Sunday Morning.


Me levanto con ganas de ir a buscar ese libro que me recomendó mi jefa: The Help. Desayuno  mi habitual licuado de proteína con frutas y le pido a mi hermana de favor que también encienda el motor de mi carro cuando baje a encender el suyo, mientras  me alisto.

Diez minutos después  ya voy sentada conduciendo sobre las calles, esas anchas de chorrientos carriles, con dirección a esa librería fifí: Barnes & Noble.

 Estaciono  mi carro  frente al lago artificial que han construido en ese centro comercial,   el cielo desnudo deja ver su  azul color Laguna de Ipala,  no neva, pero en sus aguas hay islas de hielo flotando, los árboles desnudos acunan en sus ramos a algunos pájaros –zafados del coco-  que han perdido el norte y andan extraviados en los cambios climáticos, pensarán que es inicio de primavera, pero al contrario comienza a intensificarse el frío del invierno, el termómetro marca – 17 grados centígrados. No hay vendaval,  de cuando en cuando una brisa fría acaricia mi rostro mientras camino  con dirección a la  librería.
Me detengo algunos segundos frente a ese enorme edificio y  lo observo,  majestuoso, y como un almohadillazo sobre mi cabeza  me golpea aquellas palabras que me dijo un día un amigo: “ Tus libros van a estar publicados en la Barnes & Noble de la quinta avenida de New York” –saludos Fidel-   y  por un instante visualicé mi  nombre en una de esas tantas e  incontables estanterías  de aquella librería. Sonreí y entré.

He llevado conmigo mi ordenador portátil,  mi infaltable morralito y  los tiliches que ando en el. De entrada me reciben las miradas extrañas de quienes trabajan en el lugar, las siento clavadas sobre mí,  me hago la desentendida y me  extravío entre los corredores, un mural enorme acapara por completo una de las paredes utilizando los dos niveles de la tienda, en el,  encontrás sentados  en una cafetería a esos talentos  que han pasado por esta tierra a través de la historia: Kafka, Marx, la inmortal Virginia Woolf, Dickens, Tolstoi, Miguel de Cervantes,  no me quedo allí parada, dundeando, y a escondidas entro a esa cafetería, pido un café  de Comapa  y me siento en una esquinita  al final en esa mesa vacía, los quiero escuchar ¿de qué hablarán?, ¿de letras, de romances, del clima, de política o de un simple dolor de muelas?,  a mi derecha en una de esas mesas, las cuatro sillas están ocupadas, allí disfrutan una bebida: Shakespeare, Julio Verne, Twain, Whitman, me comen las ansias por saber, ¿de qué hablarán? , ¿acaso estarán pelando  la locura del Quijote, o bien el feminismo encantador de Woolf con su insuperable La Señora Dolloway,  o tramando quizás  convencer a Verne para que los lleve de incognitos en sus Veinte mil Leguas de Viaje en Submarino?

Sigo bebiendo mi café,  pensando  en que Malaya un mi salpor, pero sigo choteando en aquel mural, en otra de las mesas justo pegado a una ventana asombrada veo sentados a: Gandhi que por seguro estará   compartiendo uno de sus tantos pensamientos; “nadie puede hacer el bien en un espacio de su vida, mientras hace daño en otro. La vida es un todo indivisible”. Junto a él de espaldas logro reconocer al señorón; Ralph  Waldo Emerson, que también lo escucho hablar algo muy parecido a: “ abandonar puede tener justificación; abandonarse no la tiene jamás”. ¿Pero es él? ¿Qué hace allí? Martin Luther King, levanta la mano y dice: “nadie se nos montará encima si no doblamos la espalda”. Alagrán, vaya cátedra la que  me están dando, de haberme quedado en mi casa muy probablemente estaría rascándome el bucul. Me quiero quedar allí, pero ya me terminé el café y ya buruquié por todos lados  y no tengo pisto para comprar otro, así que me toca salir y ceder el espacio en aquella mesa a alguien que también quiera sumergirse entre las pinturas del mural.

Caminando estoy leyendo títulos y secciones, cuando mi teléfono celular comienza  vibrar  he recibido un mensaje del jetabook, en este  país te sale más barato conseguirte un tu celular  con internet  ilimitado incluido en un solo pago, que pagás más si sólo  te embrocás con el plan de llamadas  locales y mensajes de texto de igual manera locales.

