Bike Ride.

La Chilipuca en su bici. Si le preguntaran -me dijo-, ¿en dónde ella se siente libre? diría que en el monte… y en la virula, sumergida en ese trance ella regresa a su infancia.


Hoy era día de  gimnasio,  pero he pasado las horas buscando un pretexto para no hacer ejercicio,  así que;  cuando salí de trabajar, y llegué al semáforo: en lugar de cruzar a mano derecha, que sería el camino para el Gym, agarré a mano izquierda;  huyendo para mi casa. Mi pretexto: que  tenía descargadas las baterías y que mi lesión de hace sopotocientos años en mi rodilla derecha, me pedía pelo.  ¿Pero verdad que hay días en que de plano no das una? Así  he andado hoy, como en el tercer día de goma: dundeando.

Pero al llegar a mi casa dije: ¡son babosadas! Me cambié, preparé mi agua con hielo, me bañé en repelente –porque se atipujan los mosquitos y los zancudos con mi sangre- y jule canela: a perforar las entrañas de la reserva forestal.
Hay días en los que estás de bajón, cansada mentalmente, hay otros  en los que el cansancio es físico. Siempre habrá cansancio, de uno o de otro. EL famoso estrés que hace micos y pericos con nuestro estado anímico y repercute definitivamente en nuestra salud: física y mental.

Digamos que el grado de estrés varía dependiendo el país, la comunidad, la zona, en fin…
Si vivís en el campo y tu sobrevivencia depende de la cosecha de maíz y frijol: en estos momentos estarás cruzando los dedos para que llueva, ya que los aguaceros de mayo, quedaron en veremos.

Si vivís en la capital; andás en un corre y corre, para que no te deje el bus, si andás en carro,  para que no haya tráfico pesado y te atracés,  por otro lado tu preocupación para no encontrarte con  un motorista  que  te toque el vidrio y te pida tu dinero y tu celular.
Porque no tenés dinero para pagar la luz,  te hace falta para ajustar para el colegio de tu ishtalito. Para  que no te asalten en  la calle.
En gringolandia, la preocupación de la gente indocumentada es distinta.
Aquí no te afligís de que te vayan a “poner”, andás conduciendo con los vidrios bajos,  tampoco que no tengás comida en el refrigerador, mucho menos por zapatos, porque tenés más de diez pares en el armario.
La preocupación, es encontrarte con la famosa y espantosa “migra”, y  definitivo el grado de estrés aumenta, cuando vos estás conviviendo con una  pareja de otro país, y tienen crías en común. Ahí es el clavo a la hora de los cuentazos, ¿para qué país agarrar? ¿En dónde y con quién se quedan las crías?  

Si te quedaste sin trabajo y sabés que tenés que enviar puntual la  remesa hacia tu país de origen. Si estás enferma/mo y sabés que  por tu situación de indocumentada/do  el sistema de salud, no te atiende  ni por chancear, -salvo que sea emergencia cuando ya vas más para allá que para acá-.

Tengo una conocida, que   en este momento está viviendo con El Inquilino Temporal, es indocumentada, y en el hospital,  ya le dijeron que sería mejor, que regrese a su país de origen. Cuando le pregunté qué pensaba hacer, me contestó: que no se iría, “porque el muerto y el arrimado a los tres días apestan”. En su país de origen no tiene casa, ni nicho; sí una familia, que solamente la llama cuando necesita dinero.
Hace unos meses decidió ya no enviar remesas y guardar lo poco que gana para abonar a lo de su tratamiento.  Es el tiempo que lleva sin recibir –ni hacer- llamadas de sus “seres queridos”.  Y dolorosamente pero cierto, en eso nos convertimos quienes vivimos aquí: en “remesas”, quedando abandonado en el trámite  del banco, el lazo sanguíneo y la afectividad.

