La ardua jornada de saltar el cerco.


«Cuando me vine de mi tierra El Salvador, con la intención de llegar a Estados Unidos, sabía que necesitaría más que valor, sabía que a lo mejor quedaba en el camino…» -Tres Veces Mojado, Los Tigres Del Norte.

 Un Paréntesis a modo de desahogo.

El año pasado, recuerdo que me pidieron participación en una revista de una organización “Pro Emigrantes” y colaboré con un escrito en donde se narra la historia de un patojo que viaja solo desde Guate hasta Estados Unidos, va  saltando los vagones de “La Bestia”, como le llaman al tren mexicano que surca los Estados del país, hasta llegar a la línea divisoria.  Lo abusaron sexualmente varios policías mexicanos, también a sus compañeras de  vagón incluyendo dos niñas (recuerdo). Él  y las mujeres adultas lograron sobrevivir, pero una de las niñas no.  Logró atravesar la frontera pero no sabía que lo habían contagiado de SIDA, fue deportado y cuando llegó a su pueblo natal… su padre tenía tres días de  fallecido.  Cuando me pidieron que escribiera el artículo lo único que pedí es que no se tocaran ni los puntos ni las comas del escrito sin mi autorización. Cosa que me prometieron así sería, mi sorpresa  fue que al verlo publicado, me percato que le cambiaron hasta el título con eso te digo todo. La historia llevaba el título original: De San Juan Chamelco a Gringolandia.  Y así la podés encontrar en el archivo de mi blog.

Inmediatamente llamé por teléfono para reclamar tal falta de respecto. En ese momento  los editores de esa revista me acusaron de mentir, diciéndome literalmente “¿es que tú, qué creés que alguien va a creer que toda esa gente violó al patojo y encima vivió para contarlo?” mi respuesta fue lacónica: ¡sí, porque es real! Se me acusó de ser una mentirosa y de “echarle mucha crema a los tacos”. Lo único que pude  hacer en aquel momento fue  publicar  por mis medios el original del escrito. Y decidí que calladita me miraba más bonita. En mi corazón sabía que no estaba mintiendo y que eso y cosas peores suceden en la frontera. Desgraciadamente el tiempo me dio la razón.

Para las vísperas de la Navidad pasada también escribí un artículo, en donde hablo de la nostalgia con que espera esa noche el emigrante indocumentado. Hablo de quienes en invierno se quedan sin trabajo, porque su labor es a la intemperie. Alguien me llamó por teléfono acusándome de aprovechar “mis depresiones” para generalizar el sentir de los indocumentados. Me dijeron en esa ocasión que dejara de atemorizar a la comunidad emigrante con mis mentiras.  Que de lo contrario me quitarían el apoyo. ¿Desde cuándo ellos me han apoyado? ¿Desde cuándo ellos ayudan como Dios manda a la comunidad indocumentada? No recibo “motivación” económica por  mis letras,  lo hago en mi tiempo libre cuando regreso de trabajar, generalmente por las noches, simplemente escribo lo que nace de mi ronco pecho, relato lo que ven mis ojos, el sentir de mi alma desterrada, cuento historias reales, para nadie es un secreto que los indocumentados que viven en gringolandia en su mayoría trabajan de lunes a domingo y no  gozan de las prestaciones de ley como todo trabajador. Mañana mismo lunes la gran mayoría trabajará y  oficialmente  es día feriado.

Cuando escribí: La Ventana de La Habitación del Sótano. De igual manera se me llamó la atención, “por mentir”, por exponer  la historia de una empleada doméstica que vive en el sótano de una casa de tercera generación de emigrantes europeos. Su sentir como madre a distancia, como emigrante, como trabajadora. Hay  millones de Chefis en Estados Unidos y el mundo entero, no es un invento que son explotadas y no se les remunera el trabajo de horas extras, entre otras cosas.