Leo el mensaje,  y  en cuanto veo el nombre de quien lo manda siento un llamarada de adrenalina recorrer mi cuerpo, el mensaje dice: “ Hello Miss espero que todo le esté saliendo excelentemente, la verdad es que usted siempre va a ser mi maestra favorita, le mando un fuerte y amoroso abrazo la quiero mucho”. Segundos después mis ojos estaban llenos de lágrimas. ¿Hace cuánto no me llamaban maestra? Lo que llevo de estar aquí. Pero como la clave de la tecnología radica en su magia,  ahora  hasta lavando en el río la gente chatea en sus teléfonos celulares.

Le respondí, me senté en una de esas sillas elegantes que hay frente a cada estantería , apeé mis chunches y chateamos,   inicia segundo básico, su hermano que también fue mi alumno de preprimaria está ya en la Universidad.
Su madre una ingeniera que nunca se presenta como tal si no con su nombre –como debe de ser-  Ana Beatriz “ Mamasota” Pacheco,  ha seguido mis letras desde que mis primeros tanes  cuando los enviaba solamente a  amigos, hoy en día es Cliente Prefiero de las Refas de doña Yoyita; ella  ha leído con puntos y comas: mis palabrotas, mis dolores, mis  nostalgias,  los desafueros de los amores contrariados y el anhelo de volver al nido.
Minutos después termina la conversación con mi “Mango”. Pero solamente eso… la conversación, porque ese mensaje en mi teléfono celular me recordó que soy maestra, ¡soy maestra!, hace mucho que no pensaba en eso, en mi profesión sino que me acoplé a mi oficio de emigrante.

Sentada en aquella silla, frente a la estantería de New Fiction, tomé uno de esos libros y desaparecí de la realidad, del presente,  y regresé, volví, caí  en enero,  a los días de vientos autoritarios, de los chiflones, de la flor de pito, de los mangos tiernos y de los paternos, del chico zapote.
Del inicio de clases,  camino  frente a la librería Oscar de León Palacios y la veo llena a reventar, hay cola hasta en la calle, gente comprando útiles escolares; borradores, sacapuntas, nailon, papel para forrar los cuadernos, calcomanías con espacios para escribir el  nombre  y la materia correspondiente.

Los libros de Colección Claudia,  La Mansión del Pájaro Serpiente, los de álgebra y estadística, las calculadoras científicas que muy pocos pueden comprar, las reglas T,  y el tablero de dibujo para la clase de artes industriales. El bolsón, el uniforme,  y los tenis  para Educación Física. Y allí aterrizo, en mi clase, en mi profesión, nunca olvido el objetivo principal de esa materia: “ Crear en el alumno el hábito del ejercicio físico, tomando el deporte como medio y no como fin”.

Vuelvo al colegio en donde trabajé y veo aquella manada de niños de 4, 5, 6, y 7 años, correr  locamente a abrazarme,   novecientos y  pico durante  la semana, a todos les tenía apodo y por su apodo los llamaba cuando pasaba lista, llega a saludarme aquella muchacha de 18 años que un día fui, allí está: con su enorme colochera, la cubre con una gorra,  y el rostro con bloqueador solar,  su cuerpo huele a aceite de coco, utiliza bronceador en las piernas y brazos, anda en pantaloneta, tenis y playera, del cuello le cuelga un silbato FOX 40. Un recipiente plástico  que contiene tres litros de agua.

Allí la observo trabajar; equilibrio, coordinación ojo-mano, ojo-pie, movimiento de pinzas, la  escucho cantar las canciones infantiles clásicas,  y trabajar las rondas que hoy en día se han extraviado en el paso del tiempo.
Rodeada de niñas y niños a los que  ha adoptado como hijos,  se siente realizada, educando, y aprendiendo de aquella manada incontable de chiquirines que le alegran las mañanas de lunes a viernes. Hay una porra, que canta todos los días mientras camina en fila con ellos cuando los va a dejar a sus salones de clases: ¿Qué equipo es el mejor? ¡El mío sí señor!

Lágrimas saladas empapan el rostro de aquella mujer de 31 años sentada en aquella silla, pero son lágrimas de alegría y de nostalgia a la vez,  sonríe, se levanta y da gracias a la vida por aquella enorme oportunidad de contribuir a la educación y crecimiento humano de aquellos niños, algo ha de haber hecho bien, para que siente años después,  uno de ellos todavía la recordara y la llamara su maestra favorita”, con uno basta, con uno es suficiente, con una semilla que  seguro ya está floreciendo.

