Vientos de Democracia.

Es el cuarto sábado del mes, la tarde agoniza apostada en las entrañas de la Ciudad de los Vientos, mientras la noche logra apoderarse completamente con su fantasmal oscuridad un grupo de compas latinoamericanos disfruta de una velada que pinta para ser inolvidable. La puerta está abierta con un anuncio que cuelga pegado al vidrio que dice: la actividad es en el salón de atrás. Entramos (mi hermana y yo) pasando por la parte de la tienda en donde se encuentran las bufandas, güipiles, libras de café de la Cooperativa Santa Anita, collares, morrales, bolsas y todas esas cosas típicas que te hacen dar un vuelco al corazón cuando las mirás. Estamos en Casa Guatemala: Una organización sin fines de lucro que trabaja en pro de la comunidad guatemalteca dentro y fuera de las fronteras de chapinlandia. La tienda lleva por nombre Esencias Mayas y sí cabal dieron en el clavo porque entrás y te recibe con brazos abiertos el olor virgen de Guatemala.
Para variar llegamos con media hora de atraso a la actividad programada para las seis de la tarde, y como la excusa es el as y la salvación del pueblo aquí te va la mía: el tráfico en las autopistas estaba súper cargado, echále pluma que con la lluvia imparable de temporal de cuatro días aquello parecía como la salida de la Calle Martí en plena hora pico, y como las distancias son largas olvidáte…

Pasamos caminando de puntitas sobre el piso de madera recién lustrado, temerosas de que en cualquier momento pegáramos el ranaso y cayéramos como papayas maduras en el medio del salón. Sumida en un silencio sepulcral la poca audiencia disfruta de un documental de los muchos que hay en los que se despliega la interminable historia de la United Fruit Company con la clase obrera de Guatemala, (y el resto de Latinoamérica por supuesto) y los sholones de siempre los de la oligarquía, la cuchillada traicionera a Jacobo Árbenz y el desenlace fatal que su destitución, renuncia, o como querrás llamarle le diera a Guatemala un atraso de no tengo idea cuántos años. El fin de los famosos y gloriosos 10 años de primavera.

