¡Nía Yoyita bota la aspirina!


El: cuento, tushte, casaca y relato  de un chinique sorpresa.



La invitación nos la dio un día antes, a las carreras, untada con salsa de tomate; porque estaba repartiendo la refa, venía envuelta en papel de envolver tostadas y pan francés y shucos.  Las tenía debajo del canasto del muñeco de tortillas, y sacaba una a una cada vez que aparecía gente de su marita, su clientela de siempre.

Lo que nos dijo fue: “ustedes me salvaron de la empachada que iba a dar con la leche de cocha que nos mandó la vieja  de la refa de enfrente, así es que les invito a que nos etipujemos el viernes por la noche” nunca dijo de qué se trataba la invitación, a qué se debía, si  había algún motivo para celebrar. Por supuesto que su clientela,  el grupo de las fifís y pelo planchado, los chicleros, las trabajadoras sexuales, los niños lustradores de zapatos, las niñas vendedoras –de helados- de fruta y verdura, los cargadores de La Terminal,  y el rabo verde de la miscelánea “La Ensartada Fugaz”.

Las tortilleras, la gente de mantenimiento, el galanón del depósito  de granos “ Un Quintal de Amor”, las señoras que leen la suerte en la mano, los hechiceros que ofrecen en un toma,  la cura para –las hemorroides- los amores contrariados. Las brujas de magia blanca, que con un chilqueada ofrecen curar –la imbecibilidad- las gomas de tres días y la mala suerte.

Los ejecutivos de saco y mocasines, pero fieles en la paga. También quienes en especie hacen el trueque: hay quienes desde Escuintla le llevan su costalada de mangos de pashte, a cambio de una semana de refa. Quienes desde Toto le llevan un poncho a cambio de refa y almuerzo por quince días. Quienes le rajan leña  a cambio de una perolada de brijoles parados, con cuajada, queso seco, un aguacate y el muñeco de pishtones tostados en el rescoldo.

Y yo que le ayudo a tortear a cambio de un mamaso con queso fresco, un atol de peleada, un tazcal y un plato de leche con brijoles y pishtones.-Añoranza de los amaneceres comapenses y cenas en los arrabales de Ciudad Peronia-.

También las vendedoras de pepitoria de Cubulco, que le llevan pinol a cambio de tamalitos de cambray, las que venden naranja de Rabinal que le intercambian el cítrico para los jugos de la mañana, a cambio de pepián y fresco de semilla de morro.

Las carboneras, le dan  a cambio una red del oscuro material, que ella agrega al rescoldo para los asados de carne, tripa y tumaca,  -chorizo y demás intestinos- ella devuelve una tinaja de chicha y dos peroladas de atol shuco, salidos del corazón del matilisguate y herencia de sus ancestras Xincas, que abrazan La Cuna del Sol.

Así es como nos presentamos, bien bañaditas, algunas con el pelo planchado, otros con su veintúnica camisa, los niños lustradores de zapatos rotos,  los cargadores con su carreta por si algo se ofrecía, el del depósito de granos agregó a la atipujada un costal de frijol camagua, la doña de las flores, llevó dos manojos de hojas de pacaya y dos ramos de gladiolos. El carnicero, diez libras de costilla y dos de lomo –de buey-. Las que sabemos tortear, cargamos con dos panonas de masa listas para echar los pishtones.  Los de saco y mocasines, se lo quitaron y rajaron leña, como típicos niños fifís ¡terminaron con las manos ampolladas, al primer hachazo! Los travestis de la zona uno, agregaron música para el chinique, ¡y ofrecieron clases de baile al pedalazo! ¡Además que dos de ellos  me trenzaron las greñas en  una pasada de tortilla con queso! Me pusieron minifalda, y tacones de zancos de circo. Un sostén con copas algodonas ¡para aparentar tremenda estirpe! Y me encalaron la loza, después le regaron unos polvos mágicos que en  un abrir y cerrar de ojos, ¡me dejaron lista para ir al matadero!