Cuando escribí: Arizoneando con el 5 de Mayo, también se preocuparon por hacerme saber que no querían que me metiera en asuntos que no son de mi incumbencia; que era  falso el punto que quienes atemorizan y torturan a los emigrantes centroamericanos y suramericanos no eran las autoridades migratorias estadounidenses sino los “coyotes” “polleros” mexicanos.  El tiempo me dio la razón. Es en México donde peor se vive la pesadilla del emigrante indocumentado.
Me he quedado callada todo este tiempo, pero resulta que cada escrito que hago que tenga que ver con emigrantes indocumentados y sus formas de travesía o de vivir dentro de Estados Unidos son motivo para que reciba “regaños” o sugerencias al respecto. Lo curioso es que quienes  no están de acuerdo con mi forma de decir las cosas son tan latinoamericanos como el frijol y el máiz. Sin embargo me cansé,  y la única herramienta que tengo para defenderme son mis letras y estoy echando mano de ellas.  Quiero escribirle a Juan para que lo lea Juan y si quiere que se lo haga saber a  unos cuantos Pedros: no cambiaré mis convicciones, mis ideales,  mucho menos escribiré de temas que no sean de mi interés, no favoreceré a ningún tacuacín con mi letra, (así que ese tipo de favores no van conmigo) nunca he necesitado de favores de ningún entacuchado político, Dios me ha dado dos manos para ganarme el pan con el sudor de mi frente. Podré ser: inmadura, necia, testaruda, llamarada de tusa, y todo lo que ustedes quieran, pero; de lo que estoy segura es que; mi dignidad no está en venta, así que no crean que con el ofrecimiento de un carro de último modelo, un apartamento compartido  y la sugerencia de ser: esposa, tráida, agarre, trinque, soque, cashpeana o  casera de alguno de ustedes podrán  comprar los sentimientos  que   nacen, como dije antes, de este ronco pecho.

Mi alcoba la comparto con quien a mí se me ronca la gana, así de simple, el placer y el amor los vivo con quien yo quiero, y una última sugerencia: no tienen que ser boas, culebras,  barberos; no hay necesidad de que me presenten como “la escritora fulanita de tal…”,  no me gustan las etiquetas, soy mujer de campo, soy  un Ser de alma montuna,  defensora de la causas perdidas, porque de allí vengo, de los arrabales, de la tierra, del subsuelo, y no me interesa treparme a las  nubes, créanme que con los pies en la tierra se aprecia mejor el paisaje. No se preocupen por el dinero, que hasta el día de hoy Dios no me ha dejado morir de hambre, él saciará mi necesidad en todo momento.

Seguiré escribiendo, hasta que los sentimientos se acaben y no los pueda convertir  más en letras.
Migrar… como las aves en  octubre, buscando nuevos horizontes.
«Empacó un par de camisas, un sombrero, su vocación de aventurero, seis consejos siete fotos mil recuerdos, empacó sus ganas de quedarse, su condición de transformarse en el hombre que soñó y no ha logrado, dijo adiós con  un sombrero y una mueca disfrazada de sonrisa,  y se suplicó a su Dios crucificado en la repisa el resguardo de los suyos y perforó la frontera como pudo…» Mojado. Ricardo Arjona.
En el país de Walt Disney, todo sigue igual, lo único que está cambiando es el clima, de agosto para acá  la temperatura ha bajado  más de 30 grados en las ciudades del norte de la nación, se desataron los chiflones de octubre, madrugaron en septiembre, anuncian que el otoño está por   apropiarse de la estación. Todo sigue igual salvo por la noticia que ha dado el presidente: ¡Las tropas regresarán a casa! Claro, después de haber hecho  micos y pericos  por ai…

Tal parece que la noticia de las muertes de los (hasta el momento) 72 migrantes sólo ha afectado a quienes por una u otra razón conocen el  trayecto para llegar de forma indocumentada a Estados Unidos. Desde que supe de la noticia han vuelto las pesadillas, no he podido dormir, me  despierto sobresaltada en las horas de la madrugada, pero luego observo que tengo techo y estoy segura dentro de las cuatro paredes de mi habitación, entonces me calmo, porque sé que ya pasó… ya pasó…

