Hoy te pensé Tatoj…


…como te pienso siempre.
Pero hoy, hoy las lágrimas se me cuajaron en el umbral de mis ojos quise culpar al día porque ha sido completamente gris y encapotado, los días así me causan emoción al igual que a vos. No me entristecen pero tienen cierta magia que  abruma, esa magia que vos y yo compartimos.

Hoy te pensé, y llegaste emergente a mi mente con ese porte de futbolista mundialista, con tus piernas rollizas, al igual que las mías, mis piernas son las tuyas, mi pasión futbolista es herencia de tus genes.  Te pensé y te plantaste en mi memoria así con tu bigote de Pancho Villa, tu camisa a cuadros, tu pantalón de lona y tus botas vaqueras y quise abrazarte colgarme de tu cuello y pedirte que me subieras a cucuche en tu espalda, como cuando era niña y me sorprendías con un chupete de los que comprabas en La Terminal.

Esta semana mientras pelaba mis piñas para mis licuados de proteína le preguntaba a La Luz de tus Ojos,  ¿por qué a mí me gustaban tanto las piñas? ¿Sabés que me dijo? Que era porque me recordaban mis idas a la Terminal con vos. Yo ya sabía  la respuesta, siempre la he sabido pero quise escucharla de tu hija mayor. Esos días en La Terminal, ahí caminando a la par tuya, entre hueseras y graneros, entre papayeras y cebolleras encontrarnos con las ventas de piña era un regalo  para mi paladar, comprar dos piñas y pelarlas ahí mismo, agarrarlas del tallo y devorarlas enteras  choreándonos toda la jeta, ese es un secreto nuestro, de saberlo mi mamá nos nalguea a los dos, ¡por no tener modales para comer!, o escoger las sandías dándole dos golpes suaves con la yema de los dedos en el centro de la panza y según el sonido que produjeran así de buenas estarían. Já, todavía lo hago Tatoj.

Hoy te pensé… y un vendaval octubrino me abrazó, era la nostalgia que se había prendado de mí, era la nostalgia que he sentido de vos. Este vendaval austral y la añoranza de los barriletes de mi infancia y es que no extraño ver el horizonte cundido de colores y de cáñamos,  mi nostalgia es por vos y de aquella niña prieta que te acompañaba al barranco a buscar varas de bambú, a comprar la yuquía, el papel de china y el cáñamo. Extraño aquellas tardes cortando el papel y pegándolo sobre el hilo, extraño tus cejas pobladas y tu bigotón espeso, tus enormes brazos poniendo a secar los barriletes en el lazo del patio. Y las interminables indicaciones que me dabas. Esa es mi nostalgia, verte correr junto a mí en la arada de la Ciudad Peronia de mi infancia, con el rollo de cáñamo en la mano y apostando con los patojos a enviar los telegramas, ahí estabas junto a mí, con tu chumpa a cuadros.

Hace algunas semanas discutiendo con la Pelu de esos asuntos del pasado, me decía que yo era una injusta porque fui la única hija que te disfrutó, ¿y sabés? Tiene razón, de tus cuatros hijos con mi Nanoj fui la que más tiempo pasó con vos. No puedo dejar de pensar en lo que te hubieran disfrutado los otros ocho hijos que engendraste y que nunca tuviste el valor de conocer. Lo que te has perdido de sus vidas, de sus logros. Un día iré a buscarlos con lupa por todo Zacapa, Honduras y El Salvador, dicen que son unos morenos trigueños guapísimos. Te imaginás vos con lo que a mí me gustan los morenos, me voy topando con alguno de ellos, ¡y vénganos en tu reino…! Sin saber que somos hermanos. Algo así me pasó aquí, cuando me topé en una fiesta guatemalteca con 32 primos que no conocía, y va la casualidad que uno que me andaba cantineando para bailar dio con que era hija tuya, ahí mismo me presentó con la hilera de botudos y sombrerudos.