Por primera vez conocimos la casa de nía Yoyis, vive en los guindos que se divisan bajo la construcción del puente del Incienso. Los bajamos en una sentada en cartón y un empujón. A las fifís se les fueron las medias, y se les quebraron los tacones de punta de aguja. Pero felices iban, a encontrarse con la celebración a la que nía Yayita había invitado.

Quienes  sudaron en la bajada de las mesas y las sillas, las tinajas de horchata  y fresco de pepitoria, las panas de masa y las respectivas bebidas espirituosas; aprovecharon el agua fría del tonel,
¡y se pegaron la refrescada a palanganazos!

Una ametralladora de dos metros de largo, marca “Atráquese”  fue encendida  por el papayíto de la venta de melón zacapaneco: “El Apercollador” la suspendió del cerco de palo de jiote y alambrado. Entre la conmoción y la bullaranga, aparecieron de la nada, caídas de las vigas de la casa: de adobe y bajareque,  las niñas vendedoras de –helados- frutas y verduras, regando  pétalos de rosas blancas, rojas y chiltotas. Atrás nía Yoyis metida en un vestido de encaje color “celaje de San Pedro la Laguna visto a las cinco de la mañana desde la cima del volcán”, con un fustán que le sale  una cuarta del vestido, de color “flor de varita de San José a medio reventar”. –Usté escoge el color de su varita-.
Tomada de la mano, del apuesto don Milo el zapatero, él: en camisa color “jocote marañón maduro” pantalón de vestir color “flan de maicena y vainilla”  un saco color “ máiz negro azulado aún en la milpa antes de la tapisca”, zapatos mocasines de color “café de tortilla”, cincho color “semilla de zapote” y calcetines color “flor de izote”.

Una cadena de chucho imitación oro, le cuelga del cuello, le hace juego con la corona en forma de estrella  incrustaba sobre un colmillo, fue lo primero que atrajo a nía Yoyis de aquel hombre: ¡el brillo de su trompeta!

Han reunido a toda al grupo de las refas, para  compartirles que finalmente nía Yayis dejó de hacerse la del rogar y decidió lanzarse a los abismos de la pasión, tomada de la mano de su paracaídas: don Milo el zapatero.

“Querida concurrencia: atipújesen y atragántesen, celebren con nosotros que esta noche decido dejar de ser pura y casta. Recién a mis cuarenta y dos primaveras, he de probar las mieles –de talnate-  y el manjar que Milo dice que me va a encantar”.

“Seré franca, yo de esos menesteres ni en películas de –HBO- Los Capitol, siempre he sido sosiega, y no  he negar que de cuando en cuando me da por trastearme  el bolado, pero nunca me lo trasteyo, porque es capaz y agarro furia y ya no hay quien me pare”.
“Pero Milo me ofreció ser mi freno de mano, aparte de rajar la leña, acarrear agua para el tonel, tapar las goteras de la casa y aplanar el piso de talpetate”.

Los niños y las niñas no son parte de la concurrencia que escucha de este discurso, andan en la molotera de buscar los cuetes que quedaron sin reventar -¡como en Navidá! Para haber sabido, las mujeres del grupo de las refas, hubiéramos comprado algún sexy regalo a nía Yayis,  para erotizar la noche, pero ai sí que nos agarró desprevenidas la noticia.

Los hombres aplauden y cargan en hombros a don Milo, por haber tenido el atrevimiento de semejante propuesta a tan arrecha mujer.  Lo instan a que también haga un pequeño discurso de orador de cantina  a eso del filo de la media noche, cuando ya va la rocola por la quinta vuelta de la misma canción. Acepta temeroso, pero gustoso.