No deseo seguir drogándome  y volviéndome adicta  a las pastillas para dormir, he decidido dejar de tomarlas, he tratado con todo tipo de remedios de esos que recomiendan las abuelitas: tomando leche  tibia con miel, té de lechuga, de tilo, de manzanilla con limón y miel, en algunos casos bebiendo cerveza –esos no los recomiendas las abuelitas-  (como soy tan aguacata que con tres ya estoy entrando en el quinto sueño) pero ninguno funciona, porque el insomnio está dentro de mi cabeza,  mientras no deje de pensar “en cosas” no podré dormir así me inyecte  el sedante más fuerte que exista.

He pasado toda la semana literalmente temblando, asustándome hasta con el saludo de las personas en la calle. De los gringos que conozco la única que tocó el tema y lloró conmigo fue mi jefa, el resto aunque probablemente escucharon la noticia, no les interesa las pérdidas humanas, sin embargo no me he quedado con la duda, ayer fui a lavar ropa a una lavandería pública (primera vez en lo que  llevo de estar en USA)  porque se descompusieron las lavadoras del edificio en donde vivo. Así que agarré mis tiliches y me fui,   mientras lavaba me llevé una mi hoja para escribir, pero no pude, las conversaciones triviales que tenían algunas mujeres en la misma sala no me dejaron pensar, así que decidí también entrar a la platicada; el tema principal era la decepción que tenía una gringa de religión judía respecto a la dejación de algunos al no respetar el día sábado como descanso obligatorio. Aproveché para preguntar su origen,  y así me enteré que allí habíamos: una nativa de Luisiana (me encanta la forma en que hablan), una francesa (que le pedí  cantara en su idioma materno La Vie En Rose) , una californiana, una asiática,  una  belga y una guatemalteca.

No pude contener los deseos y les pregunté qué opinaban del tema de las muertes de los 72 migrantes, todas se quedaron viendo entre sí, ninguna sabía qué contestar, hasta que se atrevió la de Luisiana (que al final era la única “Americana”)  y dijo: “sí, lo escuché en las noticias pero no presté mucha atención dime tú qué pasó” y les conté la historia, y la verdad ninguna se inmutó. Así de indiferentes estamos, pero les toqué el tema de la economía y aquello parecía una parvada de loras sobrevolando a primeras horas de la mañana. Ni el tema del retorno de las tropas causó mayor espanto en ellas.

En cambio vas a cualquier tienda latinoamericana y la ruta del emigrante es el tema de conversación. Allí todos lloran, por quienes murieron, por quienes quedaron esperando el regreso, por quienes los esperaban de este lado, lloran porque sienten el peso del recuerdo de la travesía sobre sus espaldas y lloran porque a pesar de los pesares las personas seguirán emigrando igual.
“Soy emigrante que sufre, al estar tan lejos, de  mis padres y mi Patria, donde me vieron crecer, un día crucé la frontera, buscando el triunfo, ¡Ay Dios mío cuánto sufro! Quién sabe si volveré…” El Emigrante, Los Tigres del Norte.

Soy arisca, no confío mucho en las personas, la verdad son pocas quienes me tienen medido el pulso, o mejor dicho son pocas de quienes me dejo medirlo. Entre ellas está Martina, con esa patoja yo pueblo hablar de cualquier bobada sin el temor a ser enjuiciada por mi forma de pensar o de actuar, ayer quedamos de vernos y nos juntamos frente al lago (Michigan) en  uno de los tantos miradores  que hay en las cimas de las peñas donde descansan los suburbios. La playa es privada, tenés que pagar cinco dólares para poder entrar antes de las cinco de  la tarde, después de esa hora  poder caminar sobre la arena totalmente gratis, mientras daban las cinco, nos sentamos bajo la sombra de un arce,  aquel silencio  sólo era interrumpido por el viento que  soplaba  y el ruido de un pájaro carpintero que aún estaba en horario de trabajo, en la rama más gruesa del árbol. ¡Me llama la atención, tan diminutas que son esas aves y el ruido que causan!