Como decía: el estrés está abrazándonos y nos aprieta lentamente  hasta asfixiarnos. Allí  salen a escena los escapes: ¡disco! ¡Sexo! ¡Licor! ¡Drogas! Y un titipuchal más de “salvoconductos” que utilizamos para barnizar el malestar emocional.
Hoy mien
tras conducía y el semáforo estaba en rojo,  me despabilé cuando vi lleno a reventar el salón de belleza de la esquina. Es  tan típico en nosotras las mujeres, que utilicemos  la manita de gato –garra de tigre diría yo- para  sacudirnos la depresión y de dos en uno también sentirnos bellas, y es válido.
Pero ojo; hay un momento en que estamos metidas ahí cada dos semanas,  y caemos en  una especie de psicosis, que si no vas al salón a que te hagan algo, ya sea en el pelo, la loza o las uñas, sentís que el mundo se te viene encima. Te sentís fea, sola, deprimida. Y es cuando entonces, nos sale más caro el caldo que los frijoles.

Agarro mi bicicleta, y entro  en la vegetación de la reserva, ¿a cuántas personas he invitado a bicicletear? No tengo idea, he perdido la cuenta. Y no lo hago porque necesite compañía, que la verdad, a veces no ayuda, porque una se pone a chachalaquear, y ya ni entrena, ni pedalea, te “entra aire”, que mejor te parás a descansar… en fin… Pero siempre invito gente porque, quiero que sepan de la cultura del ejercicio físico, desconocida y diría que desarraigada de nuestro diario vivir.
Llevamos una vida sedentaria y más en las grandes urbes. La gente latinoamericana,  en gringolandia, en su gran mayoría sufre de sobrepeso y de la misma manera las crías. Y es lo preocupante,  que los padres y las madres, apoyan  y promueven inconscientemente la vida sedentaria.

De dicha tienen clases de Educación Física, mínimo tres veces por semana, que de lo contrario aquel güiralito ya sufriría de ataques y paros cardiacos, diabetes, y todas esas enfermedades que se guindan del sobrepeso. Sí ya sé,  hay hereditarias. Pero ese no es el punto.
Pedaleo y pedaleo, mientras me adentro en aquel monte  que vive dentro de la urbe, todavía no me compra el iPod, yo soy feliz escuchando los latidos de mi corazón mientras bombea mi sangre al ritmo de la batucada. Escuchar el canto de las aves es un deleite, encontrarte con ardillas, mapaches, culebras, venados y  pájaros carpinteros hace del paseo en bicicleta un viaje en tercera dimensión.
Llevo cinco años asistiendo a esa reserva forestal y soy la única latinoamericana que la pedalea,  ya me conoce el resto de la mara que va a correr y a pedalear, en su mayoría gringos, europeos, asiáticos e hindúes. Nadie cree que soy latina, siempre me confunden con ser hindú y también caribeña. Así que cuando les digo que hablo español, me dicen que “va pues hablá queremos escuchar”.  Les tengo que hablar  en castellano para que me crean. Por mí fuera cargara un rótulo en la cabeza  en donde explicara que soy Guatemalteca.
Mientras pedaleo las batucas se van recargando, no cabe duda que  el aire puro y el verde,  reviven a cualquier muerta. Con que me revivan a mí, diría mi abuela…
Me encuentro con el mismo grupito de caballeros latinos, oscilan entre las edades de 22 a los 50, son ocho.  Ahí están sentados a la orilla del camino, bebiendo licor, hacen el mate de que pescan, por aquello de que lleguen los guardianes forestales. Sobre el suelo una grabadora tocando música ranchera,  algunas veces los he visto llorar,  de  nostalgia y abandono. A ellos les impresiona verme ahí puntual,  en mi bicicleta. Dicen que tengo que conseguirme un hombre que me entretenga, porque me voy a enloquecer de tanto andar pedaleando.
Todos viven solos, sus esposas y crías están en sus países de origen. Después del trabajo es lo que hacen, se van a beber a la orilla del río.
Me despido de ellos y sigo mi camino.

El ejercicio físico también sirve como terapia, como desahogo, como catarsis, y salís con beneficios, porque en las mismas fortificás tus músculos, les das forma, los complexionás, hacés que tu corazón bombee tu sangre a  diferente ritmo, te librás de la hipertensión y si la tenés te ayuda a sobrellevarla.

