¡Afirmativo! Soy maestra.


Hace unos días, agarré la bicicleta de mi jefe y me llevé a mi hijo de leche al parque, lo encaramé en la silla ajustada a la bici, y pedaleé hacia el lago artificial que está colmado de patos, nos llevamos una bolsa de pan y les dimos  de comer.

Lo chistoso del asunto es que yo le pasaba un pedazo de pan a mi pegoste para que se los lanzara y el lindo, se metía un pedazo a la boca y el otro  -más pequeño- se lo tiraba a los patos. Se atipujó media bolsa de pan de rodaja.  Y así lo hace siempre que vamos a alimentar a esas aves. Le vieran la panza de viejo cervecero,  apenas camina pero bien que tiene buen filo el istho.

El verano estaba a todo lo que daba, los mosquitos haciendo de las suyas, nos bañamos en repelente y caminamos  por los alrededores, él olfateando flores y corriendo atrás de las niñas diciendo. ¡Nenas!, ¡nenas!, ¡nenas!, es increíble los hombres traen incrustado un chip  y un radar, que les dirige hacia las mujeres, la  edad es lo de menos, para parar la cola son recuzcos –bueno nosotras también, no hay que hacernos de la boca chiquita– mi pegoste  no ha cumplido ni los dos años y ya corre atrás de las rubias que son su debilidad, sean señoras, adolescentes o niñas, a él le pela la estaca, con que sean mujeres está hecho.

Lo vieran bailar merengue, ¡se hace un queso! Por  supuesto no es que tenga el ego tan elevado, pero soy su maestra de baile, es mi mérito…. ¡qué arrogante me leí!

Come; tamales, frijoles fritos, salchichas fritas, tortilla, caldo de pollo, pepián, lo que le des se lo atipuja agradecido, ¡no es melindroso  ni con la espinaca! Gran parte de ese logro se lo debemos a la mamá que nos deja ser, digo nos deja, porque mi hermana y yo lo cuidamos, nos lo repartimos en la semana. Ella es la encargada de las lecturas en inglés y de las atipujadas de comida, por mi parte, va la sección de coordinación, destrezas y habilidades, es decir: la zamgumbeada.

Pasamos por la piscina del parque y nos quedamos como dundos sentados sobre las gradas observando al güiralito, nadando en su curso de vacaciones, ese día el parque había sido asaltado por dos campamentos de verano, así que llovían el ishtal realizando todo tipo de actividades. Al ver a  aquel panal de cipotes y cipotas, me entró  la nostalgia y extrañé de nueva cuenta, la docencia.

Sentí cierto desencanto al ver a las  maestras y maestros, cantando canciones y jugando rondas, en otro sector algunos trabajando coordinación, más allá quienes trabajaban la sección de deportes.

Vi aros, balones de varios tamaños, yesos, cuerdas, vigas, colchonetas, marcadores, y todo tipo de material que utilizamos las y los docentes de Educación Física. Sentí un no sé qué en el corazón, una especie de vacío, una sensación extraña.

Nos acercamos con mi pegoste y pedimos prestado un aro, también unas pelotas, y nos lo dieron, es más; nos invitaron a participar, pero mi terremoto se parece a su  mamá de leche, pareciera que vive con hormigas todo el tiempo, no logra sosiego.
Así que trabajamos solos. Me costó un mundo lograr su atención el rebandido, corría atrás de las nenas. Ya le dije  que a la próxima le voy a comprar un lazo y lo voy a
cargar amarrado a mi cintura: para que no anda ¡virinbundeando!

Por allá un maestro trabajaba saltando conos y en una viga de equilibrio con su manada  de poshorocas/cos. Quise decirle, tuve el impulso de preguntarle si podía trabajar con él,  quería sentirme maestra de nuevo.  Pero evité acercarme. Algo sucedió que me hizo reaccionar, no sé qé fue, pero me sacudió y recapacité: soy maestra, nunca he dejado de serlo. Es mi vocación.

Entonces agarré a mi Conejito –así llamo a mi hijo de leche porque es reabispado–  y lo abracé, y di gracias al universo por tenerlo en ese instante conmigo, porque es mi hijo de leche y mi alumno, con él estoy ejerciendo mi profesión,  no me había percatado de eso, por estar sumergida en otros desvaríos del día  a día.

Claro que ejerzo mi profesión: trabajo con él, las mismas actividades que realizaba cuando era maestra, así que te imaginarás que el ishto está repilas, conoce las partes del cuerpo en castellano y en inglés, además que las puede diferenciar, en sí mismo y en otras personas, la coordinación ojo-mano, le pela los dientes, ya pasó esa unidad de qué ratos. Movimientos de pinza, les dio caput, desde el año pasado.

