Una historia para contar…


Para Levantar el  vuelo hay que echar lastre.
La notificación  me llegó vía correo electrónico,  de igual manera adjunta la  tarjeta de invitación y también el audio de una canción que para ella significa mucho.
Un agradecimiento a quienes  la  apoyaron en el trayecto y entre ellos quienes estábamos a  miles de kilómetros de distancia, entre esos nombres el mío: Negra.
Al leer lo que  las letras de la tarjeta de  participación de la universidad (sin sin)  decían,  no pude evitar llorar, aquello se volvió un despelote cuando escuché la letra de la canción que también iba adjunta en el correo.

Escalar  una montaña  de esa magnitud no es tarea fácil necesita –sus ovarios- que  la persona tenga primeramente el deseo de hacerlo,  segundo que esté dispuesta a enfrentar cuanto imposibilidad de niebla anuncie que  la cima  no se verá  durante el trayecto,  es decir vas subiendo a ciegas, pero con la fe que allá arriba hay una cima que querés alcanzar. Entonces venís y tratás de preparar  tu  matate, allí echás las cosas que creés te pueden ayudar mientras subís, pero a mitad del camino se te acaban, comenzás a pasar hambre, dolores musculares, falta de oxígeno,  mareos,  pero la cima  ya se puede ver, porque estás cerca, ya no tenés fuerza en tu cuerpo, estás claudicando: es allí, en ese instante en que lo único que te lleva a ella, es el tesón y la garra de tu corazón.
Eso mismo se necesita para lograr un título universitario. Por allá de 1994 conocí a su hija, ella era la chica más popular de la colonia, de apodo de decían Xuxa,  y no había un solo patojo que se resistiera a su encanto,  aquella arrasaba con todos, lugar donde se paraba lugar en que dejaba pretendientes. Ambas cursábamos los básicos en diferentes colegios,  para la mayoría de personas de aquella colonia yo solamente era una vendedora de helados a la que pocos le sabían el nombre.  Es que era prácticamente imposible de creer que una patoja –cool–  como ella fuera amiga de  una ishta como yo, nos veían raro, ella; blanca como  la leche y yo negra como el café  recién molido en piedra, así que nos llamaron: café con leche. Inseparables.

Eran los tiempos en que yo no me podía expresar verbalmente, entonces escribía en papelitos –tipo tarjetitas- todo mi sentir. Con ella no  había necesidad de hablar, con sólo ver mis ojos  leía las profundidades de mi corazón.
Por fotografía conocí a su mamá que me decía en ese entonces estaba en Estados Unidos, al igual que su papá.  A ella y a sus hermanos los cuidada una tía. Así que todos los fines de semana por las tardes se esperaba la llamada telefónica desde California; era una algarabía… todos los hijos querían hablar al mismo tiempo, así que se hacía una fila y uno por uno –de la más grande al más pequeño-  saludaba y a trabalenguas contaba lo sucedido durante la semana, y así aquella mujer en el exilio se llenaba de energía para enfrentar la semana siguiente en el país del norte. Los hijos de igual manera en ese poco tiempo, se imaginaban los abrazos, las caricias, los  regaños y la compañía de la madre a la cual sólo escuchaban por  teléfono, veían por fotografía y también en videos que mandaban en cajas cada dos meses.

Los fines de semana por las tardes después de entregar el dinero de la venta, los tenía libres así es que medio almorzaba y jule canela a la casa de mi amiga, allí dormía, así que también me hice parte del rebaño que esperaba la llamada,  me convertí en la hija de leche de aquella migrante.
En aquellos años, vi llorar en muchas ocasiones a los cinco hijos la ausencia de sus padres, no era lo mismo que una tía les curara una gripe a que su madre les diera el beso de las buenas noches y les hiciera piojito en la cabeza. Los días de la madre y del padre, siempre  fueron solitarios, al igual que los cumpleaños, las llamadas telefónicas lograban apaciguar por instantes aquella congoja. La distancia  era mucha y la ausencia quemaba. Cada dos meses llegaban las cajas con regalos para los hijos, allí mirabas juguetes de nintendo, ropa, zapatos, relojes, muñeras, y todo ese tilichero que uno en el exilio compra para agradar a los suyos.