Martina llegó con su bolsa cruzada sobre el hombro, llevaba dos hamburguesas, decidimos  atipujarnos comida chatarra.  Mientras el espejo azul  del lago contrastaba con el lila  del ocaso, nosotras conversamos de la vida de quien emigra. Aquella se saltó el cerco vía desierto de Sonora, lleva en su piel la huella que le dejó tal aventura, al igual que yo le ha llevado muchos años superar  y aceptar su condición de migrante y  extender los brazos para dejarse acariciar por el viento que sopla en otras tierras, estamos aprendiendo a aceptar que estamos viviendo en otro  país y ya no en Guatemala; que respiramos, caminamos y comemos en suelo extranjero, hemos aceptado que el corazón quedó junto al ombligo en aquel pedazo de suelo del que nos separamos un día y que solamente lo podremos recuperar el día de decidamos regresar.

“Aquí estoy establecido en los Estados Unidos, 10 años pasaron ya, en que crucé de mojado, papeles no he arreglado sigo siendo un ilegal… , de que me sirve el dinero si estoy como prisionero dentro de esta gran nación, cuando me acuerdo hasta lloro que aunque la jaula sea de oro  no deja de ser prisión…” La Jaula de Oro. Los Tigres del Norte.

Ambas hemos crecido, hemos ganado y hemos perdido, hemos llorado, amado, hemos caído y nos hemos levantado, sin embargo las cicatrices quedan, hay dolores con lo que tenés que aprender a vivir, hay dolores que desaparecerán  solamente el día que dejés este mundo. Es  la ley de la vida: acumular vivencias y aprender a existir con la huella que han dejado en tu Ser.
Martina  en las carreras logró recoger dos piedras una en cada desierto, en los días de bajón, las toca, y recuerda lo expuesta que estuvo su vida al encarar el desierto, al verlas y tocarlas, siente un efecto fortificador en su alma, ella está viva, y logró cruzar la muralla, logró saltar el cerco. Al igual que los millones que viven aquí se pregunta ¿Por qué ella sí y los 72 no? Probablemente por más que busque una respuesta no la obtendrá nunca. Ambas hemos decidido en un pacto de honor hacia aquellas personas que murieron en el intento; honrar la vida y vivir el presente que del futuro Dios se encargará.

Hace algunos años me encontraba por allá de los días de abril, buscando  frijol camagua en una tienda latinoamericana, cuando escuché los gritos de una  mujer que se devanaba en el suelo llorando, pronto se aglomeraron para asistirla, pero nadie podía ayudarla, porque a aquella mujer se le había derrumbado el mundo encima; le acaban de avisar desde el consulado salvadoreño, que sus dos  hijas (a las que mandó a traer con coyote vía río Bravo) de  7 y 12 años, habían sido ultrajadas y abusadas sexualmente hasta causarles la muerte,  un  par de campesinos las encontraró abandonadas en un arbusto a las orillas del río. Aquella escena en la tienda no la puedo borrar de mi mente, aquellos gritos los escucho de cuando en cuando mientras trato de conciliar el sueño.

María es una muchacha originaria de Chimaltenango la conocí  hace seis años, en la escuela en donde recibíamos clases gratuitas del idioma inglés, formamos un grupo: una iraquí, una señora originaria de Nepal, otra de Hungría y las dos guatemaltecas. A María que en ese tiempo tenía 19 años de edad la abusaron sexualmente cuando la cruzaron por el desierto de California, a la Iraquí cuando atravesó Latinoamérica, sufrió diez violaciones sexuales a lo largo de los cinco años que le tomó llegar a Estados Unidos, la de Nepal que en su travesía los coyotes le cortaron un pezón con un verduguillo mientras la abusaban igual: sexualmente. Todas tenían algo en común, la única diferente era yo, ¿Por qué? No lo sé. Lo único que me consta y lo he sabido toda mi vida, es que soy una mujer bendecida, me he salvado de unas… que de verdad…. Me siento con  la obligación de retribuir mi agradecimiento a Dios y a la vida: escribiendo y compartiendo mis experiencias, y las experiencias de otros migrantes, es la forma más leal que he encontrado para hacerlo.