“ Yo: Emilio Juanete Del Rosal, conocido entre mis amistades como Milo, cansado de tratar de cantinearla: con rosas, cenas en Pollo Campero y  almuerzos en el Mercado Central, la he invitado a caminar por el Centro Histórico, la he tratado de arrinconar en la esquina del Jetabook, en donde ella tiene su puesto, la he acompañado a comprar el pan y de cuando en cuando le he robado algún beso al mejor estilo de uno de  los jocotes de agosto: ¡tronador!”
“Más sin embargo como ustedes saben, no sólo de pan vive el hombre, y ella se ha hecho la del rogar para no darme de beber agua de su manantial, entonces me tocó sentenciarla: ¿o me atipujaba agua de su manantial o me iba a tomar de la leche de cocha de la vieja de la refa de enfrente?”
“¡Y así fue como aceptó entregarme hoy en la noche, la responsabilidad de deshacer la aspirina que anda en las rodillas  desde hace cuarenta y dos años!”

Otra ametralladora revienta sobre el techo de lámina, “el encendedor” anda ya toroleco, con tanto trago de chicha, cutos y Quetzalteca Especial. A las carreras suben dos fifís a comprar una caja de  pastillas anticonceptivas, para nía Yoyis y los hombres en busca de preservativos marca “Todo Terreno” para con Milo.

Aclaran que no se matrimoniarán, pero que vivirán juntos, él se mudará con  su caja de zapatero, sus mudas de ropa y su cepillo de dientes. Ella le hará un espacio en el catre. Ambos acordaron repartirse el oficio de la casa, un día él torteará, lavará la ropa y cocinará. ¿Será cierto?

Los morros y tolitos con chicha comienzan a pasar de mano en mano, la música revienta y espanta a las gallinas del tapesco, las vecinas se unen al jolgorio y los vecinos comienzan  a hervir los chicharrones en el medio tonel de metal.  Yo ya estoy medio jacarandosa, con la media de chicha que me pasé sin  parpadear. Observo asombrada cómo las fifís dejan los tacones por un lado y bailan descalzas sobre el piso  de talpetate alfombrado con pino fresco y bailan de cachetíllo con los cargadores de La Terminal.

Las carboneras bailan apercolladas con los de mocasines y saco. Los travestis se hacen un queso moviendo el bote con los albañiles y los zapateros.    Brindo porque esas cosas solo las puede realizar nía Yoyis y don Milo, esas reuniones sin credo, ni raza y color, sin clase social, sin prejuicios, sin “leche de cocha de la vieja de las refas de enfrente”.

Esas fiestas jacarandosas en donde todas y todos se hermanan, sólo existen en el Mágico Mundo del Jetabook, y  específicamente en la Esquina de las Refas de Nía Yoyita. ¡Y brindo no sólo porque le vaya bien a ese par y goce de  las mieles que destila el amor! ¡Sino porque nía Yoyis tenga el ánimo de ir  a vender la siguiente semana y no se quede disfrutando de la oscuridad del abismo y la mano peluda del “paracaídas”! ¡Porque logren deshacer la aspirina! ¡Porque sepa don Milo cómo usar el preservativo! ¡Y por si  mucha la  emoción nía Yoyis se espabile y se tome la  pastilla anticonceptiva! Pero más que todo: ¡porque nos cuente los detalles y no se los guarde en la bolsa del delantal! ¡Para  que quienes todavía somos puras y castas sepamos a qué atenernos! ¡Ajá!

Posdata: nos quisimos tomar una foto en grupo pero nos dijo; «¡hasta que me ponga la placa!»

Ilka Ibonette Oliva Corado.
23 de julio de 2011.
¡En el Mágico Mundo del Jetabook!

2 comentarios

  1. Púchica, Ilka, hoy si te vaciaste que pachangón, hasta ya parece de peli; ni la Flor del Chinique se le pone pareja. Besos, Chente.

  2. ja,ja,ja,ja, al fín se le dió a don Milo, buena, buena Ilka, si que tienes muy buena imaginación…Felicitaciones, 100 puntos como siempre…Saludos un abrazo

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