La actividad se realiza en honor al aniversario de la Revolución del 44. Mientras logro concentrarme en el relator del documental me imagino los días en la juventud de Alfonso Bauer Paiz, heredero legítimo de la soberanía de esos tiempos, hijo entrañable de la tierra que ha sufrido en carne propia la persecución, ha vivido el exilio y sin embargo sigue en pie de lucha a sus 90 años en pro de la “libertad” de la nación. ¿Cómo sería ese día para él? Lo imagino caminando, proclamando, exigiendo la libertad de la patria, gritando la consigna: ¡fuera lacayos! El compromiso que sintió al ser parte del equipo de trabajo que impulsó el cambio en ese entonces. Pero bueno él mismo lo cuenta a viva voz en el documental llamado Testamento (por si no lo has choteado hay te encargo va…). Pero: ¿cómo habrán sido los días para el pueblo en ese entonces?, ¿las raciones de comida? ¿El jornal, los horarios, los salarios?, ¿los días de universidad?, ¿el transporte urbano? No sé, trato de imaginarme y reconstruir junto al collage logrado con la revoltura de imágenes, escritos, videos y toda fuente de información acerca del tema, pero caigo en una cosa: ¿o soy dunda de nacimiento? ¿o la niebla del tiempo me ha entorpecido? Porque por más que leo y veo cuestiones de historia no logro imaginarme el infierno que vivieron mis bisabuelos en los tierreros de aquellos tiempos.
Los días han cambiado sin duda, pero los vientos siguen soplando con su rigurosa fuerza, deseosos de una democracia que viene del sur, de allá abajo, empujando con sosiego la brisa del cambio, el mismo que soñó Mario Payeras, en los días de El Trueno en la Ciudad, el que pensó cristalizar Santiago Santa Cruz Mendoza, sucumbiendo interminables horas en las venas de Sololá, el cambio inspirado en las callejuelas de El Señor Presidente, por el cual luchó la cigarra que con sus alas quebrantadas tuvo que salir a surcar cielos diferentes, ese cambio por el cual murieron Otto René Castillo, María Chinchilla, Oliverio Castañeda de León, y no sé cuántos cientos de mártires más que ahora la historia en su goma de tres días pretende olvidar. ¿La memoria nos falla o de tanto huele pega se nos ha creado una especie de nubosidad en el cerebro? Hay de juventud a juventud y la de hoy día comparada con la de aquellos tiempos es muy distinta, pero hablar de eso necesita su tiempo así es que lo dejaré para el regreso, porque no quiero meterme en lodazales fríos en pleno mes de octubre que tengan que ver con pérdida de identidad, valores morales, dignidad, arrebato de inteligencia, bachata, tragos, títulos comprados, y toda esa clase de esmog que ha tomado por asalto a la capa de ozono que abraza a los patojos en la actualidad.
El llanto de un bebé me despierta de aquel descampado lugar en donde se encontraban mis pensamientos, ¿a quién se le ocurre traer a un bebé a éste tipo de eventos? Pienso, mientras en la misma me avergüenzo porque el ishto que lo carga que de seguro es su Tata, hizo el esfuerzo de llegar cosa que a otros les peló la estaca. Me da por contar a los asistentes, 31 y conmigo 32. ¡Por la gran patria! 32 personas asisten a un evento en el cual se trata de refrescar y educar a la comunidad. Pero fuera chinique, ¡puta madre! Todos se apuntan, y si hay chupe mejor, ni dos veces y los tenés en fila esperando pagar la entrada. Pero soy consciente que es mucho pedir con una comunidad que carece de identidad como primer punto y también que las diferentes organizaciones “culturales” los tienen mal acostumbrados porque se inventan unos sus rollos, todo con tal de sacar dinero para “ayudar a niños en Guatemala” pero que les sirve nada más para seguir hinchando ese “ego de altruistas” por el que viven. Salir en portadas de revistas, entrevistas de radio y televisión; tomarse fotos con los cabezones es lo que les interesa nada más. ¡Y al que le quede el tacuche que se lo pruebe!
Por fin termina el famoso documental y se presentan a dos exponentes, el primero enfocado en el marco de la migración y su historia y el segundo que siente el palpitar de las venas abiertas de Latinoamérica en su propio corazón; San Carlista de pura cepa, de esos de hueso colorado, que sabe que la USAC está en la cuerda floja pero no por eso deja de trabajar para contribuir en su mejoría. Habla acerca del antes, el ahora y el futuro que se sueña tener en Guatemala. Ambos son de izquierda. ¡Como tiene que ser!
Y allí están bordando aquel paisaje, lentamente para que disfrutés de la vista, para que entendás que es necesario hacer algo, que no te podés quedar de brazos cruzados seás patojo o veterano, tenemos que unificarnos, porque solamente la unidad puede crear un lazo irrompible que pueda cambiar el futuro de Latinoamérica y por ende el de Guatemala. Allí están empujándote en que aportés con lo que podás a la causa, nadie te obliga pero te motivan con razones claras, honestas y justas para que se te ventile la chaveta y de una vez por todas entendás que es necesario dar para recibir. Que la abundancia será beneficio de todos no de unos cuantos, como lo hemos venido padeciendo hace chorrocientos mil años.
Migración, tanta tela que cortar en cuanto a la vorágine que ha sido el desplazamiento de masas que en su mayoría jala pa´l norte (jalamos) las causas, motivos, razones son en general la situación económica y la falta de oportunidades diría yo, y en particular también añado (dando patadas de ahogada) que cada quien carga su propia cruz.
En fin; a eso de las diez en punto de la noche va terminando la exposición, después de una serie de preguntas-respuestas entre público y oradores. La trova comienza, un compañero mexi
cano es el encargado de ambientar con canciones de Silvio Rodríguez, Violeta Parra y la inmortal Mercedes Sosa. Escucho a mis espaldas que alguien suspira y murmura para sus adentros: las noches de la USAC… me contagia lo chipe y solicitamos una escrita por la chilena de Volver a los 17 pero que en las voces de los Guaraguao la letra te sabe a gloria: Que vivan los estudiantes… un mar de aplausos festeja las primeras notas en la guitarra acústica de quien acaricia las cuerdas. Disfrutamos de las galguerías típicas: chuchitos, tostadas, plátanos fritos, cafecito con champurradas. Y por supuesto el piquete que no falta.
En aquel humilde salón el pequeño grupo disfruta la velada mientras que afuera la fría noche va poblando de oscuridad las calles, en compañía de la lluvia que lentamente va arrastrando las hojas muertas que en ilusa manifestación se niegan a partir.
Reviso el reloj de mi teléfono celular; son las doce treinta de la noche ¿o de la madrugada?, no lo sé, ya llevo dos tequilas y tres cervezas entre pecho y espalda, me doy cuenta que la mayoría de gente se ha retirado, nos encontramos 8 personas sentadas en una especie de círculo, unos contanto chistes y otros relatando anécdotas de presidentes nefastos, y yo; yo disfrutando de aquella velada que sin duda me trajo una noche de trova con sabor chapín que ayudó a aclarar las ideas y a vitaminar los ánimos.
Es la una de la madrugada, doblamos las sillas, tiramos la basura y apagamos las luces de Esencias Mayas, quedando entre esas cuatro paredes y en íntima complicidad el recuerdo de una noche que huele a Vientos de Democracia.

Ilka Oliva.
Domingo 25 de octubre de 2009.
Estados Unidos.

2 comentarios

  1. Excelente Ilka, Muy buena forma de expresar tus pensamientos y sentimientos….Saludos

  2. pues por aqui te saludo y espero que estos pensamientos siggan

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