Te podría contar un  sin fin de historias, por ejemplo la de un hindú de cincuenta años que le llevó doce llegar a Estados Unidos, llegó a Chile y de allí pasó por todos los países latinoamericanos hasta llegar a USA. Le costó cuarenta mil dólares y ser  prostituido y abusado sexualmente. Hoy en día ha logrado traer (en forma legal) a su esposa e hijos. Ellos nunca tendrán idea de que su padre fue abusado sexualmente, porque él no se atreve a contarlo. Ha preferido callar como lo hacen muchos.
Mientras escribo me doy cuenta que respiro, puedo escuchar mi respiración…, siento un corazón que late dentro de mi ronco pecho, unos dedos que golpean el teclado del ordenador,  puedo tocar un par de pies  espinados que  han caminado cientos de kilómetros, ojos que lloran y que ven, dos oídos que escuchan la lluvia caer, la música, el sonido del silencio,  un Alma y un Espíritu en donde habita Dios, un Ser que  a pesar de todo está tratando de despojarse de sus miedos, del desencanto que a veces le trae el día  a día. ¡Pero estoy aquí en este mundo en el cual muchos quisieran estar!

Muchas  personas me han llamado  telefónicamente desde Guate  a lo largo de los años para pedirme ayuda económica (no es reclamo) y consejo porque desean emigrar por la  única vía conocida: indocumentada. ( Ya que con la Visa no se cuenta) Mi obligación como ser humano y porque mi honestidad me lo exige es hablarles claro, de los peligros a los que se enfrentarán, explicarles que quien logra saltar el cerco es por guasa, que por lo general son  extorsionados, que no hay pobreza  ni motivo que valga  para agarrar  camino y atravesar territorio mexicano. Al contrario no creen lo que uno les dice, piensan que es la pura envidia la que nos hace decirles esas cosas, si supieran que los que estamos aquí estamos comiendo por carretadas y que no regresamos porque no tenemos ni pagado el terreno en el cementerio, porque cuando emigrás, perdés hasta el derecho de cama en el que fue tu hogar, y  para decidir regresar tenés que pensarlo dos veces: cuando juntés mínimo para comparte una libra de frijol y una de sal. Porque no creás que allá te darán tu
muñeco gratis de tortilla, muy tu familia puede ser, pero perdiste terreno al marcharte. Así es la ley  de la vida.

Respecto a las muertes de los 72 migrantes, no puedo decir mayor cosa, esos son problemas mayores, las bandas del narcotráfico se han apoderado  prácticamente  de Latinoamérica,  me devastó la noticia, perdí el equilibrio, retrocedí muchos años, se revolvieron los recuerdos y estoy tratando de recuperarme emocionalmente.  Pero también es ciertro son más los que han muerto en los ríos, en los desiertos, en la muralla, asfixiados en los contenedores de camiones, en los maleteros de carros, en las casas mientras los mantienen secuestrados. Después de lo már reciente, ¿quién ha hablado de las  otras muertes? ¿Cuántos gobiernos han reclamado antes del suceso de la semana pasada? La culpa no es de México sino del  “papá de los pollitos” y allí hay razones de fondo. Pero también es cierto que los gobiernos no hacen absolutamente nada por detener la migración de sus connacionales. El problema es de todos.
Han desaparecido millones en la ardua tarea de saltar el cerco. Hoy escribo: por los dominicanos que han sido comidos por los tiburones en las orillas del mar de Puerto Rico, por los caribeños que mueren deshidratados y ahogados en las balsas que atraviesan los mares. Por los africanos que son convertidos en trata de blancas en su intento de llegar a España, por las mujeres abusadas, torturadas en la diferentes fronteras del mundo, por quienes pierden la vida en el intento.
Hoy escribo por los que mueren al llegar a Centro América porque también allí son abusados y asesinados por su condición de migrantes.