Hoy te pensé mientras trabajaba limpiado una casa, si vieras las casas aquí dependiendo el sector son cabalmente como esas que mirábamos en las películas de Canal 3, inmensas son mansiones. Ya sé lo que me vas a decir, que para qué putas me quemé las pestañas estudiando tanto para venir a terminar limpiando casas, me dirás que para qué putas vendí helados durante quince años para pagarme el estudio si terminé limpiando baños,  me dirás que para cuándo te voy a dar nietos varones, que para cuándo me voy a conseguir un buen pisado que me saque de pobre, me dirás que con esas nalgas no podés creer que no me consiga un hombre, me dirás… me dirás… me dirás…

…y yo te diré que para gozar de un buen amante no necesito casarme, te sentirás ofendido y me señalarás que te estoy faltando al respeto, ¡por re salida!  Y yo te diré que lo mismo hiciste vos al mencionar mis nalgas. Te clavaré un puñal al decirte  no voy a tener hijos  y que no todo en la vida es sexo. Entonces vos me contestarás que Dios te ha castigado dándote por hija a una marimacha, que aparte de ser demente también juega fútbol. Y me calentarás la sangre y te responderé  que,  por no confiar en mi habilidad para el fútbol te perdiste de  ver mis goles de chilena que siempre te dediqué. Y me dirás y te diré…

Hoy te pensé mientras me miraba al espejo en la mañana, y vi en mi rostro tus cejas pobladas, tus labios, tus dientes y tu sonrisa soy toda vos, físicamente soy una gota de agua. Tengo el mismo sarcasmo, el mismo carácter volátil, la maña de arrollarme las mangas de la pantaloneta y silbar cuando algo me molesta. Sí, también silbo al igual que vos los tangos y las canciones de Javier Solís. Me encanta comer la cebolla cruda al igual que vos. Tengo hasta tu misma forma de pararme. Y creo padecer hasta de tu mismo mal: los celos.

Por si fuera poco soy la ú
nica que enloquece con los libros y que también de cuando en cuando escribe poemas al igual que vos, soy toda tuya papami mama sólo me tuvo en su panza. Eso dice ella pero la colochera y mi porte de mulata por allá de la doceava generación bien que lo heredé de ella, sin contar las carcajadas  y el sazón para el pepián. Guayito que lo lamento pero es 100%  de mi mamá, me temo que de vos sólo tiene el nombre. La Coque es Oliva por donde la mirés, pero tiene más de tu hermana, mi tía Antonia, la Pelu,  ella es la más Oliva de todas, tiene hasta el plantón de arrogante, aclaro el plantón nada más, porque es un pan la mujer, tan mosquita muerta que me desespera.

Mientras te pensaba imaginaba nuestras idas a barranquear  en busca de leña, de los días que hacíamos adobe y nos llegaba el lodo hasta las rodillas, ahí revolviéndolo con zacate y pino. O el día que te saltaste el cerco en tu afán por conseguirme esposo me llevaste la sorpresa de mi vida: un mulato hondureño seleccionado de atletismo. ¿Te recordás? Sólo a vos se te pudo haber ocurrido semejante idea. Y el otro que aceptó encantado.  ¿Cuántos años tendría yo en aquel entonces? 16 creo. En tus largos viajes conduciendo tráiler por Centro América, se te ocurrió la brillante idea de contarle a uno de tus amigos choferes hondureños, que tenías una hija deportista que se moría por los hombre mulatos, el otro  inmediatamente ofreció a su hijo de 25 años, seleccionado de atletismo, el catracho encantado aceptó la invitación a conocer a su futura esposa guatemalteca. Y tu Prieto sin tener idea del plan se fue de culo cuando vio a aquel potro salvaje parado frente a la puerta de su casa, se presentó como su futuro esposo y pasó adelante mientras la asoleada no volvía  del susto.