El día en que se despidió de sus niños, aquel “Mango” lloraba como Magdaleno, se aferró a sus brazos color canela y la abrazó sin importarle el tiempo, ambos lloraron, ella porque estaba renunciando a su  profesión,  a su país y a sus sueños, y él porque aquella maestra  seguramente  significaba  la alegría de la Clase de Educación Física y las clases de baile de samba improvisadas en cada período de clases.
Regreso al presente, y dejo a aquella patoja de  23 años dar su última clase de Educación Física,  pronto emigrará y cruzará fronteras hasta llegar  a aquel lugar en el que se enfrentará a sus miedos, con sus derrotas, y se levantará del fango y seguirá escalando aquella montaña que, Dios y la vida pusieron en su camino.
Retorno a la caminata y leo entre las estanterías; Teen Paranormal Romance, Fiction & Literature, Pets Nature, International Travel, Bestsellers on Audio –para haraganes-  Economics. Voy a la sección de Music,  me pongo los audífonos y escucho en esa especie de rocola-todo-en-uno, Imagine de aquel cuartero de chicos soñadores de Liverpool, la música del Sur de Estados Unidos en los años en que se llevó a l
a pantalla grande el libro de Alice Walker: The Color Purple,  sí,  aquellas melodías que sosegaban los pesares de aquellos  hombres y mujeres negros que solamente podían abordar los buses  y sentarse al final de ellos, sí, aquella música que reinaba en los tiempos de Mississippi Burnig y del Ku Klux Klan. Hoy la historia es otra, estamos en la generación “GAGA” diría un amigo –saludos Índigo-  ya pasó la de Jackson y  Madona, hoy en día es Lady Gaga quien menea la batuta en las discotecas y en todo lugar en donde ese escuche música. Hay en la librería una estantería dedicada a ella; entre libros, tazas, música, tarjetas, separadores de libros, libretas, todo con el logo de GAGA. Elvis “papacito” Presley  ha quedado relegado a la esquina de las estanterías de los libros de artistas famosos. El tiempo lo borra todo indudablemente.

En la estantería de Literature me encuentro con los de Gabo, Neruda, El Quijote y ella, ella y sus libros, sus historias, sus desdichas,  sus desafueros de amor, los  veo y quisiera realizar una poción y tener una varita mágica como la de Harry Potter  para que en un santiamén hacerla aparecer frente a mí, sí  a ella, la mujer que amo; Isabel Allende. Llevo taloneándola ya 6 años y no hay manera que la  pueda conocer,  sé que viene a Chicago,  cada vez que presenta libro nuevo, he  hecho micos y pericos para asistir  pero siempre me entero tarde, las librerías no avisan, aunque me suscriba, entre a su página oficial, o reviso entre los eventos de colegios, universidades y bibliotecas. Pero de verla tengo, el Universo confabulará  para que ese tiempo llegue, tarde o temprano.

Me despido de sus libros, dejo a un costado la poción mágica y la varita como  la de Harry Potter, tal vez alguien más las vea, utilice y sí le surta efecto.
Por último antes de  pasar a caja a pagar el libro, me enfrento con esa estantería a la que le he huido siempre, Psychology,  porque cada vez que lo hago me atrapa en sus redes El CUM, y la tricentenaria de mis amores, la USAC. Me  ha frustrado durante años, no haber terminado mi carrera,  pero  algo raro pasa al ver los libros de psicología, siento una especie de atracción y no de  frustración, así que  I have to be focus   así que mi siguiente compra será un libro de psicología.

Por fin paso a caja  con mi libro The Help,  soy la única latina: de cepa, emigrada, originaria de Latinoamérica, que está en esa tienda en ese momento. El cajero que calculo será un gringo de esos que se quedó en los  básicos, me observa bajo los lentes que cubren  sus  ojos y de la misma forma que me sucedió en Borders meses antes, también me pregunta: Are you a Teacher? Inmediatamente apareció en mi cabeza el mensaje de facebook que me mandó mi “Mango” y fue entonces en que inflé el pecho y le contesté mirándolo fijamente a los ojos: Yes, I am! Me contestó: Nice!

Les parece tan increíble ver latinoamericanos en sus tiendas, creen que solamente limpiamos casas, les cortamos la grama, les cuidamos sus hijos y sus padres, pero no, también leemos ¡Y EN INGLËS!

Acto seguido: una ola me inspiración me  empapó entonces… me dirigí a la cafetería y me senté a escribir lo que vos estás leyendo en este momento.
Ilka Ibonette Oliva Corado.
09 de enero de 2011.
Estados Unidos.

