Vaya semanita la que se está petateando…

Vaya semanita la que se está petateando, tísica se encuentra la bandeja de entrada de mi correo electrónico, allí va a paso de tortuga tratando de dar cabida a tanto informativo: periódicos, artículos oficiales respaldados con nombre y firma y los cientos de que quienes también meten su cuchara en el asunto…como buen@s guatemaltec@s que somos, y sigue empujando porque quiere acapararte la atención respecto al tema: video acusador. Me cuentan que Guatemala en éste momento se encuentra temblando, (¡qué raro!) ante la ola, marea y por poco huracán producto de la sucia impunidad que impera hostilmente ante los ojos de la asombrada población. Pero, pero, pero: ¿Y los de abajo? ¿Los humildes, los hambrientos? ¿Los choferes de camionetas?¿ Los que carecen de una puerta de acceso a la educación? ¡A las oportunidades! ¿Quién por ellos? Han muerto muchos y nadie mueve el pico a su favor. ¿Y el femicidio? En fin, éste asunto se ha convertido en una espumarada rabiosa de desasosiego que ha venido a desestabilizar (más…) las columnas que estructuran los diferentes niveles sociales en que tienen catalogada, etiquetada y subrayada a la masa humana en Guate.

A veces pienso que aunque ande en carrera tratando de huir de los años, éstos ya me han alcanzado porque; siento los primeros síntomas del culeco atosigamiento, me siento como con vahído, como privada con fiebre (y no es la porcina), las emociones se me han traumado, robotizado y congelado en ese lado del hemisferio derecho de mi shola, (¿o será el izquierdo?) Y por más mosh que tome no logro recargar las baterías Rayovac, al contrario se funden tratando de encontrar la salida a éste laberinto con el que nos tratan de dar atol con el dedo. Con el que pretenden adjudicar a la amnesia moral… los ejes con los que se juega el yoyó gubernamental. No tengo ni la más remota idea de lo que sea la política mucho menos de los hilos con que allí se hilvanan las agujas que después zurcen a la población. Pero de algo sí estoy segura y es que mientras siga existiendo la ley del plátano y la revolución del majunche en Guate., siempre nos van a dar durante el desayuno, almuerzo y cena: ¡yuca con chicharrón! Lo irónico es que nos estamos muriendo de a poco, en cámara lenta, a ritmo del paso de una tortuga que sufre hernia en el caparazón, y esguince de segundo grado en la pata posterior izquierda que encima de todo la lleva vendada, vamos encaramados en el vaivén del desahuciado y después de los oleos untados por el gobierno, pegamos bocaradas de aire, tratando de guardar la mayor cantidad posible en nuestros trémulos pulmones, pensando ilusoriamente que el realismo mágico se puede palpar y llegar a convertirse en una brecha clara, soñamos con que el nuevo presidente podrá liberarnos de esa esclavitud temerosa en la que sucumbimos el día a día. ¡No es la primera generación que camina sonámbula!
Lo fabuloso del asunto es que la gente que vive en Guatemala piensa que los que radicamos en el extranjero vemos la lica que vive el país en éste momento, en pantalla de cine hollywoodiense, sentados jampones en enormes y elegantes sillones acompañados de poporopos y alguna agua gaseosa gringa…
No señoritas y señoritos (favor que les hago) déjenme decirles que están a mil años luz de la realidad con la que aquí vivimos, como reza el refrán: en todos lados se cuecen habas. Yo adheriría a esto que la diferencia está en el modo de cocimiento.
Aquí el tostado se hace diferente; no a comal, moviendo las habas con tusa o paleta de madera. En éste país industrializado a pasos de zancos de circo, aquí donde todo es robotizado, la tecnología se a apropiado de las vidas, pensamientos y sentimientos de quienes la crearon, el dólar vale más que tu conciencia. Tu firma y tu palabra vale un poco menos que la mierda. Tu identidad es tu cruz, tu color es tu etiqueta y tu idioma es el punto y seña con el que te localiza la migra, con el que te embrocan los gringos. Aquí el color de la pepita de haba cocida se torna negro; el color del dolor, del desencanto, del desgano espiritual, el color de la impotencia, de la ilusión perdida, de la sonrisa extraviada, es el color del abismo en el que estás cayendo a cada instante de tu derrocada estadía en tierras yankees. A los que vivimos aquí, también nos duele Guatemala, como lo declara muy bien en verso Gonzalo Asturias. Y nuestra jornada lleva el doble de cansancio moral, porque sucumbimos cada segundo de nuestra existencia internados en ésta inmensa jaula topada con la revoltura de monos canches de ojos azules, saraguates, orangutanes y micos extraviados de algún lugar del zoológico la Aurora.
