de auxilio, de dolor, que desgarra la luna llena de Xelajú.

Hablan las paredes de adobe y los techos de teja murmurando cuentos de liberación, utópicos relatos de revolución. Desteñido el perraje aun guarda la sangre de su dueña masacrada, cubre los huesos quebrados que yacen en alguna fosa clandestina aun no descubierta.

Llora el árbol que vio morir en sus ramas a  patojos ahorcados, llora el zacate y
la flor de campana que  como testigos mudos vieron teñirse el paisaje de fuego y  humo, se quemaban las chozas de palma y bajareque, adentro amarradas una  a una las vidas dejaban de respirar.

Nos hemos teñido las manos con la misma sangre  y culpa del asesino genocida, hemos secundado a la impunidad. Llora en el destierro quien dejó su Patria, quien nunca más pudo regresar.
A la sombra de un genocida descansa hoy el pueblo esperando en salmuera el mortal ataque por la espalda, se repetirán las campanadas alertando el paso gigante del enemigo, más no causará alarma porque incongruentemente  hoy representa a la mayor autoridad.

Surcarán los Kaibiles valles y campos, calles y caminos reales, repitiendo la sanguinaria orden.
Llora el sol que alumbró durante el día masacres y vejaciones en el Ixcán. Llora el Polochic que lleva en sus aguas las últimas brazadas de sus hijos ahogados y torturados.

Llora el mangal que calmó el hambre de los patojos catequistas y que también en noches de luna llena los vio morir en sus ramas, sintió así los últimos suspiros de vida y esfumarse el sueño de libertad.
Llora la semilla seca que nunca floreció porque le quemaron la tierra. Llorás vos y lloro yo.

Llora quien retornó del largo exilio y se reencontró con sus recuerdos y vio que nos estaban ellos, sus compañeros. Ellas las féminas de la revolución. Ellas las anónimas, las luchadoras de oficio, las de profesión, las analfabetas todas, todas con el corazón.
A la sombra del genocida el macabro plan se lleva a cabo, terminar de calcinar el alma del oprimido y arrebatar la memoria histórica que algunas/os nos negamos a empeñar, a regalar y a vender. No hay dinero que compre la dignidad ni las vidas de quienes se sacrificaron en nombre de la libertad.

No hay sombra que opaque el corazón de un/a revolucionario/a del/la que como socialista utópicamente se niegue a ofrecer pleitesía al traidor. No hay mujer socialista y compañera que aplauda el ascenso de la única y primera mujer vicepresidenta, hay mujeres que no merecer ser, que el género les queda grande y los ovarios también.

Pero aquí estamos quienes sí tenemos memoria, quienes sí recordamos, quienes sí queremos una Guatemala Nunca Más, aquí estamos quienes seguimos en pie de lucha, negándonos a vender nuestra conciencia y nuestra voz, que nuestro grito se escuche y se una con el eco de nuestras/os ancestras/os, que rompa el paso del tiempo y se funda en un chiflón que arrase con su paso a: traidores y vende patrias, tacuacines y genocidas.

Que emerja de la tierra en lava la fuerza fundida de nuestras/os muertos/as de nuestras crías, de las niñas violentadas por jauría de soldados, que los nahuales canten y se una al himno de libertad, que canten las golondrinas y las parvadas de loros, allá la manada de saraguates y que canten los ríos, las posas, las tomas y las quebradas, que canten los caminos reales, las polvaredas y que retumbe en el corazón del conacaste y el guayabo nuestro grito libertario.

Que cante el mar y los lagos, que cante la raíz del milpal y frijolar, que se una al canto el techo de teja  y que abriguen a la comparsa las paredes de adobe, las campanas que repiquen que anuncien que hay vida en la tierra arrasada que estamos las hijas, las viudas, las madres, los padres y los hermanos, que anuncien que somos un solo corazón que palpita al ritmo de la libertad.

Que hable la utopía y deshile versos, versos que rimen con la comparsa, y se desnude la farsa vestida de democracia, que quede en pampa el capitalismo, los clasistas y los conservadores avaros de doble moral, que conozcan los sótanos de los arrabales los oligarcas, que caminen descalzos por el suelo cundido de espinas los genocidas,  que dejen los pellejos al aire  lo Judas de la Patria. A la sobra en una mazmorra y en alas del purgatorio los genocidas perecerán.

Somos, aquí estamos ¡somos la semilla que fructífera sigue floreciendo!, ¡El que no brinque es chafa! ¡Hasta la Victoria Siempre!
Ilka Ibonette Oliva Corado.
Noviembre 10 de 2011.
Estados Unidos.

Un comentario

  1. Rosita desapareció seguro torturada de formas inimaginables… como ellas muchas/os más. Mi madrina, mi familia, yo con nudos retorcidos en la garganta y muchas personas amanecieron con los ojos pequeños de llorar, siguen caminando noviembre y su postura es no torcer el brazo y seguir sembrando con la esperanza de que un día en algún lugar se encuentre justicia.

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