Una Isla en Chicago.

La noticia de que La Isla estaría en el Festival de Cine Latino de Chicago, nos tomó a todos por sorpresa; uno: por el estreno reciente en Guate y segundo por el contenido de la misma.(Con eso de que aquí todo pasa por colador…)
Como suele suceder con la comunidad guatemalteca, por más que se regó al bola la gente no participó, encantados hubieran ido si las entradas eran gratis, y si las licas eran (aunque sea repetidas) de Cantinflas, Antonio Aguilar y Pedro Infante.
Patojos nacidos aquí de descendencia guatemalteca, se cuentan por manojos, pero de Guate saben nada más el nombre, tristemente aunque la historia les venga a tocar las puertas de sus casas, prefieren ignorar el llamado de la tierra.
Por allí escuchaba que comentan que la gente que está en Estados Unidos es la plebe, los rasos, los ignorantes, los analfabetas, y no es así, hay mucha gente egresada de universidades; doctores, ingenieros, abogados, y sin embargo ellos que deberían de dar el ejemplo es a quienes éste país les convirtió la sangre en atol y les creó una especie de amnesia (¿se puede inducir, para decir que es inducida?).
Los mismos de la foto nos juntamos, cinco amigos que parecemos chicle, las distancias son largas y vivimos en pueblos distintos, hicimos malabares para poder ir al festival y allí en la puerta nos juntamos.
Quise ver algún anuncio de la lica pero no había, salvo en donde comprabas tu entrada que te decía una patoja en inglés: ¿The Island… from Guatemala? Y vos contestabas: sí, sí, La Isla esa, quiero una entrada. La sala de cine se encuentra en el cuarto piso de un centro comercial, y mientras subís, mirás alrededor colgadas de los barandales las banderas de los países participantes, y la nuestra tenía un resplandor único.
Para los guatemaltecos que estamos fuera de las fronteras ver tu bandera crea una especie de encanto y es prácticamente imposible que no te den ganas de llorar, cantar el Himno Nacional y Luna de Xelajú. Y es que allí no cabe aquello de que ¡no seás naco vos! Porque por muy estirad@ que seás, la piel se eriza…
Como cosa rara nos dejaron entrar media hora antes, así es que en la oscurana sentados en las butacas conversábamos, para nuestra sorpresa poco a poco se fue llenando la sala (algo nunca antes visto en el festival, cuando de una lica de Guate se trata) y para nuestra felicidad no eran gringos.
No reconocimos a nadie del clan, para mi tristeza no había nadie menos de los treinta años. Los pasados de cincuenta abundaban. La juventud una vez más estuvo ausente.
No había una sola butaca en la que la persona no tuviera poporopos, chocolate caliente, aguas y nachos con queso derretido. Y así mismo quedaron sin tocarse cuando terminó la película.
La voz de uno de los narradores nos anunció que finalmente La Isla estaba allí frente a nosotros; la sala se sumió en un silencio sepulcral.
Desde el inicio comenzaron los sollozos, no hubo en la sala un alma que no llorara, cada cual con sus propios dolores, algunos porque también tenían familiares desaparecidos, otros porque no tenían idea del pasado tan crudo de Guatemala y allí al abrir los archivos lo supieron. Otros porque fueron estudiantes universitarios cuando murió Manuel Colom Argueta y recordaron en esas imágenes los días oscuros que padecieron, muchos de sus amigos no vivieron para contarla.
La Academia de la Policía Nacional Civil trajo instantemente las imágenes de tres personas importantes en mi vida y me remontó a mi niñez. Ver a esos jóvenes uniformados realizar entrenamientos me puso frente a mi nariz la silueta de mi tía Reyna y sentí su angustia cuando tomó la decisión de convertirse en policía. Lloré porque cada una de esas mujeres tenían su rostro.