Sin embargo hoy escribo no para revelarme ante el enfrascado asunto hipotético del video; tampoco del agarre infraganti del padre Alberto, (papaíto) que por cierto ha sido el tema de conversación entre la comunidad latinoamericana que radica en éstos lares. A donde quiera que vayás te preguntan: ¿Y usted qué opina del asunto del padre Alberto? ¿Pobre padre Alberto verdad? ¿Y qué le pasaría al padre Alberto? A ellos qué les importa qué le pasó al padre “papaíto” Alberto, al contrario pienso que por fin alguien se atrevió a pensar diferente y dar cabida a otra forma de vida que muy bien se puede llevar de la mano con la religión y sus doctrinas.
Por otro lado también quiero comentar: hoy hace ocho días, se celebró el día de la madre casualmente en Guate., y aquí. Y me quedé con el mal sabor de boca, de no haber leído y escuchado por ningún lugar el homenaje a la madre ausente, a la que educa desde la distancia…: la que emigra.
Y es que realmente cualquier mujer se puede convertir en madre, pero no todas tienen la nobleza de espíritu para desempeñar bien su papel, y probablemente me vaya a meter a camisa de once varas con éste asunto, aunque estoy de acuerdo con las palabras de mi abuela: antes de hablar de una madre hay que lavarse la boca con jabón. Yo le agregaría a esa revoltura con tal de que limpie bien: Ajax, Jabón Punto Azul, Fab Limón, una bola de jabón Corona y una bolsita de cloro. Y después del remojo restregar con piedra poma. Nadie tiene el derecho de juzgar y menos en éste caso cuando no se ha tenido, vivido y retorcido con los dolores de parto… pero también es cierto que hay quienes se hacen madres por equivocación, otras por conveniencia, muchas por imprudencia, tanatadas por un resbalón, y cientos por incongruencias y las mejores: por vocación. Por alguna razón que no logro entender, ubicar, desmenuzar, la mujer al hacerse madre, se convierte en una especie de Santa, es increíble el poder que da una cría, de la noche a la mañana de bailarina de circo amanece hecha una reina en su alcoba adornada con cortinas de seda.
De allí pa´l real aterriza; pasa de ser un miembro importante de la realeza para convertirse en una humilde cortesana sin más tributo que el de haber parido, y empieza el reajuste hormonal, emocional y económico en su vida porque se transforma en trabajadora mil usos, sin derecho a vacaciones y feriados, sin salario y mucho menos a un bono 14 y su aguinaldo.
¡Y pasó la fecha pues! ¡Bah, llamarada de tusa!, los tulipanes que se regalaron en una ciudad como ésta ahora mismo se están marchitando, los pasteles ya descansan en algún desagüe de los que corren debajo de la monstruosidad urbana; los saludos por medio de la estaciones radiales, los almuerzos, los abrazos, ya son historia. Y me quedé con el paladar en estado estupefacto, atónito, pasmado y asoleado: y no es porque me encuentre padeciendo las nostalgias propias del desterrado. En éste caso mi opinión no es subjetiva, (quiero creer) pero sí deseo hablar y estoy tratando de ordenar los pensamientos, de dirigir mis sentimientos hacia un sector en
donde no interfieran con ésta exposición escrita, estoy hilvanando las emociones que no quieren entrar en el orificio de ésta aguja capotera en la que se ha convertido el teclado de éste ordenador, porque trato de dar la textura y el contexto a los colores adecuados: la madre ausente.
La que padece los malestares propios del destierro, la que se abraza a la idea de volver a ver a sus hijos, tratás de escuchar el susurro de los gritos callados cuando te miran con sus ojos hundidos en esa cuencas color verdoso provocadas por el desvelo , de un dolor que yace inmerso en sus cuerpos cansados. A ellas; las que se quedan y se convierten en padre y madre, a ellas las que emigran y desde aquí sostienen sobre sus hombros el peso de ser madre, de amar, de educar paradas sobre la piedra filosa de una lejana distancia. A las que deportan de éste país y regresan sin haber cumplido la promesa por la cual decidieron venir.
Hoy también es el día de la madre, lo será cada minuto de cada día del año, aunque hoy no se le celebre, no se le regalen flores, ellas seguirán en su lucha: ser madre. A mi progenitora: mi mama, Nanoj, mamá, Nana, a ella le envío un te amo que escucha en las tardes taciturnas, porque se lo despacho en el parsimonioso concierto perenne que evocan los grillos y un eterno gracias camuflajeado en el canto de las chicharras.

Ilka Oliva.
17 de mayo de 2009.

Estados Unidos.

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