Hoy escribo por los que igual que yo, conformamos la harina de este enorme costal; migración. 
Hoy escribo por  mis hermanas y hermanos migrantes, para que sus pesadillas  y miedos los abandonen pronto, escribo para que Dios tome posesión de sus corazones y les de la paz que necesitan; para poder andar en estos caminos del exilio. Hoy les envío un abrazo fuerte y solidario que va desde el fondo de mi alma migrante. Hoy elevo una oración al cielo; por la vida y por la oportunidad de vivirla.

Ilka Ibonette Oliva Corado.
Septiembre 05 de 2010.
Estados Unidos.

5 comentarios

  1. «Solo el que se ha quemado sabe lo que es el fuego, solo el que se ha embriagado sabe lo que es el alcohol».
    Alejandro Lora y El Tri.

    Solo el que se ha aventado y sobrevivido, sabe lo que es el sueno/pesadilla del mojado.Lo demas es pura…babosada.

    Probablemente ahora, y despues de la violenta muerte de los mas de 70 indocumentados, si, le prestemos mas atencion a la terribles implicaciones del termino»ilegal».

  2. vos ilka, hoy no vua comentar acerca de la masacre ni de la paisanada a la que se la recontra lleva la canasta en el camino y ya viviendo aca, hoy se la voy a refrescar a esa bola de sanguijuelas que se esconden atras de las «asociaciones de guatemaltecos» en el extranjero, fijate que gracias a dios he tenido la oportunidad de conocer a un friego de gente en el timpo que llevo viviendo en esta pais, entre esa gente he conocido a 2 que 3 sabandijas de esas que forman sus grupitos de capines sin oficio y ya que tienen a otros 2 que 3 coyotes de la misma loma les da por autodenominarse lideres comunitarios! no te voy a negar que entre estos grupos si hay majes que se dedican a hacer una buena labor social, pero la gran mayoria de estos pizaitos no son mas que puros estafadores y ladronotes que se aprobechan de la falta de informacion de nuestros paisanos, conejos que creen que con ponerse su tacuchito para ir a «trbajar»por la comunidad pueden esconder la mugre que llevan adentro, no te dejes asustar por estos hijos de la p..atria que los vio nacer! que exageras? que inventas? que ya se les olvido a estos ser…es humanos como llegaron a este pais? que acaso todos ellos llegaron aca ejerciendo profesiones bien remuneradas? sera que gracias a dios nunca sus familiares tuvieron que limpiar casas o cortar zacate? sera que toda su ralea llego a este pais con doctorados y licenciaturas y hablando perfecto ingles poder haberse pasado por el arco del triunfo todas las penurias que la gran mayoria tine que pasar? que se vayan mucho a la fregada a asustar,con el petate del muerto a la mas anciana de su chante!

  3. Ilka. Me es dificil comprender porque algunas personas no creen tus relatos. Por supuesto que es una barbaridad que además de critiquen o o den sugerencias. No se si es posible que dieras los nombres de esas ellas. Creo que si mantienes tu blog, el cual es un sitio público, puedas seguir recibiendo críticas, pero eso es común con la mayoría de los escritores en el internet. Pero tú oidos sordos a palabras necias y a seguir escribiendo.
    Robertix

  4. MI solidaridad con todos los hermanos y hermanas migrantes…
    Si nosotros tuviéramos un trabajo digno para vivir en nuestros paises no llegaríamos al extremo de sacrificar nuestra vida-
    Dios derrame bendiciones sobre cada uno…

  5. es cierto Ilka todas las historias que hay que contar… muchas que las personas pienso queiren olvidar pues el cruzar todo mexico es un horror! Con los años la cruzada de Mexico se hace cada dia mas peligrosa, las cosas que se viven son inpensables, indeseables y inimaginables.

    Todo gracias a los goviernos como tu dices que les importa mas llenar el bolsillo que velar por el interes de sus connacionales y para que sus paises salgan adelante!

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