Los beneficios de una vida activa –y no hablo de sexo- son muchos. Crear el hábito del ejercicio físico, sería fabuloso. No es fácil y requiere mucha perseverancia, disciplina y entrega. Pero todos los hábitos se forman así, inclusive el de la droga y el alcohol.  Un hábito;  no es imposible hacerlo,  como no lo fue formar  el de cepillarte los dientes, de bañarte,  el de peinarte.
¿Por qué no intentar  formar el hábito del ejercicio físico? Y hacer de este hábito una cultura.

¡Hacer de este hábito  una terapia! ¡Un relajante! ¡Un modo de vida!
Dejar las telenovelas y los programas televisivos por una hora de  ejercicio al día. Diría que cuarenta minutos, media hora y hasta veinte minutos, pero sería caer en el regateo, y no es justo,  ni aceptable.
Talvez sí, sí al inicio, dale 20 minutos al día.
Salir en bicicleta, caminar, jugar, correr, tantas actividades al aire libre que se pueden realizar y nos las perdemos, porque nos escudamos en los pretextos: “es que hoy sí estoy rendida/do, es que no tengo los zapatos adecuados, ni la ropa,  no tengo tiempo, es que estoy depre, me duele el pelo y las pestañas”.  No importa, podés estar totalmente rendida/do y con las batucas descargadas, pero el ejercicio es un reinyector natural.

Está bien si no querés salir porque en gringolandia la migra está  hasta en los restaurantes y centros comerciales,  pero tenés parques, y aceras. ¡Hay que aprovechar los recursos! ¡No se te olvide que las circunstancias están en constante rotación!  Luchar contra la vida sedentaria, no es obligación, pero no sabés de lo que te estás perdiendo por no ejercitar tu cuerpo. Calles hay en todos lados del mundo, con y sin pavimento, violencia también, pretextos sobran, pero y ¿qué tal si empezamos a trabajar en la cultura del ejercicio físico? ¡Si querés como terapia! ¡Si te gusta como distracción! ¡Lo importante es que haga bombear bien a tu corazón! ¡Combatamos el estrés! Por si te apuntás, le pongo  tarugos a mi bici  yo pedaleo de ida y vos de vuelta!
Ilka Ibonette Oliva Corado.
Junio 14 de 2011.
Biciclelandia.

4 comentarios

  1. El ejercicio es algo muy bueno, los latinomericanos con algunas excepciones somos chaparritos. La dieta de aqui nos cae superbien y nos hace crecer para los lados. Lo malo son las complicaciones y todas las enfermedades y ya se seta viendo en los niños. Esoy totalmente de acuerdo contigo. -Juan-

  2. FELICIDADES VOS, AH DE SER RICO VOLAR EN ESA TU «SHIMANO» EN MEDIO DE TANTA VEGETACIÓN VERDAD. PERO LO MÁS INTERESANTE VOS ES TU CREATIVIDAD PARA GANARLE A ESOS MALOS RATOS QUE NO DEJAN DE TOCAR LA PUERTA. FELICIDADES Y MUCHOS ABRAZOS

  3. pues para envidia tuya, yo que estoy en la mera tierra de los u22, tengo el privilegio de encontrarme con esos cantos de pajaritos, que más bien creo son súplicas, a menudo; y si la ciudad no está comiendo, nos está ganando, aquí en Jutiapa van a hacer un centro comercial en el puto lugar donde llevaba a mis hijos a volar barriletes todos los años, pero como eso es desarrollo y progreso (para mí definitivamente nel)la gente aquí está estresada pero por esperar la inuaguración, si les estorba el pisto porque no hacen la caridad conmigo. En fin todavía tengo el privilegio de pertenecer a un país «subdesarrollado» como nos dicen, pero el más lindo y de pertenecer al departamento que menos tiene que ofrecer turisticamente (eso no es cierto, conozco muchos lugares)pero con la mejor gente y eso es lo que vale, muestra de eso sos vos, así que como dirían los argentos, PONGA HUEVO´. ¿Sabrán los gringous que el sistema de captchas lo inventó y diseñó un pataschorriadas guatemalteco?

  4. Voy a tener que tomar cartas en el asunto, desde que ando en caballo de acero ya no me camino los 4 km diarios, gracias por tu escrito, el sabado fijo que salgo a hecharme unos km de maraton…Saludos, un abrazo

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