Lo abracé y le planté tremendo beso, que él contestó al instante, trincándome de vuelta mientras me apercollaba. Me sentí agradecida, con la vida y con el universo. Por tener la dicha de colaborar  en la educación de una cría, en su crecimiento y ser instrumento para lograr en ella, formar un ser humano diferente -¡y bilingüe!

Entregamos los aros y las pelotas y caminamos hacia donde estaba estacionada la bici, nos encaramamos y partimos de vuelta hacia su casa. Me sentí tranquila, sin aquella revolución de pesares, de rechazo hacia mi situación como niñera y limpiadora de casas. Comprendí que todo en la vida es transitorio, y que llegará el día, seguramente en que extrañaré limpiar casas –por la cantidad de tiempo que me da para hablar con mis adentros, por su calidad de oficio solitario- y cantar canciones de cuna, empaparme en la bañera mientras lo baño y tocar el tambor mientras él se hace un queso bailando punta.  Tengo el honor en este momento, de tener para mí solita, un solo alumno-hijo de leche, con todo el tiempo y los recursos del mundo para contribuir en su formación.

-Ama las canciones de Mercedes Sosa, ¡qué talito!- las ronronea. Y realiza los enrollados –vuelta de gato- con un profesionalismo que pareciera ser nieto de Nadia Comaneci,  mi talón de Aquiles y mi frustración, es que le tenemos como sopotocientos balones de fútbol y el lindo no los patea, prefiere los de baloncesto, ya te imaginarás, tremenda bofetada a mi ego futbolero.

Hoy, recibí unas fotografías de una de las mamasotas del colegio en donde laboré en mi tiempo de docente en Guate, eran de sus dos hijos, uno de ellos, realizando su confirmación –mi mango-, a ambos les di clases cuando eran unos pegostes en preprimaria, ahora son unos hombronazos, el mayor ya en la universidad. Sentí una enorme alegría que a pesar del paso intempestivo de los años y el frío de la diáspora, no han logrado cortar ese lazo. Sigo siendo su maestra favorita –¡qué ego me ando echando hoy!- Plus también su escritora. Allí estaban las fotografías de toda la familia, y gustaron compartir conmigo ese lindo momento, me hicieron parte de su familia y eso lo agradezco con la profundidad de mi corazón desterrado.

Me han recordado que sigo siendo docente de la Educación Física, y que tengo  una enorme responsabilidad  por contribuir en la formación de mi hijo de leche: gringo-chino-alemán-dominicano, y gracias a las Oliva Corado, también una pincelada de guatemalteco. Todos los días aprendo, él es mi maestro, porque me está enseñando a sonreír, a reír a carcajadas por cualquier bobería y a tirarme al suelo y rodar sobre la grama, sin importar que la ropa sea blanca.

Ese niño me ha dado tanto amor  que con sus gracias, convierte mi caminar en tierra extraña en un rotundo aprendizaje.

Tal vez un día, pasados los años, -quiero tener la ilusión-   reciba por correo algunas fotografías suyas, graduándose del College como recibí  hoy las de mis dos mangos guatemaltecos,  entonces, diré  emocionada: ¡misión cumplida maestra! 


Las fotografías recibidas hoy, me hicieron buscar en mi cajita de cartón en donde guardo, las fotografías y tarjetas enviadas por los otros pegostes que he cuidado a lo largo de mis 7 años de exilio: coreanos, gringuitos y filipinos,  las he vuelto a leer y a disfrutar, cosa  a la que no había prestado atención por andar extraviada en otros abismos oscuros. ¡Tan bello que es lo simple, porque a la vez en profundo!


Y es lo que importa,  que por lo menos una/uno de tus alumnas/nos  te recuerde, con el paso del tiempo, por tu labor y tu entrega, por haber influido en su crecimiento y educación; por lo demás que el mundo ruede, porque entonces: ¡habrá valido la pena ser docente!

¡Perdonarán mi Ego, pero hoy amanecí inflada! Puedo decir que sí, afirmativo: ¡soy maestra!, ¡y también limpio casas!

Ilka Ibonette Oliva Corado.
Estados Unidos.
Septiembre 05 de 2011.


3 comentarios

  1. Querida negrita: Eres una bella y gran persona. Chente.

  2. Gracias Ilka, la emoción con que esribís manifiesta de sobra que amás ser maestra. Y si encima, hay quienes te lo agradecen, pues ya lograste tu objetivo.

  3. Que bonitoooo!!! Felicitaciones Maestra, me alegra mucho que disfrutes dando clases personalizada con tu baby de leche…Saludos un Abrazo…

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