8 comentarios

  1. mmm me siento identificada con lo que escribis yo tambien soy maestra y creeme q aunq estas lejos lo magico de esta labor es q dejas huella en quienes son tus alumnos, estoy segura q jamas dejaran de recordar con cariño a la miss de educacion fisica, porque conozco patojos q fueron tus alumnos y de sus bocas he escuchado q se volvian locos al ver q por los corredores venia su miss de fisica =) un abrazo. Brenda Palma

  2. En este pequeno pueblo donde actualmente vivo existe uno de esos Barnes & Noble el cual acostumbro visitar con alguna regularidad y donde el ritual (el mio)consiste en tomar un cafe (Guatemalteco)y luego entretenerme con alguno de los tantos libros o revistas que ahi proliferan. Pero lo que mas me atre es ese mural que Ilka aptamente describe; las figuras majestuosas de esos hombres y mujeres que absortos en sus pensamientos y dialogos de alguna manera le invitan a uno a entrar en su mundo, ese mundo magico plasmado en letras que se han constituido en la crema y nata de la literatura mundial disponible para todos sin discriminacion de ninguna naturaleza. Paradogicamente es en ese mismo lugar donde a menudo uno se encuentra con gente intolerante que no aceptan o no entienden que las diferencias o apariencias fisicas nada tienen que ver con la necesidad de informarse o educarse.

    Por cierto Barnes & Noble es un buen lugar para todos aquellos y aquellas gagas que quieran dejarlo de ser.

  3. El magisterio es una vocación emanada del alma que nos acompañará de por vida. Nunca se deja de ser maestro aunque no se ejerza. Sus textos son un placer, como siempre están llenos de emociones y sentimientos tan auténticos que nos hace partícpes a sus lectores. Me uno al deseo y al vaticinio de su amigo Fidel (René), espero que sus escritos lleguen a ser publicados como se merecen, en tinta sobre papel «del bueno» no importa bajo cual sello editorial. Yo sé bien lo que es vivir lejos y añorar a nuestra querida Guate. Apenas regresé después de haber vivido fuera más de 20 años, por lo que me identifico mucho con su sentir en lo que escribe. Espero que por mucho frío que esté haciendo mantenga siempre viva la llama de la esperanza en su corazón.

    ¿Ha pensado en la posibilidad de revalidar su título de maestra? Con la globalización ahora hay muchas más facilidades para realizar equivalencias. Sería cuestión de averiguar…

  4. Rene Oliva Valenzuela

    Me alegra que te recordes de mis palabras, que esa sea tu meta, sonar no cuesta nada, y los suenos se pueden hacer realidad; imaginate que nos harias felices a muchos de tus seguidores que nos identificamos con tus escritos.
    Con lo que decis de tu profesion que hasta se te habia olvidado, dejame decirte que me paso lo mismo, ahora que regrese a Guate me toco actualizar mis datos como maestro, fui a una oficina y al estar en fila me llaman y me dicen «profesor pase», yo me quede viendo a quien le hablaban y boommm era a mi, son cosas que por falta de costumbre se le olvidan a uno, pues yo creo que tengamos el titulo que tengamos nos hay como presentarnos con nuestro nombre. Abrazos. Fidel. (Si te llegas a juntar con Isabel le decis que yo tambien soy super fan de ella).

  5. Definitivamente, por muy cansada que me sienta, leo lo que escribes y no puedo parar hasta terminar, que rico el don de enseñar y compartir, nada en la vida es mas gratificante que trabajar con y para niños, ellos si saben agradecer y jamas olvidan a su maestra, Gracias por recordarme que soy maestra tambien, pues en tierras extrañas aveces lo olvidas.
    tqm(sis)

  6. Al menos aqui en por Los Angeles no hay mucbis latinos en Barnes and Nobles u otras librerias, casi solo gente asiatica, a mi tambien me pasa q me siento como un lunar, y me confunden como que fuera irani o hindu…

    Y lo mas comico es q el bato de la caja se hace bolas cuando le doy monedas para que me de cambio solo en billetes.

    Si se graduo de high school, para mi el equivalente a 6to de primaria de Guate. Pero no se sabe las capitales de los paises del mundo, porque su «maestra» tampoco se las sabe.

    Un maestro de Guate aqui es como Ph D

    Nieguenlo?

    Me llega au historia, cuidese y q rico llorar de alegria verdad…

    Next book, Meaning of life, Viktor Frank.

  7. Ilka, como siempre sus historias atrapan…me encanta lo que escribe. Me alegra que esa experiencia del magisterio aún resuene en su vida, seguramente su vocación de enseñar sigue en otros espacios, de otras formas…siempre estamos enseñando y aprendiendo.

  8. Una maestra o maestro nunca deja de serlo, ¡nunca! Aunque en este momento esté trabajando de otra cosa. Ese es de nuestros mayores orgullos, verdad vos?

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