Cansada de buscar trabajo; sin encontrar por tener solamente sexto de primaria, con dos hijos que le lloraban por comida y un futuro incierto que le sonreía desde un horizonte oscuro. A la academia la fuimos a visitar para echarle porras, mientras llevábamos sus hijos para que le dieran fortaleza. No sé cómo es policía porque es un pan de mujer, llora por todo y se desmalla cuando ve sangre. Ya tiene dos años de haberse jubilado.
Es imposible confundir el rostro de Tono que me sonríe en cada uno de esos muchachos que veo trotar. Tono y su hermano Chema me apartaban lugar en la camioneta cuando yo estudiaba magisterio, Tono aventaba por la ventana a su hermano y aquel se acostaba en el sillón para que en el tumulto no nos ganaran el asiento. Estudiaban en la mañana y en la tarde repartían en las calles de la capital el periódico La Hora. Tono me decía todas las mañanas que sería doctor, que el sueño de su vida era ser médico, ¡un gran médico!
Yo me fui de la colonia y los perdí de vista. Años después en la 35 calle de la zona 11; vi a ambos vendiendo empaques para teléfonos celulares, manos libres y tarjetas para teléfonos. Un dolor sordo me embargó. Según mis cálculos Tono debería estar en primer año de medicina. Yo conducía mi carro y justo en el semáforo les bociné y bajé el vidrio, los trepé y los tres nos fuimos de capiusa a soloquearnos Pollo Campero y a llorar nuestro reencuentro. Cuando viajábamos en bus siempre quisimos tener dinero para soloquearnos un Menú Campero del más grande que tuvieran, hasta empacharnos, pero en aquellos días era suficiente el olor que se colaba por las ventanas de la camioneta. Después de la atipujaba de pollo, Tono me dijo que movería cielo mar y tierra para estudiar medicina, que me prometía, que algún día vería en él a un gran doctor. Le creí y lo sigo creyendo. Esa fue la última vez que los vi, porque un mes después ésta desterrada estaría partiendo con destino al país en donde los sueños siguen siendo sueños…
Hace unos meses un amigo que tenemos en común me contactó y me dijo: te cuento que Tono es chonta… siempre pregunta por vos, no tiene valor de llamarte por teléfono, y me dijo que te dijera que te defraudó porque no es médico… “le dije que le dijera” que yo tampoco soy psicóloga, (como me lo prometí) en éste instante de nuestras vidas, él es policía y yo soy mil usos pero que ambos tenemos una asignatura pendiente y no está en veremos claudicar.
Allí está Tono con su rostro de niño, y sus sueños de ser un gran doctor, allí está Tono, con su arma prendida en la cintura, trotando en las filas de los estudiantes de la PNC.
No lo quiero dejar ir, pero su grupo se va trotando a realizar otra formación, quisiera que las lágrimas que mojan mi rostro en esa sala de cine le tocaran sus mejillas como lo hacían mis labios cada vez que despedía a ese niño en la Parada de la U, frente al Pollo Campero del Aguilar Batres.
La Isla trajo a la sala de cine el recuerdo lúcido de Heidy, mi amiga fiel de las idas a explorar la lechería que quedaba bajo la bomba de agua de la zona 8. Mi compañera de párvulos y mi maestra de karate. Vivíamos en la misma vecindad, allí ambas comimos tierra y mocos, nos llenamos de piojos y chupábamos la miel de los claveles rojos. Diez años después la fui a encontrar en la Academia de la PNC. Esa tarde se graduaba mi tía. Vi un pelotón de señoritas trotando, con pantalón azul y playera blanca, de las filas sobresalía una muchacha alta, tremendamente hermosa, la vi de perfil pero cuando regresaron de dar la vuelta a la cancha pude ver su rostro y una especie de espanto se apoderó de mí, mi primera reacción fue correr a abrazarla y guindármele o subirme a cucuche como hacía cuando tenía 8 años, (somos de una edad sólo que ella es una potranca de mujer) la reconocí al instante.