Mirá que me has hecho unas vos papa que de verdad… me tocó sacar el carácter –que nada me costó- y mandarlo en el mismo rato a arrear pijijes, con todo y su cuerpazo y su pasión por el deporte me tocó despacharlo en el momento, pero me obligó mi Nanoj a servirle amablemente de guía de turista por lo menos en lo que el catracho conseguía jalón en un tráiler para regresar a su país. De dicha me dejaste decidir y no me obligaste a matrimoniarme con el mulato, te tendría como con 11 nietos  cabal el equipo de fútbol, y vos insistiendo en que hiciera  por lo menos otros tres, para la banca y los cambios.
Te sentirás seguramente el hombre más desdichado del mundo porque ésta rebelde no te salió varón y que en lugar de testículos tiene ovarios, encima feminista y  fiel creyente del socialismo. …Uta ma… pobre de vos viejo.

Ayer conversaba con una amiga y le decía que estos juegos Panamericanos me han dado en el corazón,  porque me tocó enfrentarme con uno de esos fantasmas que habitan en el armario de mi habitación y que por cobarde he preferido cerrar la puerta para no dejarlos salir, ella me dijo: “dejálo ir…” “no tenés que arrepentirte de nada en esta vida” “todo ha tenido su razón de ser”  y hay días en los que como hoy me pregunto: ¿qué estoy haciendo aquí tan lejos de mi raíz?

No te preocupés que ya no me da por tomar hasta emborracharme, ni tampoco me agarro a golpes la cabeza contra la pared, mucho menos andar buscando amor en brazos ajenos,  he logrado canalizar ese malestar escribiendo, justo como lo hago ahora con esta carta. Es todo un proceso papa que todavía no ha terminado porque cuando siento que ya  he logrado derribar una muralla aparece otra de pronto más grande y me toca enfrentarme con ésta de nueva cuenta.

Hoy te pensé y quise salir corriendo a abrazarte y dar un salto para subirme en tu espalda ancha y fuerte, quise que me arrullaras y me hicieras piojito en la cabeza, ya sé me vas a decir que tenés una hija ingrata, que cómo lo pude hacer el día de tu cumpleaños, que fue una venganza… me dirás, me dirás… y yo me quedaré callada con un nudo de sal en la garganta.

Te escucharé  y te diré que no fue venganza y que no fue adrede el día de tu cumpleaños, me dirás que ni siquiera vos que fuiste campesino nunca buscaste huir hacia suelo extraño y entonces con esas palabras me darás en el corazón y lloraré como una niña al otro lado del teléfono sin poderte contestar porque tendrás toda la razón: huí.

Hoy te pensé en las vísperas…  y retorné a aquella noche mientras preparaba mi equipaje: un maletín con tres mudas de ropa y mi pasaporte. Ahí está mi mamá con un litro de cerveza en la mano, quiere decirme algo porque lo tiene atorado en la garganta y yo anhelo que me lo diga para tirar la maleta y quedarme en casa; no me quiero ir, no quiero emigrar, quiero seguir estudiando, quiero que me lo diga, quiero que me diga que me quiere y que no me vaya. Lo tiene en la punta de la lengua y me ve con sus ojos tristes y rojos a punto de llorar. Pero no me dice nada su silencio es sepulcral.

Son las vísperas, mañana será tu cumpleaños y yo también estaré cumpliendo ocho años de haber salido de mi país, de tu casa de tu nido. Tan débil y frágil con un maletín deportivo colgado del hombro, en pants, playera y tenis, rumbo a Estados Unidos en busca de un destino incierto. No quisiste ir a despedirme al aeropuerto me dijiste que no tendrías las agallas para verme partir. Yo me imagino que aquella noche quisiste abrazarme como cuando era niña y me arrullabas en tus brazos, pero tenías frente a vos a una patoja de 23 años de edad con una decisión firme de emigrar, te cortaste y vi cómo te derrumbabas en tu desconcierto.

Abordé al avión y me despedí de mi mamá y de la cume de la cas
a,  no volteé hacia atrás pero me derrumbé en aquel avión, lloré durante todo el  trayecto quería y tenía la firme convicción de desaparecer en el camino, ser parte de esas estadísticas que espantan.