Mi amiga; de aquella caja sacada  la ropa y sin  pensarlo dos veces decía “ una para vos, una para mí, un par de zapatos para vos y uno para mí, un pantalón para vos y  uno para mí” y así hasta que vaciaba la caja y yo veía el volcancito de ropa y zapatos a mi costado. Es que me parecía tan increíble que compartiera todo conmigo, y me los regalara sin mayor empacho. A pesar de ser tan distintas, compartíamos la soledad.

Un día sin mayor aviso,  tocaron el timbre de la casa, recuerdo perfectamente que era domingo, yo estaba alistándome para regresar  a mi casa y preparar la venta para ir al mercado, uno de  los niños salió a abrir y los gritos siguientes no los podré  olvidar en  la vida; en manada salieron a la calle cuando gritaba “¡mi mamá, mi mamá, mi mamá! Un mar de llanto abrazó a todo ser viviente de aquella casa, a la pobre mamá la tiraron al suelo en un solo alboroto, la besaban, la abrazaban, le daban quejas, le decían que la querían, en fin, hasta yo  me tiré en aquella avalancha humana,  al fin  y al cabo ya había sido declarada oficialmente: ¡hija de leche!

Meses después su hija y yo nos peleamos a morir y duró cinco años el reencuentro ¡Nuestra primera y única pelea duró 5 años!, –que imbéciles pienso hoy en día-. En ese lapsus de tiempo, llovió fuerte en la vida de la ahora graduada de la universidad.

Durante varios años había trabajado junto a su esposo en California él como conductor de tráiler y ella como empleada doméstica,  ella decidió regresar cuando recibió una llamada de su mejor amiga, donde le avisaba que su hija –mi amiga- estaba enferma de gravedad, que regresara lo más pronto posible o no la vería con  vida.

Inmediatamente tomó el primer vuelo disponible y dejó trabajo y esposo en línea de espera, al otro lado del cerco. A la mañana siguiente aterrizó en el  país  que tanto añoraba en los días de otoño.

Oriunda de Jícama, Ipala, el clima del invierno en California le alborotaba la nostalgia.

Al regresar y  solventar el problema de salud de su hija, decidió regresar a trabajar por lo   menos dos años más, para  intentar ahorrar y de alguna manera iniciar algún negocio en Guate.
La vida la cambió y le dio un giro de 160 grados cuando llamó a su esposo y le dijo que se iría de regreso, el tipo medio alterado le dijo que definitivamente no se regresara,-como que   le pareció extraño-  pero ella lo ignoró y abordó el  avión, ya  estando en el aeropuerto de Los Ángeles, California, lo llamó por teléfono para que la llegara a traer, y así lo hizo, pero en lugar de llevarla a su antiguo hogar, es decir; el apartamento que compartían ambos, la llevó a la puerta de la casa de los gringos en donde ella trabajaba como empleada doméstica y allí la dejó sin mayor explicación.

¿Cómo  podía hacerle eso a su esposa?  Cuando ella lo fue a buscar a su antiguo apartamento él ya no vivía allí,  tampoco  lo podía localizar en el trabajo.  Pasaron los días,  mientras tanto ella seguía trabajando de empleada doméstica y durmiendo en casa de los patrones.
Fue tal su desesperación que contrató un detective, le dio una fotografía de su esposo y datos del lugar en donde trabajaba, 6 meses después el detective le informó de una dirección  en donde ella podía encontrar a su esposo, pero que no se sorprendiera porque lo podría encontrar  con otra mujer; al parecer una puertorriqueña.