Esperé que terminaran y fui a saludarla, ella también me reconoció inmediatamente, y nos fundimos en un abrazo que duró varios minutos, lloramos ese reencuentro. Sentí cólera de verla allí. Se había graduado de Perito Contador me dijo que no duraba en los trabajos, porque para ello requería que tener una salida a “tomar café” con alguno de sus jefes y prefirió esconder su belleza en un uniforme de policía. Me dijo: “aquí ando en pantalón todo el día, con gorra y no me maquillo, y no tengo la pena de que cualquier imbécil piense que mi inteligencia la tengo en el culo”. Le dije: morirás engañada veniste a dar al peor lugar de todos.
Poco a poco las lágrimas en la sala de cine se hicieron un sollozo que lo escuchabas para donde voltearas. Escuchar el testimonio de los dos hermanos a los que prácticamente el ejército les masacró y desapareció toda la familia. Escuchar el testimonio de los hijos de desaparecidos que hoy en día trabajan en ese archivo aportando su ayuda para esclarecer el pasado oscuro que vivió nuestra patria.
A cualquiera le hela la sangre observar esas fotografías con su ficha y datos minuciosos de los procedimientos utilizados de torturas; Ojo por Ojo, Mano Blanca…
Esos rostros en esas fichas gritan desde el más allá, en ese lugar de luz en donde se encuentran, las víctimas de un ideal; torturados por querer una patria libre y justa. ¿Cómo no llorar si sus muertes fueron atroces? ¿Cómo no llorar si los desaparecieron y los culpables siguen campantes caminando a sus anchas por las calles de Guatemala? ¿Cómo no sentir cólera si la justicia es cubierta por un manto de impunidad? ¿Cómo no sentir impotencia si los más vulnerables siempre son los afectados? Porque los ricos bien gracias, prestando sus fincas para que allí se realizaran las torturas.
Pensar en el archivo, sus expedientes, la policía y esas décadas trae a mi memoria el caso de Irma Flaquer, que hasta el sol de hoy es una desparecida más de los cientos.
Concientizar, ¿cómo concientizar a los guatemaltecos si nosotros mismos negamos nuestro pasado? Si nuestro racismo no nos deja hermanar. Pero si fueron 36 años de guerra interna no es posible que se nos haya olvidado. ¿Acaso nos dio amnesia? El pasado hay que esclarecerlo para que las víctimas descansen en paz y sus familias puedan cerrar esa puerta al saber en dónde están sus muertos.
Los culpables tienen que pagar; por las muertes, torturas, por los hijos de la guerra, por los que emigraron, por los refugiados, por los repatriados, por el dolor incontrolable que emana del alma de los que aún buscan a sus desaparecidos. Los culpables tienen que pagar para poder enterrar el pasado y ver de frente el futuro de una nación justa y tolerable.
La Isla debería ser presentada en escuelas, colegios y universidades para que la juventud conozca parte del pasado del país en donde están parados.
La Isla debería ser presentada en los salones de la Academia de la PNC, en los cuarteles del ejército, en televisión nacional, en todo lugar en donde se encuentra un/una guatemaltec@. Educar: La Isla revive la crudeza de una realidad que si como guatemaltecos no enfrentamos nadie lo hará por nosotros y seguiremos guindados de ese hilo de impunidad que nos maneja a su antojo como marionetas.
La Isla ha terminado, unas letras blancas que pasan unas tras otras y una canción nos dan la despedida.
Los poporopos, las aguas, los nachos con queso derretido, se quedaron intactos, las luces de la sala de cine se encendieron y no se movió un alma de su asiento, todos teníamos necesidad de llorar, por ellos: por los muertos, por los desaparecidos, por la víctimas, lloramos por el dolor ingrato que agencia a nuestra tierra, lloramos porque era necesario hacerlo.
Los sollozos continuaron durante cinco minutos, mientras salíamos nos abrazábamos, sin conocernos, ese grupo de guatemaltecos en esa sala de cine se hermanó con el dolor, con el pasado y con la tierra que grita que escuchen a sus víctimas, la tierra que grita justicia; la tierra que grita aquí hay una Isla que quiere ser conocida.
Ilka Ibonette Oliva Corado.
25 de abril de 2010.
Estados Unidos.