Pero llegué a tierra gringa y desde entonces aquí estoy, sanando heridas, dejando ir dolores, creciendo internamente, no he amasado riqueza y sigo tan pobre como cuando me vine. A vos te sigue avergonzando decir que tus hijas trabajan limpiando casas en Estados Unidos y nos inventás profesiones, somos tan distintos papa, en cambio a mí me honra mi trabajo sé que es pasajero, como pasajera será mi estadía en esta tierra en donde soy inquilina de paso, el día menos pensado voy a agarrar mis chirajos y me voy de regreso pero será hasta cuando sea el momento preciso ni antes ni después, mi corazón sabrá darme la señal y te prometo que no habrá nada ni nadie que me detenga en mi decisión, tal cual cuando decidí emigrar.

Hoy te pensé en las vísperas y saliendo del trabajo he venido a buscar una camisa a cuadros similar a las tuyas, la tengo aquí desde que vine, la Pelu la compró para mí, me dijo que era para que cada vez que sintiera nostalgia de vos me la pusiera y justo la tengo puesta en este momento.

Has escuchado vos aquella frase que dice: “que la historia me absuelva” pues mirá nunca me han preguntado quién es mi ídolo en el fútbol,  pero si algún día me lo preguntan yo he tenido la respuesta desde siempre en la punta de la lengua, mi ídolo sos vos, porque de vos aprendí a patear la pelota, a fintear, a dominarla, a pegarle con el empeine y  a anotar los goles de chilena, lo que pasa es que eso vos no lo sabías,  hasta este momento en que yo te estoy escribiendo esta carta, que mañana te la leeré cuando te llame por teléfono. Un día hablando con mi mamá me dijo que mi pasión por los deportes la heredé de vos, que eso es más prueba que la que hacen de ADN. Si me preguntaran de quién yo aprendí a amar la poesía y las letras, diría que de vos,  desde  las tardes cenizas de mi infancia cuando a la luz de un candil te daba por leer El Canasto del Sastre o La  Hija del Adelantado. Cuando decidiste hacer cambalache un sueldo en efectivo por la colección completa de Pepe Milla y llevarla a la casa para que la leyéramos tus crías. O  cuando de pronto componías versos en el aire, dejáme contarte que me sucede igual, ahí ando hilando versos sin rima y sin prosa, pero versos al fin que casi nunca llegan a ser poemas, se quedan arrumados en hojas sueltas en alguna esquina de mi armario.

Vivir en el autoexilio no es fácil pero es decisión propia, la escuela que me diste ha sido fundamental en mi vida, vos y mi mamá me enseñaron a ganarme el pan con el sudor de mi frente desde niña, no le tengo miedo al trabajo y mucho menos a la adversidad, porque me he topado con ella de frente y me ha tocado batirme a duelo, sin más armas que  mi corazón desnudo,  no salí ilesa pero he ganado ya varias batallas, sigo en el camino desmontando y deshierbando. ¿Qué más se le pide a la vida? Me enseñaron a pescar y no a esperar el pescado servido. A respetar mi cuerpo y a defender a toda costa mi dignidad, esa enseñanza no me roba nadie.

Hoy te pensé Tatoj, como te pienso siempre y te añoré como te añoro todos los días, pero luego me veo al espejo y sé que ahí estás, estampado en mi rostro: sonrío y entonces sonreís, extiendo mis brazos y te abrazo.

Hoy te pensé… en las vísperas de tu cumpleaños y de mi autoexilio. Hoy te pensé Tatoj y sentí nostalgia de los barriletes de octubre que alguna vez colorearon el  horizonte gris de mi infancia ¿y sabés? Me alegré, porque te tuve a mi lado en los años más difíciles de mi existencia, hoy te pensé…  y mañana te pensaré igual y pasado mañana, y la otra semana, y el otro mes… siempre, siempre te estaré pensando Tatoj.

Ilka –tu Prieto- Ibonette Oliva Corado.
Octubre 26 de 2011.
Estados Unidos.

Un comentario

  1. Muy bonita Carta a Tu Tatoj, por muchas razones me encanta leer cuando escribes de tus padres y/o abuelos, me llenan de nostalgia, y tristeza, a la vez que de un tetuntazo me llevan a mi niñez, gracias por compartir esto..saludos un abrazo

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