La melancolía de la época del frío

Sosiega avanza la época del frío, trae consigo días de cielos plomizos y espesa bruma que arrulla las horas. Nostalgias de otros tiempos, gélidas ausencias, evocaciones añejas embriagadas con los altibajos del perenne vaivén. El corazón mohíno del migrante se cobija en la coraza, el desconsuelo de estar lejos abre de nuevo la herida. Qué lastres ingratos evoca en las almas desiertas el frío glacial de la diáspora.

En la época del frío, ensimismadas las miradas perdidas de los migrantes se vuelven hojarasca, vaho, profundos acantilados, copos de nieve que embellecen el confín. Soledades en manifiesto, angustia arañando el anhelo de estar en otro suelo, en otro tiempo, arropada de felicidad: gélida es la gran ciudad.

Urbe contemporánea que congela los corazones. El desaliento asoma y se posa caprichoso en los pasos lerdos del que avanza obligado; el emigrado sin tierra ni cielo, hundiéndose en la contradicción, viviendo en la frontera sin retorno, desapareciendo entre la muchedumbre, aislado en su propia reclusión.

En la época del frío, la angustia se vuelve hiel. Abandono. Sollozos. Culpa. Soledad insatisfecha. No hay licor, no hay sobredosis, no hay amantes, no hay calmantes que puedan contra el hastío del desamparo. Contra la desesperanza del desengaño. La razón se desploma abatida, el autocastigo comienza a conspirar, llora la melancolía en la gran ciudad: es la herida incurable del emigrado, el dolor abismal del indocumentado, es la nevisca que asomando está.

Es el querer cerrar los ojos y no despertar nunca. El correr sin detenerse hasta que se reviente el corazón. Saltar al vacío. Es el deseo absoluto de desaparecer sin dejar rastro. Es la sobredosis que permite extraviarse en túneles oscuros donde no existe luz alguna que llame, que cure, que guíe. Es la bipolaridad vuelta eco de acantilado. El desencanto abofeteando la ilusión. La ansiedad a quemarropa. El verso de un poema que nadie escribirá. Una pintura abstracta. El trazo de un rostro triste.

Son las vísperas de cielos grisáceos, de nevadas espesas, de añoranza, de fatiga, de paranoias. De llorar y gritar en soledad. Es el vestigio de la época del frío en el corazón abatido de los migrantes indocumentados. Los que solo existen para las remesas y para la explotación laboral.

Que la agonía nos sea leve.

Audio.

Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado contacto@cronicasdeunainquilina.wordpress.com

Noviembre 04 de 2015.

Estados Unidos.

6 comentarios

  1. Hola ILKA, tu y yo somos hermanas gemelas y en algun momento nos separaron? Ocurre, que yo también adoro el invierno, el FRÍO, los días grises. Es un tiempo FELIZ para mi. En cambio, en verano me siento como León enjaulado. Será porque nací en Agosto?

  2. Pingback: La melancolía de la época del frío | prensabolivariana.com

  3. Pingback: La melancolía de la época del frío | Día del Sur Noticias

  4. Ilka pequeña abrazos calientitos para tu invierno gris…

    • Hola, Magda. Fíjate a mí me sucede lo contrario, cuando me deprimo es el verano, en cambio la época del frío es mi favorita, desde que entra octubre hasta marzo, adoro el frío, el invierno, los días grises. Pero en la mayoría de migrantes sucede lo contrario, desde que termina agosto comienzan a deprimirse, y el invierno es lo más triste que pueden vivir durante el año. La mayoría de gente que tiene papeles salen de vacaciones a lugares donde es verano, pero esos miles de indocumentados les toca llevar (nos) llevar palo y aguantar las nevadas que más que hielo traen consigo nostalgias. Pero te acepto el abrazo, otro igual para ti.

      • Que bueno por ti! … y que pena por las personas indocumentadas migrantes. Yo Ilka como la gran mayoría de los mexicanos tenemos familiares indocumentados trabajando en México, una vez que pase por USA, un hermano mío estaba trabajando allá y me quede con el por varios días, el rentaba con varios miembros de mi familia paterna que nunca conocimos hasta que coincidimos en Gringolandia (Ellos del estado de Guerrero y mi familia de Baja California…). Pase unos días con ellos, note eso que me cuentas, que están tan solos, y tan aislados y de las dobles jornadas en ciudades tan distantes a sus pueblos en convivencia.
        Ilka yo me crie en el calor del desierto, me encanta el verano y tolero 50 grados centígrados feliz!… El invierno si me hace temblar de frio!!!
        Muchos más abracitos para tod@s!

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.