7 comentarios

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    Me sacaste las de coco, aqui en Guatebuena, no me atreví a ir a la premier, vi muchas vejaciones en la Franja transversal, y eso que no pude llegar al triangulo ixil, a Playa Grande, en esa maldita época, en la que a nuestros hermanos campesinos les toco lo peor, los del ejercito los acusaban de ayudar a los gerrilleros, y los guerrilleros los acusaban de ayudar al ejercito, y con esos pretextos, les robaban, violaban a sus mujeres no importando la edad, los vejaban los mataban, los anulaban,
    DE LOS BANDOS, solo los quede tanto sufrir, tomaban partido, eran los que tenían que pelear en uno u otro bando, hermanos contra hermanos, siguiendo consignas foráneas, con las promesas de cambio, por un destino mejor, que nunca llegó

    Te felicito por tu expresividad, y tus profundos sentimientos

    Recomendación:
    Te recuerdo que tienes que ventilar un poco más tus textos, cada ves que pongas punto y coma , pon solo punto y cada vez que pongas punto debe ser: punto y aparte, empiesa otro párrafo
    Con mis alumnos de turismo (Futurismo como yo le llamo), estamos estudfiando la verdadera historia de Guatemala, la Reforma agraria, el cuento de los acuerdos de paz, así que les retransmitiré este tu correo, paraa iniciar la cruzada de comunicación y para hacer consciencia que es necesario, no solo saber todo esto, sino poner de nuestra parte para que NUNCA MAS se repita
    Exitos
    Carlos Ramiro Asturias

  2. Señorita Ilka Oliva: Primeramenet permitame expresarle mis respetos por tan excelente y honorable iniciativa de comentar y escribir sobre esta historia de nuestro pais, ahora plasmada en pelicula. Favor enviarmeel nombre de la misma o cualquier otra informacion con respecto a ella porque como usted sabe, aqui en Guatemala, todo lo que afecta los intereses de las clases privilegiadas, se oculta. Por mi parte intentare averiguar el nombre de otra pelicula que vi hace como diez años relacionado al mismo tema. Otra sugerencia es que si usted puede intentar incluir una direccion donde se pueda localizar esta pelicula. al no mas tenerla en mis manos, me comprometo a socializarla con mis amigos. Si de alguna manera puedo colaborar con su persona, por favor no vacile en contactarse con su servidor. Luis Fernando Delgado Guillen

  3. Un relato muy conmovedor con la conciencia a flor de labio.Guatemala; .Guatemala;lapatria con sus heridas al descubierto y el olvido de sus hijos.Esa amnesia colectiva inducida o no, con la cual negamos o pretendemos negar ese capitulo tragico de nuestro pasado historico.

    Gracias Ilka; te cuidas.

  4. «NO CLAUDIQUE ILKIS», siga corriendo la voz, que son muy pocos los que gritan por esta cruda realidad que parece nunca acabara, por la maldita impunidad que estos mismos esbirrios se fincan. Y como aclamara Don Alfonzo Bauer en pleno Congreso de la Republica: «Oigan tengo mas de media hora pidiendo la palabra, para impugnar esa ley, pero no me hacen caso» Sin embargo el nuestro gran ejemplo de la voz que solo se apaga, si la apagan, DON PONCHITO, aun sigue elevando la voz por los desposeidos, los desaparecidos y en contra de toda Injusticia Social. «NO CLAUDIQUE ILKIS»…

  5. Ilka: Muy bonita su forma de relatar, la felicito. Y por supuesto, por el contenido de lo que dice. Confieso que se me salieron las lágrimas solamente de leer su relato. Causa tristeza la indiferencia de nuestros paisanos, pero no hay que achicopalarse. Su Blogg juega un papel muy importante.
    Fraternalmente///Carlos Alfaro Aldana

  6. Ilka gracias por tus escritos pero este en realidad es muy valioso…… seria buneo encontraar la forma de como hacer para qeu todo Guatemalteco radicante en Guatemala o en cualquier parte del mundo pudiera ver tal pelicula… en realidad ..aun los que vivimos alli en esos años no nos dimos cuenta de todas las injusticias cometidas…imaginate esperar la camioneta en la acera del al Governacin del Quiche y no saber que en esos mismos momentos estaba haciendo pedasos a tantas victimas…. que por el deseo de superacion les acusaban de gurerrilleros y no era asi.

  7. Buena idea Ilka, que todos los chapines vean esa lica,un pasado insoslayable, me recuerdo estar en uno de los peores campos de concentración nazi, Gummersbach y ver buses llenos de niños alemanes visitando y viendo los recuerdos de un pasado que no vivieron y cuando pregunté porqué tantos jóvenes, el guía me dijo «necesitamos que nadie olvide», el que olvida está condenado a cometer los mismos errores. El perdón es un deber, volver a cometer estos errores debe ser imperdonable.

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