No se contuvo las ganas y fue con  una amiga a tocar el timbre de aquella casa, en el estacionamiento de aquella viviendo descansaba el carro de su esposo, así que se armó de valor y tocó el timbre, él salió a abrir la puerta y como era de esperarse se fue de culo cuando la vio allí frente a él.

Sin mayor  empacho y sin ningún grado de culpa se dirigió a su esposa -y madre de sus cinco hijos-, como si de un agarre, soque, prense, o cashpeana se tratara, le dijo que se fuera, que él tenía otro hogar y un hijo con la otra mujer, que regresara a Guatemala y que él nunca desprotegería a sus hijos, si era esa su pena.

Fue tanto el dolor de aquella mujer, que  en los siguientes días regresó a  Guatemala. A encerrarse en su depresión.

Durante años lloró todas las noches aquella promesa rota  de amor hecha en una iglesia, lloró por la insensibilidad de aquel hombre al que tanto amaba, de su descaro, de su osadía. Sus ilusiones, su frustración como mujer,  de amar a un hombre que le había sido infiel y que aparte había procreado un hijo con otra, en el tiempo en que ella andaba en Guatemala cuidando a los cinco hijos que tuvieron juntos.

Hasta que un día se levantó y dijo: hasta aquí. Se prometió terminar la escuela. Así que  inició la primaria por madurez, al igual que los básicos y el bachillerato, mientras tanto vendía queso y crema durante el día y estudiaba por las tardes y los  fines de semana.
Cuando yo me despedí de ella en 2003, estaba  por terminar el  bachillerato y me dijo que estudiaría psicología,  dato curioso su hija y yo siempre juramos que estudiaríamos psicología,  yo me quedé en segundo año, su hija nunca se matriculó –pero a ver si ahora lo  hace con ese ejemplo de mamá- .

Durante mis años de exilio ha venido a visitarme una vez,  cuando la fui a dejar al aeropuerto, una fría sensación de desolación me embargó, y le dije, “me voy, me voy con usted, me pela dejar todo, me voy”. Y me vio con sus ojos color miel y me dijo: “Negrita tu tiempo aún no ha llegado, ya vendrá, tené paciencia yo te voy a ir a esperar al aeropuerto  la Aurora con los brazos abiertos”. Ambas lloramos esa despedida -como en antaño su hija yo habíamos llorado el fugaz reencuentro y la triste separación-. Y así la vi perderse entre el mundo de gente en la terminal aérea.

Lo magnífico de esa graduación y de su superación es el camino que ella tuvo que recorrer para  obtenerla; en primer lugar  su visión no es muy clara, así que siempre en el salón se tenía que sentar en primera fila,  hacer un esfuerzo extremo para entender las letras escritas en la pizarra, se ayudaba de amigas, aquellas le copiaban a la vez en su cuaderno lo que los catedráticos dictaban. Al terminar cada día de clases, prestaba los cuadernos de las  amigas y se iba a la fotocopiadora a hacer copias –valga la redundancia-  con letras mucho más grandes, ya teniendo esas hojas, se ayudaba con una lupa para lograr leerlas.

En su  ordenador  tiene que leer en letra arial  número 16,  así ha hecho sus trabajos, y cuando ya estaban listos sólo de imprimir entonces lo bajaba a  una letra más pequeña – por aquello de la famosa presentación-. A todo esto, madre de cinco hijos adolescentes.

Cuando yo le pregunté, ¿cómo le nacieron las ganas de estudiar? Me contestó: “tenía que hacer algo con mi vida, no podía quedarme llorando mi derrota  para siempre, tenía que levantarme de donde estaba”.

Ayer  fue su acto de graduación en grado de Licenciada en Psicología,  y de ribete se sacó una maestría y   hoy está cumpliendo cincuenta años. En situaciones así es cuando el exilio te pasa la factura, porque quisieras estar físicamente,  compartiendo tal alegría, pero te toca disfrutarla en la lejana diáspora.

Cuando pienso en ella, en su trayecto de vida, en su edad y en los obstáculos, confirmo una vez más que nada es imposible para quien tiene la valentía de ir tras sus sueños, para quien tiene el temple de levantarse de las cenizas  extender sus alas y surcar nuevos horizontes. – A modo de queja y broma, (usted sabe porqué)¡por la gran púchica! lástima que la graduación no fue de la Tricentenaria Universidad (de mis amores) de San Carlos de Guatemala, allí sí mire, hubiera echado chile-.


Nota: Hoy con este escrito querida mamá de leche, la saludo en la distancia, ya sabe que detesto  las etiquetas pero a usted con mucho gusto la llamo Licenciada Flory Nájera; es un orgullo ser su hija de leche.
Ilka (Negra) Ibonete Oliva Corado.
Noviembre 7 de 2010. (¡Feliz cumpleaños!)
Estados Unidos.

8 comentarios

  1. Felicitaciones a la Lic. Flory, no importa que no sea de la tricentenaria, sea de donde sea, vale oro su esfuerzo y su logro. Nos dio una lección de vida. Espero que no esté lejano el día en que nuestra querida Ilka no de la sorpresa. Besos, Chente.

  2. Que historia tan inspiradora, gracias por compartirla, merece ser leida y transmitida a muchas mujeres que piensan que su vida acaba cuando acaba su matrimonio.
    Casos como este enseñan que mas que terminar la vida, empieza una nueva etapa que nos hara mas fuertes y brillantes.

  3. hola a todos yo estoy muy orgullosa de conocer de cerca a la protagonista de la historia y a la escritora de la misma. Muchas felicidades a Flory por estar recibiendo tan lindo regalo de la vida su graduacion y su cumple, lamento mucho no poder haber estado en esa graducion y mas lamento ese pachangon pero bueno a seguir adente mi querida Flory Que Dios la siga Bendiciendo,…..chiqui…….

  4. Sí, Licda. Flory que bien por Ud. y Felíz Cumpleaños y le recomiendo no admitir como hijo al Negro ese, no es buena pieza, es otro recleto como sus 2 hijas y yo, a quienes Ud. ya rebasó. . . Felicidades Ilka, gracias por escribir esta historia, ahora estoy más motivada aunque también avergonzada, pero ay te invito pa' mi graduación, será antes que la del Negro eso si es seguro, aunque sea sin sin, pero de que me gradúo, chis la droga, como de que no, y será un motivo mas para Adorar y agradecer a mi Señor, sí, Dios el que te acaba de aceptar a vos Ilka como parte de Su rebaño, Abrazote pa' mi amiga «Princesa de Dios»

  5. Si la Negra es su hija yo tambien pasare a ser su hijo soy el Negro y que me alegra saber que saco fuerzas y logro alcanzar su objetivo y haber cuando lo logran ese par de cletas de sus otras dos hijas, ya les gano a pesar de tantas dificultades que le a tocado vivir saludos Licenciada Flory Dios le de fuerzas a seguir luchando en esta vida que amablemente Dios nos presta y que a veces no la llevamos como el quisiera.

  6. ¡¡¡¡Que maravillosa historia,¡¡¡¡ felicitaciones licenciada Flory, Dios le seguirá iluminando, para seguir brillando como las estrellas. ¡¡¡¡MUJER TENIA QUE SER Y DE ORIENTE¡¡¡¡

  7. Un saludo fraterno a la graduanda que se vencio así mimsmo y su graduación equivalea a la USACA y a cualqueir otra Universidad, como demostro la garra de mujer luchadora y de xito, y a quien relata esta historia felicitaciones, con esto nos damos cuenta que mujeres chapinas de ahuevo y con garra existen y existiran siempre animo por esas mujeres lucahdoras, emprendedoras y que sirven de ejemplo para todas la muejrs del mundo fraternalmente

  8. exelente historia, un ejemplo para las personas que se dejan vencer por los multiples obtaculos que la vida presenta.
    Dios se hace presente en el camino de los de svalidos dandoles ánimo y visión.

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